La moda es según la Real Academia de la Lengua algo que "en un momento determinado goza de destacada aceptación". La temporalidad, la fugacidad, la transitoriedad están sustancialmente unidas a una palabra que, además, evoca frivolidad y trivialidad.
Que en boca de todos esté la frase "Mallorca está de moda" contiene una carga negativa que el político o el empresario no desdeñarán si son previsores. Lo que hoy está de moda, mañana puede resultar anticuado y repeler.
La inteligencia, el conservadurismo que tradicionalmente se atribuye a los isleños tiene que calibrar los jirones y los descosidos que pueden dejar en la isla quienes hoy apuestan por ella y se creen visionarios y salvadores -"porque está de moda"-, y mañana se irán a otro sitio también presentándose como iluminados y redentores -porque Mallorca ya está "demodé"-.
Una planificación inteligente de lo que desea la isla desdeñará, por excesivamente costoso para nuestra tierra, todo aquello que dentro de unos años pueda convertirse en una ruina del presente y escuchará el vaticinio de Yves Saint Laurent, que algo sabía del asunto: "Un buen diseño puede soportar la moda de diez años".
Es lo que necesita Mallorca: un buen diseño a largo plazo.