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La selva del mercado de alquiler

"Para alquilar el estudio me tienes que gustar a mí y al del seguro"

Arrendar una vivienda asequible en Mallorca se convierte en una experiencia angustiosa porque la oferta es cara y escasa

Uno de los pocos pisos de Palma que se ofrece para alquiler residencial. guillem bosch

En la Mallorca entregada al arrendamiento vacacional -el legal y el ilegal- buscar un piso de alquiler a un precio asequible es un tormento. La oferta, muy escasa, empieza a renovarse tímidamente con viviendas disponibles a partir de septiembre, cuando los turistas y los trabajadores de temporada vuelven a hacer las maletas. Da igual. El metro cuadrado está por las nubes y lo que llega a los portales especializados en Internet y a los escaparates de las agencias es exiguo. Si es que llega.

"No llevamos alquileres, solo venta", responden secamente al otro lado del teléfono de una inmobiliaria palmesana. Cuelgan antes de poder preguntar por qué. Lo explican en otra empresa: "Es un mercado muy volátil, no vale la pena. Casi todo el alquiler que hay es turístico y el poco residencial que hay está desorbitado. No nos vale la pena".

No hay nada por debajo de seiscientos euros, salvo que alguien se conforme con un estudio de no más de 40 metros cuadrados. Y en ese caso tampoco resulta fácil conseguir las llaves.

"Estoy organizando una visita para todos los que me han llamado interesados. He contratado un seguro, así que para alquilarlo me tienes que gustar a mí y al del seguro, así de claro", afirma cortante el propietario de un estudio de 30 metros cuadrados ubicado en Cala Estancia.

Este particular explica que la empresa aseguradora exige una copia del contrato de trabajo -es indispensable que sea indefinido- y las dos últimas nóminas.

Alquilar en la isla es terreno abonado para las frustraciones. Los propietarios tienen la sartén por el mango -y lo saben- y se descuelgan con precios y condiciones inalcanzables para un bolsillo medio.

No es solo afrontar el pago de cada mensualidad. Para firmar el contrato hay que hacer un desembolso notable.

En Internet se oferta una planta baja de cuarenta metros cuadrados en la zona de Porto Pí por 610 euros al mes. Sin terraza ni balcón, aunque en la agencia aseguran que "es muy luminosa". El precio parece asequible, hasta que el interesado saca la calculadora. Hay que pagar dos meses de fianza, el primer mes y la comisión de la inmobiliaria (también 610 euros). Total: 2.440 euros. Eso sí, hay facilidades de pago. "El segundo mes de la fianza se puede prorratear. Lo puede ir pagando cómodamente a plazos durante el primer año del contrato", informan en la agencia.

Prácticamente rigen las mismas condiciones para toda la oferta de alquiler que existe en Mallorca. A partir de septiembre hay disponible un apartamento en Santa Ponsa en primera línea de mar por seiscientos euros al mes. Sin embargo, también es necesario tener un bolsillo profundo antes de conseguir las llaves. Dos meses de fianza, la comisión de la agencia y la primera mensualidad. En total, 2.400 euros. Por supuesto también se exige copia del contrato de trabajo y de las dos últimas nóminas.

En pisos a partir de 800 euros -los más comunes- la factura inicial asciende a 3.200 euros. Son pocos los que pueden hacer un desembolso tan importante solo para abrir la puerta del apartamento.

El turismo es el gran condicionante del mercado de alquiler en las islas. Y son muchos los particulares que se abren a arrendar una vivienda solo hasta la próxima primavera.

En el codiciado barrio de Santa Catalina se ofrece un piso de 49 metros cuadrados y una habitación por 750 euros al mes. Amueblado y buena ubicación, pero vetado a los que no quieran verse en la calle en unos meses: "Alquiler de temporada. Solo disponible desde el 15 de octubre hasta el 30 de abril", advierte el anuncio en letras mayúsculas.

Los propietarios saben que alquilar a turistas por días o semanas dispara la rentabilidad, por mucho que el arrendamiento vacacional esté prohibido en pisos como el del anuncio. O como un apartamento de 50 metros cuadrados que se alquila en el centro de Sóller por 500 euros. "Hay que abandonarlo a finales de febrero", advierten al otro lado del teléfono. Siempre hay letra pequeña para el que da con una renta aparentemente económica.

Las multas y las restricciones al alquiler turístico que figuran en la ley aprobada hace una semana por el Parlament deberían implicar un aumento el parque residencial. Son muchos los pisos turísticos que están desapareciendo de las webs, aunque está por ver cuántos se ofertarán a residentes.

No existen en Mallorca pisos de dos habitaciones por menos de 600 euros, salvo que se traten de viviendas degradadas o que se ubiquen en zonas marginales. Tampoco hay casi nada de 700 euros. "Lo más económico que tenemos es uno de 900 euros en es Rafal Vell. Sin amueblar", responden en una inmobiliaria. "El alquiler más barato es un apartamento de 850 euros en Magaluf", cuentan en otra agencia.

Tampoco hay opción a regatear. Un piso de dos habitaciones en Llucmajor se ofrece por 700 euros. Imposible una rebaja. "He puesto el anuncio hoy y llevo todo el día atendiendo llamadas de gente interesada", explica la propietaria.

El precio de los arrendamientos en Balears se ha disparado en los últimos dos años, pero hay resistencias a hablar de burbuja. "Yo no utilizaría este término. Prefiero hablar de avalancha turística. Eso es lo que está encareciendo el mercado del alquiler", argumenta José María Mir, presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad de Balears (COAPIB).

Mir habla de una subida de los alquileres del quince por ciento solo durante el primer semestre de 2017. Entre 2015 y 2016 el incremento registrado fue del 13,8 por ciento. En determinados barrios del centro de Palma los Agentes de la Propiedad cifran la subida en un 40 por ciento.

El precio medio del alquiler de un piso de noventa metros cuadrados en Balears es de 1.080 euros. Una cifra astronómica teniendo en cuenta que el salario medio bruto de las islas en 2015 se situó en los 1.747 euros, el sexto más bajo del Estado, según datos recogidos por el INE.

Encontrar un alquiler económico es una quimera, así que hay que plantearse arrendar una sola habitación en una vivienda compartida. Sorprendentemente, los precios también están por las nubes. La mitad del centenar de dormitorios que se ofertan en Idealista.com cuestan 400 euros o más. Y vuelan.

De cuatro anunciantes contactados, tres afirman haber alquilado la habitación. Hay un cuarto dormitorio en la zona del Camp Redó que sí está disponible por 450 euros al mes. Lo ofrece una mujer que vive con su madre y con su hijo para redondear la economía familiar.

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