Un testigo protegido, una persona que hasta el año pasado trabajaba para Megapark, propiedad del empresario de la noche encarcelado Bartolomé Cursach, ha narrado ante los investigadores un negro panorama en torno a dicho local. Según el declarante, varios policías locales y un agente de la Policía Nacional cobraban sobornos o trabajaban para el Grupo Cursach con el fin de evitar las inspecciones o investigaciones oficiales y propiciar una impunidad total de cara a los abusos.

Palizas a clientes y camareros, explotación laboral y excesos de aforo de hasta 12.000 personas en una jornada de partido de fútbol son algunas de las irregularidades desveladas por esta persona.

Asimismo, también sitúa al expresidente del PP de Palma, José María Rodríguez, en las fiestas sexuales que organizaba Cursach.

El testigo ha sido citado el próximo lunes para que confirme su relato o lo matice ante los abogados personados en la causa, el juez Manuel Penalva y el fiscal anticorrupción Miguel Ángel Subirán.

El trabajador menciona en sus declaraciones la existencia de presuntos sobres (sobornos en metálico) para algunos agentes del GAP, una unidad de élite de la Policía Local bajo sospecha de corrupción en este macrosumario.

Siete agentes locales

El hombre ha identificado a siete agentes de la Policía Local ya imputados en el sumario, como los funcionarios que recibían estos sobornos o trabajaban de porteros o personal de seguridad en el local. También cita a un agente de la Policía Nacional que frecuentaba el establecimiento y del que le explicaron que "es un policía que tenemos aquí por si hay algún problema". Este funcionario, al parecer, no está imputado todavía y el testigo no menciona su nombre.

La "protección policial" se habría traducido en que el local se vio exento de inspecciones por prolongación de horarios y excesos de aforos. Tampoco se recibieron visitas en materia de seguridad o de cumplimiento de la legislación laboral, recalca el trabajador.

El empleado asegura que Megapark era una mina de oro y menciona que por día se podían hacer cajas de hasta 400.000 euros o más. La media de ingresos de cada caja era de cinco mil euros por turno, había 40 puntos de cobro oficiales y dos turnos por cada día y noche.

Agresiones a clientes

El testigo protegido asegura que camareros y personal de seguridad agredían a clientes del establecimiento, pero los incidentes se tapaban para que no trascendiera nada.

De acuerdo con su versión, los empleados disponían de un número de teléfono para avisar en caso de una agresión u otro incidente. Después, aparecía una ambulancia de una clínica privada de Palma que atendía a los heridos en un callejón de la parte de atrás y se los llevaba sin que actuase la Policía.

El declarante asegura que en mayo del año pasado se desprendieron unos elementos del techo en un reservado del local. Los materiales habrían lesionado a una clienta, que fue atendida por directivos de Megapark y del Grupo Cursach y evacuada a no se sabe dónde en un coche particular.

Miles de personas a la vez

Los incidentes habrían sido ocultados compensando a las supuestas víctimas con estancias gratuitas en el hotel del Grupo de Magaluf.

En 2012, y con ocasión de un importante partido de fútbol, se concentraron en Megapark 12.000 personas. Cada jornada de verano el popular local entre los turistas germanos albergó a entre 2.500 y 4.000 personas a la vez, siempre según el trabajador. No obstante, nadie controlaba el aforo.

El testigo asegura que tiene miedo a las represalias de su empresa, porque ha oído hablar de palizas a un camarero, que fue despedido por hacer mal su trabajo y luego expulsado de la casa donde le permitían vivir. Esta persona, siempre de acuerdo con el declarante, sufrió una paliza a manos de personal de seguridad enviado por un directivo del holding.

Las condiciones laborales de los trabajadores de la discoteca eran muy lamentables: los jefes les obligaban a trabajar una media de diez horas al día, 30 días al mes y sin librar ni una sola jornada, y les descontaban importantes sumas por llegar tarde o por no hacer bien sus tareas.

"Por llegar tarde a trabajar te quitan 50 ó 100 euros de tu nómina si lo creen conveniente y le quitan 100 euros a una bailarina si piensan que no anima suficientemente la sala", ha explicado el empleado.

En Megapark abundarían los contratos fraudulentos de 20 horas a la semana, cuando la jornada era de 50 horas o más y también las contrataciones en negro. "Hay unas 40 personas que trabajan en negro detrás de la barra y sin uniforme para salir de allí y simular que son clientes en el caso de que llegue una inspección".

Permiso para Sbert

El testigo protegido responsabiliza de estas situaciones a varios responsables del local y del grupo, entre los que destaca a Bartolomé Sbert, el número dos del holding y que está en prisión preventiva desde el pasado marzo.

"Nada se mueve allí sin que Sbert lo sepa", afirma el declarante. Precisamente estos días Sbert ha disfrutado de un permiso extraordinario en la cárcel para asistir al sepelio y funeral de su padre, el periodista Bartomeu Sbert Barceló. Fuentes próximas a Sbert han rechazado de plano las acusaciones del testigo protegido.

Por último, el declarante asegura que el Grupo Cursach disponía en 2016 de más de 200 tiqueteros en la Playa de Palma, "que no eran molestados por la Policía Local".