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Solidaridad

Voluntariado agridulce en Lesbos: "Solo queríamos ayudar"

El Proyecto Agua buscaba reconciliar a los niños con el mar tras las duras travesías vividas

Playa en la que se llevaba a cabo el proyecto, en la isla de Lesbos. l.b.

El proyecto era bonito, loable y necesario: ayudar a los niños refugiados llegados de Siria a perder el miedo al mar, evitar que queden traumatizados después de las peligrosas travesías vividas a tan corta edad. Reconciliarlos con el mar.

Con ese objetivo la Asociación ProemAid impulsó en 2016 el Proyecto Agua. Dos profesoras mallorquinas, Carme Rosselló y Laura Balagueró, oyeron hablar de él y contactaron con Antonia Triguero, quien desde Inca ha impulsado en los últimos años multitud de envíos de donaciones a Lesbos.

Ella les hizo de enlace para meterse en el proyecto, del que finalmente volvieron con un sabor agridulce por una "falta de coordinación y mala gestión de los recursos" que ahora quieren denunciar.

Pagaron 750 euros en billetes y 200 más para el alojamiento. Dedicaron las semanas previas a recopilar material, pidiendo a tiendas y conocidos. Partieron el día 30 de julio y debían regresar el 16, pero finalmente volvieron cuatro días antes al sentir que estaban "perdiendo el tiempo".

Aplauden las intenciones de los implicados y la buena voluntad en general de los voluntarios, pero creen necesario "dar una vuelta" al papel de las ONGs en el momento actual que se está viviendo en Lesbos, que es muy diferente a la situación de hace dos años, cuando no paraban de llegar embarcaciones. "Ahora no están llegando barcas", señala Laura, "y aún así nos hacían hacer guardias". Añade además que el equipo de rescate que en teoría estaba allí había sufrido varias bajas y "dejaba mucho que desear".

Tampoco había niños: "Éramos más voluntarios que niños". Así que tampoco había mucho trabajo: "Si no hay trabajo os lo tomáis como unas vacaciones", explica Laura que les dijo una de las responsables. Pero ellas no iban de vacaciones. Ellas querían ayudar: "Nosotros suplicábamos que nos dieran algo para hacer, aunque fuera limpiar o pelar patatas". Señalan que hasta seis voluntarios frustrados adelantaron su regreso.

Las profesoras critican la falta de organización desde el inicio: "Ni siquiera pudimos leer el proyecto antes de ir, de hecho lo hemos visto por primera vez ahora, al volver, y es muy bueno, pero de eso no hicimos nada allí, nadie coordinaba", deplora Carme, que apunta además que justo antes de partir se les dijo que finalmente su misión sería enseñar a nadar a niños y mujeres. La primera noche nadie había pensado en que llegaban ni habían contratado su alojamiento, así que se encontraron con que no tenían sitio donde dormir.

Les chocó ver que el material que trajo el primer equipo prácticamente "había desaparecido" ya que "no se responsabilizaba a los niños para que lo cuidaran: si perdían unas gafas se les daban otras". Pudieron repartir parte del material que trajeron ellas (abarcas, gorras, bañadores...) pero otra parte 'despareció' o la veían tirada por el suelo.

Fueron a otros centros de atención a refugiados muy bien organizados, como Mosaik o OneHappyFamily, y allí se ofrecieron para dar clases, pero las ONGs veían poco serio empezar un proyecto dado que solo iban a estar dos semanas.

"Nos sentimos unas peleles", describe Carme. "Creo que no hay que engañar a la gente sobre lo que está pasando en Lesbos", añade Laura, que apunta que si aportan este testimonio es para que "se tomen cartas en el asunto".

Juan Antonio Reina (conocido como Onio) es el fundador de ProemAid. Lamenta mucho las quejas, pero señala que desde 2016 han pasado por Proyecto Agua un total de 33 equipos (seis este último verano) y no ha habido más críticas que las de este grupo. "Intentaremos mejorar lo que se pueda, pero si no hay trabajo no hay trabajo", indicó a este diario.

Antonia Triguero admitió que el turno que critican las mallorquinas "no se coordinó bien" y que "no había trabajo", pero lo acota a algo "puntual que sucedió solo con este grupo".

En general, aseguró, hacen "un buen balance" de este proyecto que finaliza hoy 31 de agosto. Considera que los voluntarios se suelen ir satisfechos y muestra mensajes de algunos de ellos: "La mejor ONG con la que he estado, con diferencia", decía Alberto; "Gracias a todo el equipo que nos ha permitido esta experiencia", añadía Anna.

Carme y Laura se llevan como buen recuerdo la satisfacción de haber conocido algunas personas e historias que les han marcado y también la alegría de haber podido ayudar un poco, pero deploran que con buena organización podrían haber hecho "mucho más".

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