Balears quiere que sus ciudadanos contaminen menos cada vez que pulsan el interruptor para encender la luz de sus hogares. El plan del Govern pasa por dejar de depender de la central eléctrica a carbón de es Murterar y apostar por energías más limpias. A falta de la aprobación de Madrid, el cierre progresivo de esta planta, ubicada en Alcúdia, se convertirá en símbolo de la transición energética en Mallorca.

En la actualidad, Balears es la comunidad española con menor peso de las energías renovables. Con un 2,5% el archipiélago está también a la cola en eso. El Govern pretende cambiar la situación: el objetivo lograr en tres años que el 10% de la energía de las islas sea renovable y que sólo una cuarta parte del suministro provenga de la planta de carbón de es Murterar. Hasta que se consoliden las renovables, las centrales de gas natural y el suministro que llega de la península serían las principales fuentes. El cierre progresivo de la planta eléctrica ubicada en Alcúdia es el principal eje del Plan de Transición Energética que planea el Govern. Ahora, es Madrid quien deberá dar su consentimiento, si bien ya ha comunicado que ve con buenos ojos el plan balear.

35 años como principal fuente

La planta eléctrica de es Murterar fue abierta el año 1981, junto a s'Albufera, para asumir el suministro eléctrico de Mallorca y Menorca. La entonces compañía pública Gesa invirtió 20.000 millones de pesetas en la central térmica. Las dos plantas que habían abastecido a la isla hasta entonces, la de Alcúdia y la de Sant Joan de Déu ya no daban abasto. La primera fue cerrada y la segunda pasó a ser una unidad de apoyo para la nueva y moderna central. Las dos líneas con las que empezó se vieron ampliadas en 1998 por 42.000 millones de pesetas y supusieron dejar la planta de Sant Joan de Déu fuera de servicio.

En la actualidad, el 50% de la electricidad que llega a los hogares de Mallorca proviene de es Murterar, un 35% de la península y el resto se lo reparten las centrales de gas natural, principalmente Cas Tresorer y Son Reus, y las renovables, que solo representan un 2,5%. Precisamente, la energía generada por medio del carbón es la más contaminante: produce el 25% de las emisiones de CO2 de la isla.

"El carbón es el combustible sólido más sucio. Empieza a ser hora de plantearse el cierre de es Murterar", defiende el director general de Energía del Govern, Joan Groizard, en una decisión que aplauden las principales entidades ecologistas, como el GOB. El plan del Govern pasa por haber cerrado antes de 2020 las dos primeras líneas de la central, que ya tienen 35 años, y antes de 2050 tenerla ya cerrada del todo y con las renovables como grandes protagonistas. Según estima el Govern, la primera fase se traduciría en una reducción del 16% de las emisiones de CO2 en la isla.

Para sustituir la producción en esta primera fase, el Ejecutivo autonómico autorizará cinco parques solares, cuatro en Mallorca: dos en Llucmajor, otro en Alcúdia y el polémico complejo de Santa Cirga, en Manacor. El resto irá a cargo de la intensificación de las plantas de gas natural de Endesa.

La compañía eléctrica, responsable de es Murterar, hará lo que le diga el ministerio de Industria. Desde la empresa se limitan a recordar que "dentro de los objetivos estratégicos de Endesa está la descarbonización", pero insisten en recordar "la importancia de ser capaces de garantizar el suministro eléctrico durante el proceso de transición". Según explican desde la compañía eléctrica, en el último año, la punta de consumo se ha elevado en 200 megavatios.

No repercutirá en la factura

Según el Govern, la repercusión en la factura de la luz de los ciudadanos sería mínima. "El gas natural supondrá un mayor coste del sistema eléctrico, al que hay que añadirle el sobrecoste por insularidad", explica el director general de Energía del Govern. Entonces, ¿cómo puede no repercutir en la factura? "Si sólo hiciéramos eso, cerrar las dos líneas de es Murterar y poner a funcionar a pleno rendimiento las centrales de gas natural, el coste sería de 35 millones de euros para la red energética. Pero eso se repartiría entre todos los consumidores de España, por lo que en la factura sería mínimo", explica Groizard. Y aporta un dato: "El sobrecoste por el hecho de ser islas es de 500 millones". Con lo que el coste de cerrar es Murterar sería mínimo. Al menos, eso es lo que asegura el Govern. No obstante, Groizard va más allá: "Pero es que no haremos sólo eso. Luego estará el aumento de renovables con las fotovoltaicas", apunta el director general.

Precisamente, el principal argumento que tiene para convencer al Ministerio, interesado en no subir la factura de la luz, es que ese mayor peso de las renovables supondrá un ahorro. "Al ser unas islas sale más barata la producción de renovables que la de centrales de carbón o de gas natural". Así, según detalla Groizard, entre una cosa y otra, el coste del suministro eléctrico quedaría compensando.

Por lo que respecta al futuro de los trabajadores de es Murterar, el Govern plantea que el aumento de actividad necesario en las plantas de gas natural para sustituir gran parte del suministro de la planta de Alcúdia permitirá recolocar a casi toda la plantilla.

Esa solo es la parte del plan hasta 2020. Luego vendrá lo más complicado. Pero el camino es largo: la meta del Govern es depender sólo de las renovables en 2050, año límite para la descarbonización según los acuerdos de París contra el cambio climático.

Para avanzar en ese camino y poder las otras dos líneas de producción de es Murterar y decir adiós definitivamente a esta central, antes habrá que garantizar el suministro y poner en marcha numerosos proyectos de energías renovables, principalmente de parques fotovoltaicos. ¿Cómo tiene pensado el Govern avanzar en esa dirección?: "Estamos preparando la Ley de Cambio Climático y una de las aportaciones recibidas es definir dónde y cómo queremos desarrollar las plantas de renovables", explica Groizard. Ahora bien, también se trata de que haya inversores interesados: "Queremos proponer una prima o sistema de redistribución especial para Balears, que permita que los proyectos fotovoltaicos pequeños sean más rentable", plantea el director general.

"Algunos piensan que el impacto de los parques solares en el paisaje sería negativo para el turismo, pero si los turistas supieran que la mitad de la electricidad que consumen viene del carbón, igual no volverían", apunta. E insiste: "La meta final es que en 2050 todo sean energías renovables".