Con 40 policías inhabilitados por ser sospechosos de haber trabajado a sueldo de mafiosos comunes y delincuentes políticos trabajado a sueldo de mafiosos comunes y delincuentes políticos, los jueces aciertan al desconfiar de la Policía Local, aunque lo hacen por razones equivocadas: no es que no haya agentes ejemplares y de absoluta competencia a la hora de prevenir el delito, es que un cesto entero de manzanas podridas obliga a creer en la excepción del buen policía ignorante de la excepcional corrupción de su cuartel. Jamás dudaré de un jefe de Policía como el actual, valiente como para denunciar la precariedad de su plantilla, pero tiemblo ante el silencio colectivo de un cuerpo que durante años de corrupción interna miró para otro lado (malo) o directamente no vio nada (casi peor).
Recuperen la confianza. Nuestra seguridad depende de ello. La pesadilla de Barcelona podría haber sido aquí, en una isla en la que la delegada de Gobierno, María Salom (PP), presume de los refuerzos de Policía Nacional de esta temporada, sin confesar que se fueron de vacaciones más agentes de los llegados: en la isla de la saturación, lo único que se encoge en verano es la Policía. Y su credibilidad.
