Los taxistas de Mallorca han estado más listos en la guerra contra Uber que los del resto del Estado. Mientras en Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana y la de Madrid corren el riesgo de que el Tribunal Supremo dé luz verde a cientos de licencias VTC para alquilar vehículos con chófer, que permitirían a plataformas web como Uber y Cabify hacer competencia desleal al taxi con precios mucho más bajos, en la isla el peligro existe, pero los taxistas se han protegido mejor contra la amenaza: según explican, ellos mismos aprovecharon el vacío legal que hasta 2014 permitió solicitar sin restricciones licencias VTC, hasta el punto de que han acumulado 700, frente a las 200 conseguidas por una empresa de la península, Ares Capital, que podría luego ponerlas en manos de Uber y similares.

Todos esos permisos fueron denegados durante los gobiernos autonómicos de Antich (PSOE) y de José Ramón Bauzá, pero la batalla legal subsiguiente ha llevado la validez de los permisos ante el Tribunal Supremo: serán su jueces los que sentencien si las licencias valen para algo. Eso deja así un escenario preocupante para los taxistas de Mallorca, pero no tanto como en el resto de comunidades, en las que los profesionales del sector no se cubrieron las espaldas solicitando también ellos permisos de alquiler de coche sin conductor, un coladero con el que Uber o Cabify podrían dar en la práctica servicios como los de los taxistas, solo que con los precios que quieran (los del taxi están regulados y son de obligado cumplimiento).

La consecuencia es que si el Supremo da validez a esas licencias VTC denegadas en su día por la administración balear, Uber podría tener al alcance 200 vehículos en Mallorca. Con ellos podría intentar tirar los precios y hundir a los taxistas, como ya han hecho en lugares como San Francisco (Estados Unidos) y como están intentando en media Unión Europea. Pero si lo hacen se encontrarán con que los taxistas de las islas tendrán a su disposición 700 de esas autorizaciones VTC para defenderse de la ofensiva. "No tenemos intención de usarlas, pero si se llegase a ese escenario, en el que el Supremo las permite, decidiríamos entre todos cómo emplears para defendernos", explica Gabriel Moragues, presidente de los autónomos del taxi.

De momento, dice, ya han logrado algo: que Ares Capital, la empresa de la península que está especulando con licencias VTC que consiguió por 40 euros para después venderlas a Uber, Cabify y similares por entre 60.000 y 100.000 euros, se encuentre con que sus 200 autorizaciones en la isla no valen tanto, aunque solo sea porque el colectivo del taxi se ha cubierto con 700 solicitudes de licencia que tendrán idéntica validez. "Es una vergüenza que el ministerio hoy por hoy esté permitiendo a esta gente especular con licencias que cuestan 40 euros, con las que quieren dar un pelotazo de primera", opina Moragues, que también está al tanto de que el propio Ministerio de Fomento, en colaboración con gobiernos autonómicos como el balear, está buscando opciones para impedir ese uso especulativo.

Opciones para frenar a Uber

La alternativa más clara contra la especulación es prohibir que las licencias puedan ser vendidas durante unos años. Eso impediría que, por ejemplo, Ares Capital revendiese por miles de euros a Uber sus autorizaciones. Lo que no impediría es que sucediese lo que de hecho está sucediendo: que la empresa concesionaria, en vez de transmitir el permiso VTC, lo que haga es meter en su accionariado a uno de estos gigantes especializados en ofrecer falsos taxis por móvil o internet en tiempo real. "En ese supuesto lo que tendremos que hacer es acreditar ese cambio de accionariado e intentar denunciarlo por fraude: es cierto que ese cambio accionarial no es un delito mercantil, pero puede ser un fraude si encubre la transmisión de una licencia VTC", razona Gabriel Moragues, que deja constantemente claro que los taxistas de las islas se han movido mucho y bien para plantar cara a la amenaza que tiene al borde del abismo a profesionales del taxi de medio planeta.

Y ojo, dice, que aquí esas 200 licencias que podrían quedar a tiro de Uber o Cabify son una amenaza en toda regla para los taxistas de Mallorca. "Es muy peligroso. Basta con que concentren su actividad en un par de zonas de hoteles o en infraestructuras clave [como el aeropuerto] y estamos listos", avisa Moragues, uno de los líderes de un colectivo que sigue trabajando para anticiparse a lo que pueda venir.

De momento, desde Palma han hablado ya con taxistas de zonas como Calviá para que haya una estrategia conjunta y puedan llegar a verse protegidos igualmente por las licencias VTC que se reservaron en la asociación y ahora dependen del Tribunal Supremo. "Si [Uber o similares] consiguen 200 licencias para hacernos competencia desleal, nos harán daño, pero tendremos las nuestras para hacerles polvo. Por eso estamos más tranquilos que en otros sitios: creo que salvaremos el tipo gracias a la estrategia planteada", concluyen en el sector del taxi, que solo en Palma cuenta con 1.237 coches.