La celebración de la festividad de la Merced, patrona de las prisiones, tuvo ayer dos escenarios opuestos. Por un lado, en la sede de la Delegación del Gobierno se llevó a cabo el acto oficial, en el que tanto la delegada, Maria Salom, como los responsables del Centro Penitenciario y del Centro de Inserción Social, María Jesús de Dios y Antonio Alcaide, destacaron la "normalidad" del centro y ensalzaron el trabajo de los funcionarios. Pero al mismo tiempo varias decenas de esos funcionarios se concentraban en la puerta de la prisión para protestar contra las "constantes agresiones, la falta de personal, la privatización encubierta y los recortes" que sufren.

Precisamente el clima de conflictividad laboral que vive el centro penitenciario había llevado a los responsables a trasladar la celebración de la Merced, que hasta ahora se había hecho siempre en las instalaciones de la cárcel, a la sede de la Delegación del Gobierno. Maria Salom admitió en su discurso que "el cambio de escenario se debe a que los sindicatos, a nivel nacional, no consideran necesario celebrarlo, pero nosotros sí lo creemos necesario".

De hecho, en sus respectivos discursos, tanto la delegada como la directora de la prisión no ahorraron elogios al trabajo de los funcionarios, "que a pesar de la situación adversa han antepuesto siempre el buen funcionamiento de la Aministración General del Estado". Salom mostró además su confianza en que, "tras la dura etapa que hemos dejado atras podamos volver a la prosperidad, que más pronto que tarde se reflejará en las condiciones de los funcionarios públicos".

Los agradecimientos oficiales se extendieron a los jueces de Vigilancia Penitenciaria, las Fuerzas de Seguridad del Estado y las organizaciones no gubernamentales que están presentes en la cárcel. Y muy especialmente al Centro de Educación de Personas Adultas (CEPA) El Amanecer, que se encarga de dar clases a los reclusos, y al Grupo Cinológico de la Guardia Civil, que controla los accesos al recinto para evitar la introducción de droga. Las dos instituciones fueron premiadas con la Medalla de Bronce al Mérito Social Penitenciario, que recogieron la directora del CEPA, Francisca Estarás, y el jefe del grupo, el cabo de la Guardia Civil Miguel Ángel Homar.

Una visión diferente debían tener la veintena de funcionarios que ayer se concentró en las puertas de la prisión, convocados por los sindicatos CSI-F, Acaip, UGT, APFP y CCOO. Bajo el lema No tenemos nada que celebrar, los concentrados mostraron sus quejas por la precarización del trabajo, la falta de medios y el incremento de las agresiones de internos.