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Equidistancia que todo lo engloba

Tan cerca y tan lejos. Aquel viejo eslogan que halló fortuna para describir las relaciones entre España y Portugal puede desempolvarse ahora en relación a los comportamientos, sobre todo institucionales, entre Balears y Cataluña. Existen demasiadas afinidades para ignorarse, también excesivos intereses, prejuicios, malentendidos y contaminaciones políticas para habar claro, normalizar comportamientos y fijar compromisos. Así, los momentos delicados son muy duros. Mañana es un día comprometido, que se presume largo y ante el cual nadie sabe a ciencia cierta qué pasará. La equidistancia es el mejor recurso para atravesarlo. Equidistancia entre Ferraz, sus socios de coalición y hasta los manifestantes de anoche en Palma es lo que buscó Pilar Costa ayer al fijar la posición del Govern.

En términos políticos la equidistancia se llama diálogo, posición fijada por el Ejecutivo Armengol a la espera de un lunes en el que se confía empezar de nuevo pensando en que la presión y el cansancio obligará a ello. En el trance se han sobrepasado demasiadas cosas y muchos principios y derechos básicos se han vulnerado o han quedado al límite. Por eso la situación se ha vuelto especialmente delicada.

En el caso concreto de Balears hay que tener en cuenta todavía que, dada la proximidad no solo geográfica, cuanto ocurra en Cataluña a partir de la semana próxima acabará teniendo una repercusión directa en el archipiélago. Por eso mismo la equidistancia institucional de este fin de semana solo es útil para pasar el trance del referéndum. Los pies de plomo no pueden permanecer estáticos. Deberán empezar su movimiento porque gobernar es decidir y actuar y porque hay demasiadas cosas y demandas sociales en juego.

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