Matas sale muy bien parado de los casos de corrupción que azotan a su gobierno. Maria Antònia Munar acumula más de cuatro años en prisión... y lo que le queda. En una situación semejante se encuentra su correligionario Miquel Nadal. Josep Juan Cardona, conseller de Asuntos Exteriores de facto entre 2003 y 2007, pena en la biblioteca de la cárcel de Eivissa una condena de 16 años. El exministro de Aznar y dos veces president del Govern, apenas ha pisado la prisión unos meses. Y fue por la determinación de tres juezas que se sintieron ofendidas por su actitud chulesca después de que el Tribunal Supremo rebajara sustancialmente la primera condena que cayó sobre sus espaldas.
Matas y sus juegos malabares -en el juicio por el caso Nóos reconoció solo a medias lo que había pactado con el fiscal- le permiten esquivar la celda. Si las resoluciones judiciales mantienen el mismo rumbo, al final resultará que la mayor condena del político que compró un palacete y pagaba sus coches con billetes de 500 euros será que se quedará sin amigos, si es que un día los tuvo.
Su estrategia de atribuir sistemáticamente a sus subordinados las ilegalidades cometidas denota cobardía, insolidaridad e irresponsabilidad. Virtudes poco adecuadas para el político que, según Mariano Rajoy, le iba a servir de ejemplo cuando gobernara España.
