Hace un año por estas fechas, el vicepresident Barceló ya sabía cómo iba a ser su ley turística, del mismo modo que estaba planeando una moratoria de licencias de negocio vacacional y tenía decidido fijar un límite de plazas para turistas en el que no hubiera sitio para excepciones. Lo hacía en el convencimiento, expresado tímidamente, de que al turismo había que ponerle límites. Pese a ello, tanto el vicepresident como el resto del Govern se resistían a asumir la percepción de masificación que según las encuestas ya sentían los mallorquines. La saturación era algo "puntual", de momentos concretos y zonas aisladas.

Un año después, concretamente ayer, el vicepresident y conseller de Turismo celebraba la entrada en vigor de su ley y actualizaba su discurso para asumir la saturación como hecho objetivo, al menos en verano: "Ahora mismo el verano balear no admite más turismo. Si no poníamos límites inmediatos se nos iba a ir más de las manos", zanja Barceló, que ahora asegura tajante que "el modelo no era sostenible".

En esa certeza, el vicepresident enfatiza la necesidad de apostar por un "decrecimiento turístico". ¿Cómo? Pues el camino está trazado. Falta recorrerlo. Primer paso: la Ley Barceló no solo reforma el alquiler turístico, también crea, por primera vez en la historia balear, un límite máximo de plazas para alojar. Y a diferencia de lo que había hasta ahora, para ese techo no se contemplan excepciones, ni en hoteles de cinco estrellas, ni en agroturismos, ni en alquileres. A partir de ahora quien quiera abrir una plaza tendrá que dar de baja otra.

O traducido a números: la regulación congela las plazas turísticas máximas de Mallorca en las actualmente autorizadas, que son 435.707 en la isla (294.163 de hoteles, 92.931 de casas vacacionales y 5.964 en tramitación). Nunca más podrá superarse esa cifra de 435.707, a la que, por cierto, hoy no se llega: quedan 42.649 por adjudicar, todas ellas integradas en una bolsa de plazas. Esas últimas, esas 42.649, serán como mucho las que se concedan a nuevos alojamientos (hoteles y alquileres) cuando en un año se levante la moratoria.

Decrecimiento a la vista

Aún hay más: de las plazas ya autorizadas, alrededor de 120.000 se permitieron en base a las excepciones y lagunas que dejaba la Ley Delgado-Bauzá (PP, 2012), por lo que a partir de ahora, conforme quienes tienen la licencia renuncien a ella, el Govern las eliminará. Así que no irán a la bolsa de plazas. "Es una medida orientada al decrecimiento turístico: es posible a medio y largo plazo que se eliminen buena parte de estas 120.000 plazas, con el objetivo de tener a la larga un modelo más sostenible. Ahora tenemos un modelo de masas y turismo de sol y playa desarrollado durante décadas, que no se cambia de un día para otro. Pero esta ley es una herramienta para hacerlo", explica Barceló, que tiene los mismos planes de hace un año, solo que ahora sí encajan con su discurso (y el de su partido, Més).