Algunos apuestan por las papeletas y las urnas y otros por el cumplimiento de la ley. Todos ven en la falta de diálogo el origen de un conflicto que ahora ya empieza a preocuparles. La escalada de tensión por la convocatoria de referéndum para el próximo 1 de octubre y la respuesta policial del Gobierno les mantiene muy pendientes de lo que pasa. Son catalanes. Catalanes de relevancia en la sociedad mallorquina. De distintos ámbitos: la política, la sanidad, la educación, la ciencia, la cultura o incluso del deporte. Son el reflejo de una sociedad plural, con algunas demandas compartidas y que llevan tiempo reflexionando sobre qué ha ocurrido.

Cuando se les pregunta cómo ven la situación casi todos coinciden en hablar de "preocupación". Es la primera palabra que pronuncian después de vacilar unos segundos. El biólogo y profesor de la UIB, Miquel Ribas, de Lloret de Mar y en Mallorca desde hace 16 años habla también de "indignación", y se refiere con ello a la respuesta que ha dado el Gobierno de Rajoy esta semana con registros y detenciones que han sacado, otra vez, al independentismo a la calle. "Impotencia", llega a pronunciar el jugador barcelonés del BSA-Iberostar Palma de baloncesto Roger Fornàs por la acción de Madrid: "Me gustaría estar allí para defender ", asegura.

La concejal de Podemos en el Ayuntamiento de Palma Eva Frade, criada en Sabadell, llega a hablar de "miedo" por "el extremismo que estamos viendo". Y no es la única: "La situación empieza a ser peligrosa para Cataluña y para el resto de España", analiza el prestigioso cardiólogo Oriol Bonnín. "Se ha llegado donde fatalmente se iba a llegar", describe el diputado de Ciudadanos en el Parlament balear, Xavier Pericay. "La situación es patética", lamenta el popular ilustrador Francesc Capdevila, más conocido como Max.

La falta de diálogo, la causa

¿Cómo se ha llegado a esta situación?¿Quién o quiénes son los responsables? Xavier Pericay fue en 2006 uno de los intelectuales que firmó el manifiesto fundacional del partido naranja, donde denunciaban el auge del movimiento independentista en Cataluña. Según él, "durante años se ha hecho creer a la gente y se ha creado la sensación que existe un derecho a votar. Pero sólo se puede votar si el marco legal te lo permite. Ahora es difícil entender a la gente que no es un derecho, al menos, no si no entra dentro de la ley", trata de explicar el político y escritor.

El resto va más allá: el biólogo Miquel Ribas o el cardiólogo Oriol Bonnín coinciden en responsabilizar en gran parte a "un sentimiento anticatalanista". "Me da la sensación que en los últimos años ir en contra de los catalanes ha funcionado bien en el resto de España. En Mallorca igual no, pero en otros lados da votos", aprecia el científico y profesor. Bonnín añade un matiz: "Unos han utilizado el anticatalanismo para sacar votos, pero también hay partidos que han aprovechado la reacción de la gente para mantenerse en el poder", señala el médico en clara alusión a la antigua Convergència, ahora PDCat.

Sin embargo, unos y otros coinciden en que el origen de que se haya llegado tan lejos es la falta de diálogo. "Los catalanes llevan años hablando sin que nadie les escuche. El principal responsable es Rajoy, que ha dejado que el tema se fuera pudriendo", denuncia Max. "Las reivindicaciones no son nuevas. Vienen de años atrás", señala la edil en Cort Eva Frade. El profesor de Comunicación y doctor en Videojuegos en el CESAG Víctor Navarro lamenta que "no se ha sabido escuchar ni dialogar. Los gobiernos se han enfrentado y han desaparecido los especios donde hablar", explica.

Fornàs pone ejemplos: "Si hubiera habido Estatut o un concierto económico como el vasco no hubiera surgido así el independentismo", opina el pívot catalán. Pero ahora, asegura, ya es tarde.

Divididos por el referéndum

Ahora las posturas están enconadas. Y el principal motivo de división es el referéndum que ha convocado la Generalitat y que sigue adelante pese a la suspensión del Constitucional y a la retirada de miles de papeletas por parte de la Guardia Civil. ¿Se tiene que poder votar? Algunos lo tienen claro: "Ha faltado sentido común. Se hubiera podido pactar un referéndum como en Reino Unido o Canadá. No se ha hecho por el miedo a lo que podía pasar y mira ahora", reflexiona el doctor Bonnín. "No todos los catalanes piensan igual, pero sí que había un porcentaje muy elevado que quería referéndum", añade. Roger Fornàs recuerda que, según algunas encuestas, hasta un 80 por ciento de los catalanes son partidarios del referéndum. Él es uno de ellos y asegura que el 1 de octubre acudirá a las urnas: "El referéndum se tiene que celebrar. Las instituciones están muy decididas y el pueblo catalán no se parará", avisa.

Josep Palouzié fue jefe de la Policía Local de Girona coincidiendo con el actual presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de alcalde. Ahora es jefe de la Policía Local de Palma. Para él, el referéndum no es posible, no mientras no lo permita la ley: "En un sistema democrático la principal expresión de democracia es el cumplimiento de la ley, que puede ser reformada y permitirlo todo, pero debe respetarse", explica el jefe de la policía palmesana. Pericay va más allá: "El referéndum es un golpe de Estado, afortunadamente no con armas".

"¿Se están saltando la ley? Imagino que sí. Pero solo en este caso se actúa con tanta contundencia", replica el biólogo Miquel Ribas. "Además", añade, "no es legal porque no lo permite la Constitución, pero sí se cambió en una noche de agosto porque lo pidió Europa".

Rechazo a las detenciones

La respuesta del Gobierno central a la convocatoria de los catalanes a las urnas han sido requerir las papeletas electorales, los registros en edificios de la Generalitat y la detención de altos cargos. ¿Está justificado o ha habido un exceso? "Que la policía impida el referéndum, vale; pero que se detenga gente es delirante", valora el dibujante Max. "No vi bien lo que sucedió en el Parlament catalán, donde se ignoró a la oposición, y no veo bien la respuesta del Gobierno con una represión policial que no puede ver bien ningún demócrata", opina Oriol Bonnín.

"El Estado está actuando como un Estado autoritario. Las detenciones están fuera de lugar. El PP se ha quejado cuando ocurría en Venezuela y ahora actúan igual", rechaza la actuación Fornàs.

"La gran suerte es que hasta ahora no ha habido violencia. Lo que da miedo es que no se le pueda ir a alguien la mano. Porque solo habrá margen mientras no haya violencia", opina el biólogo y profesor de la UIB, Ribas. No obstante, admite que esto ha provocado "un distanciamiento claro que cada día se va haciendo más grande". La concejal de Podemos Eva Frade hace una lectura coincidente: "La respuesta de Madrid está haciendo que el sí crezca como no ha crecido en los últimos 20 años. La tensión ha llegado a un nivel que recuerda otros tiempos", asegura la edil en Cort.

"Una cosa son las decisiones políticas y otras las decisiones judiciales. Los cuerpos de seguridad están siguiendo lo que marca la justicia, no los políticos", defiende la actuación de la Guardia Civil en Cataluña el jefe de la Policia Local de Palma, Josep Palouzié.

El jefe policial apunta a la consecuencia social de lo que está sucediendo, algo en lo que coinciden otros de los consultados. "Existe una fractura social dentro de Cataluña. Superarlo costará y dependerá de cómo evolucione. Pero la realidad es esa: afecta las relaciones sociales, en la familia y en el trabajo. Quien diga que no, es porque está en una posición antagónica", asegura Palouzié.

Fractura social

Xavier Pericay apunta en la misma dirección: "Es una cosa que aquí se ignora, pero todo esto está destruyendo el seno social de Cataluña y relaciones de afecto y lo conozco de primera mano", asegura el diputado de Ciudadanos. "Algunos lo ven como una cosa amistosa, pero hay gente en Cataluña que no quiere hablar", dice.

Miquel Ribas admite un "ambiente tenso" y también coincide con ello Víctor Navarro: "Si todo el mundo está asustado algo no se está haciendo bien", reflexiona. "En mi entorno tengo gente posicionada en una dirección o en otra y muchos, muy cautos", describe el ambiente el profesor.

"Lo que yo veo es que la mayoría de mis compañeros de clase de Sabadell que no se habían posicionado, estos días en las redes sociales se están posicionando. Hay un sentimiento de frustración y mucho quieren dar un crido hacia fuera", valora Eva Frade. Por su parte, Max denuncia que "se obliga a la gente a ponerse de un lado o de otro, y yo no quiero que me obliguen a estar con unos u otros. El individuo es soberano".

"Puede haber crispación al hablar de ello", admite Fornàs, "pero lo mismo que cuando antes hablaban un señor de izquierdas y otro de derechas", le quita hierro.

"Aún estamos a tiempo"

¿La ruptura ya se ha producido? ¿Se podrá reencauzar la situación? Pese a las diferentes visiones la mayoría cree que sí, y habla del diálogo como única vía. "Aún estamos a tiempo", considera Frade. "Las cosas deberían reconducirse y los políticos de uno y otro lado deberían estar a la altura", reclama Max. "No hay una casilla de salida a la que volver", avisa Navarro, "tenemos que avanzar". "No se va a resolver a las bravas, como pretende el Gobierno, ni con una fiesta constante, como espera el independentismo", advierte el profesor, que hace otra observación: "Cuando hay tanta gente incómoda hay que escuchar". "Está en manos de la sociedad", zanja.

"El independentismo está y seguirá estando. Después del 1-O deberán convocarse elecciones y cualquier solución debe pasar dentro de la ley y con diálogo", plantea Pericay. "La solución debe ser política, no hay otra. Primero hay que cumplir la ley y luego sentarse a negociar", defiende el jefe de Policía, Palouzié.

Para el doctor Bonnín, "tendrán que cambiar los actores", y el científico Ribas, aunque defiende que los catalanes deberían poder votar señala que "al final, todos tendrá que ceder". "Mi madre era de Soria y mi padre nació de camino a Barcelona. No entiendo como no es posible querer a un lado y a otro. Se tendrán que sentar y hablar, sentencia Frade.