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Salud laboral

Las 'kellys': "Nos duele todo"

Los centros de salud costeros saben que cuando acabe la temporada estas trabajadoras pedirán citas por dolor y agotamiento

Las 'kellys': "Nos duele todo"

Ahora muchas ni se plantean ir al médico porque tienen demasiado trabajo, pero en cuanto el ritmo de visitantes afloje un poco las camareras de piso empezarán a desfilar por sus respectivos centros de salud, aquejadas de múltiples dolencias, además de agotamiento (físico y mental).

Lo saben bien los médicos de municipios costeros. Lo explica por ejemplo Apol·lònia Cifre, médica en la Unidad Básica de Salud del Arenal, un centro que atiende a una población que casi en el 100% de los casos se dedica a la hostelería: "Las camareras de piso ahora no vienen porque no tienen tiempo, pero a partir de septiembre y octubre empiezan a pedir cita".

¿Qué tipo de lesiones sufren estas trabajadoras? Lo que ha visto Cifre en su consulta coincide con lo que explica Shirley Siles, presidenta de la asociación Kellys Unidas Baleares ('kellys' es la autodenominación elegida por este grupo de trabajadoras en referencia a 'las que limpian').

Es frecuente que sufran dolor de cervicales, lumbalgias, hernias discales y ciática debido a la carga de peso y a determinadas posturas, como agacharse para hacer las camas (hay trabajadoras que pueden llegar a hacer hasta 40 camas diarias, depende de la categoría del establecimiento).

"Cargamos todo el día un carro repleto que pesa un montón, por unos pasillos que muchas veces están cubiertos de moqueta, lo que nos obliga a hacer aún más fuerza", describe Siles, "hacemos muchas camas, tendemos, limpiamos baños, mamparas, cada cierto tiempo tenemos que darle la vuelta al colchón..." Cifre confirma que este tipo de lesiones dorsales, cervicales y de lumbares surgen por una sobrecarga muscular.

Así, es normal que tiren de antiinflamatorios para poder paliar el dolor: "El 80% se medica para ir a trabajar porque no puedes parar", señala Shiles, "es normal que te tomes un ibuprofeno con el desayuno y otro a la hora de la comida". También es habitual que cada tanto tengan que hacerse una rizolisis lumbar. Ella misma se la ha tenido que hacer para sobrellevar el dolor de una hernia discal, además de tener "las cervicales fatal" y de haber sido operada de la rodilla.

Por eso, las 'kellys' reivindican que las dolencias de espalda se consideren enfermedad profesional, al estar directamente derivadas de su actividad laboral. Ahora solo se les reconoce el síndrome de túnel carpiano como enfermedad profesional

Apol·lònia Cifre narra que este síndrome afecta a la muñeca y se produce por efectuar movimientos repetitivos, que provocan que el canal del nervio se obstruya, provocando hormigueo y dolor. Los casos más graves requieren operación. Las tendinitis de hombro y de codo también son recurrentes en este colectivo.

Desde su centro de salud, Cifre constata que muchas de estas trabajadoras van a trabajar con dolor y rechazan ponerse de baja "por un tema económico". Explica que desde el centro de salud intentan pautar con ellas maneras de sobrellevar el dolor en el día a día.

"Les decimos que si algún día se toman un antiinflamatorio, que al día siguiente mejor tomen un paracetamol", ejemplifica la doctora, que señala no obstante que hay indicios (según la escasa investigación científica que hay sobre este tema) de que estas trabajadoras podrían tener una percepción del dolor menos acentuada, que lo tienen más interiorizado y hasta cierto punto se han acostumbrado a cierto nivel de dolor.

Tanto la médica como la presidenta de las 'kellys' saben no obstante que no todo el malestar es físico. "Nos duele todo, las condiciones de trabajo son muy duras, tanto a nivel físico como mental", indica Shirley Siles. ¿Por qué? "Vamos a contrarreloj, con el tiempo muy justo para hacer cada habitación: hay chicas que ni comen y algunas hay días que no tienen tiempo ni para ir al baño", deplora, "y lo peor es el 'factor sorpresa': el no saber qué te vas a encontrar en cada habitación".

La médica de familia confirma que muchas llegan con cuadros de ansiedad: "La sobrecarga de trabajo les genera un estrés emocional". Por eso entiende que en los últimos tiempos se hayan empezado a movilizar exigiendo regular la carga laboral; el reconocimiento de más enfermedades profesionales y la jubilación anticipada.

"A los 58 años, tras 40 trabajando, tu cuerpo no da para más", razona Siles, "al empresario también le conviene que nos jubilemos antes, sale ganando, no le interesa tener gente enferma". Para Cifre adelantar la jubilación es algo totalmente lógico: "Muchas a partir de los 62 años están ya de baja, aunque pierdan dinero, tienen bajas de un año por dolores osteomusculares: simplemente es que no pueden seguir".

Desde su Unidad Básica hace ya tiempo, antes de que comenzaran las reivindicaciones, que se dieron cuenta de que algo tenían que hacer para atender las necesidades de salud de este colectivo. Por eso, entre septiembre y octubre y en coordinación con la Unidad de Investigación de Atención Primaria, impulsarán un estudio para comprobar el grado de prevalencia de estas dolencias.

El segundo paso será determinar qué programas de promoción de la salud y de prevención pueden organizar y qué medidas pueden adoptar para atender a este colectivo, como incluir un fisioterapeuta o un psicólogo en el centro para atenderlas, o diseñar programas con determinados ejercicios. "Hay muy pocos estudios sobre el tema", indica Cifre, "solo algunos de Italia, y de EEUU, por las trabajadoras de los hoteles de Las Vegas".

Siles concluye: "Las 'kellys' no pedimos nada estrafalario: es por salud".

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