En el cementerio de Sóller yace enterrada una adolescente. Las fechas de su lápida permiten ver que era demasiado joven para morir, allá por los 80. Los vecinos recuerdan cuando pasan ante ella, que era hija de los dueños de un popular restaurante del puerto. Una noche, sufrió una crisis de asma que una mascarilla de ventolín habría hecho remitir. Sin embargo, el medio centenar de curvas del Coll impidió a la ambulancia llegar a tiempo. Es, seguramente, solo una historia más de las muchas que definen lo que era ir de Sóller a Palma, y viceversa, antes del túnel. Treinta años del proyecto, veinte de su inauguración y a menos de un mes de abrir un nuevo capítulo de una historia siempre ligada a la polémica.

Después de veinte años, el próximo día 1 de septiembre el Consell tiene previsto levantar la barrera del peaje del túnel de Sóller, la única vía de pago de Mallorca. La gratuidad del túnel abrirá una nueva etapa para una infraestructura marcada desde sus orígenes por la controversia. Retrasos, prórrogas, corrupción y protestas en contra del peaje más caro de España. Los tres kilómetros de carretera tumbaron un presidente, alzaron uno nuevo y con él tomaron protagonismo personajes clave en la historia reciente de la isla. El túnel no sólo cambió el valle de Sóller, también cambió la historia política de todo el archipiélago.

Si bien la idea de atravesar con un túnel la Sierra de Alfàbia para evitar el Coll para transitar de Sóller a Palma venía de lejos, la andadura empezó el 18 de julio de 1987. El Govern publicó ese día el proyecto en el boletín oficial de la comunidad entonces BOCAIB. La idea era que el proyecto que pondría fin a la dificultades de sollerics y fornalutxencs para llegar a Palma fuera una realidad el 1992. Sin embargo, los más de diez kilómetros de estrecha y peligrosa carretera del Coll siguieron siendo la entrada al valle diez años más, y no cinco, como estaba previsto.

Unas obras de nunca acabar

Las obras empezaron en la primavera de 1990. Los retrasos fueron continuos, y durante años, los vecinos de la localidad siguieron con interés el desarrollo de un proyecto que iba a cambiar sus vidas pero que nunca llegaba. El Govern de Gabriel Cañellas había dado dos años antes la concesión del proyecto viario al empresario Antoni Cuart de entre cuatro empresas candidatas.

Un derrumbe de rocas a 500 metros de la boca norte del túnel el verano del 90 supuso una de las primeras pausas en el proyecto. Serían muchas más. Los problemas técnicos y la mala situación financiera de la concesionaria, que acabaría en quiebra, supuso la paralización de las obras el año que inicialmente iban a abrirse los tres kilómetros de vía subterránea al túnel. Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), propiedad de las hermanas Koplowitz y encargada de las obras de perforación se acabó haciendo con la concesión tras la quiebra de Cuart. La operación permitió reanudar las obras a finales de 1994.

Mientras siguieron los trabajos, se destapó la trama por la que el Govern dio al empresario Cuart la concesión del túnel a pesar de no haber sido la mejor oferta. El llamado caso Brokerval fue cerrando el cerco alrededor del presidente del Govern y líder del PP desde hacia más de una década, Gabriel Cañellas, hasta forzar su dimisión. La Audiencia Provincial sentenció en 1997 que Cañellas era culpable de un delito de cohecho por haber recibido un soborno de 50 millones por parte de Cuart a cambio de la concesión. Un delito que no acarreó ningún castigo al haber prescrito. A Cañellas lo relevó por poco tiempo el ahora líder independentista Cristófol Soler y fue entonces cuando llegó al poder Jaume Matas.

Inaugurado cinco años tarde

El 19 de febrero de 1997, Matas y el entonces alcalde de Sóller, el socialista Ramón Socías, inauguraron el túnel. Cinco años después de lo previsto. El mediático evento supuso el punto de partida para un cambio que transformó Sóller y que dio paso a la primera vía de peaje de Mallorca. La tarifa por viaje era entonces de 535 pesetas y de 135 para residentes. Los transportistas de la isla llevaron a cabo protestas por quedar excluidos de los descuentos para los vecinos de Sóller y Fornalutx. Sólo en un año, el valle aumentó en más de 1.000 habitantes, gracias a la alternativa al Coll. La más de media hora de curvas se convirtió en tres minutos de túnel.

La vía subterránea ha sido considerada varios años el túnel más peligroso de Europa. Así lo calificó la asociación automovilística RACE en 2003. No obstante, los vecinos del valle siempre han tenido clara su elección si las opciones son el túnel o el Coll. Aunque se han repetido colisiones en el interior con, incluso, coches en llamas, los accidentes en él nunca han revestido gran gravedad.

Además del más peligroso de Europa, el túnel de Sóller ha disfrutado año tras año de otra distinción: la del peaje más caro de España. Con la llegada del euro y la sustitución de las matrículas PM por IB, la tarifa para los residentes del valle pasó a ser de 1,5o y de cerca de cinco euros para turistas y visitantes del resto de la isla. En 2003, se dio el primer paso hacia la gratuidad. El coste del peaje sería devuelto al bolsillo de los vecinos a través de una subvención financiada por el Govern y tramitada por los consistorios.

Los retrasos de la subvención del túnel a los residentes dio inicio entre 2011 y 2013 a las primeras movilizaciones vecinales. Primero con la acción ´No vull pagar´ promovida por el colectivo Albaïna, por el cual decenas de coches atravesaron la vía negándose a abonar el precio, y más tarde con la creación de la plataforma Mallorca lliure de Peatges. El primer gran éxito, lo consiguieron los vecinos de Bunyola, que consiguieron que en 2014 el Defensor del Pueblo a nivel nacional les reconociera que tenían derecho a ser beneficiarios de la subvención.

17 millones para el fin del peaje

En 2016, las hermanas Koplowitz se deshicieron de su división de carreteras Globalvia, propietaria de la concesionaria del túnel de Sóller y que pasó a manos de un fondo de inversión malayo. Pese a que la idea inicial era que la concesión, y con ella el peaje, acabara en 2017 -25 años después de su teórica apertura-, los retrasos en su puesta en marcha y diversas inversiones de mantenimiento obligaron al Consell a prorrogar la concesión cinco años, hasta 2022.

Sin embargo, en julio de 2016, Diario de Mallorca desveló los planes del presidente del Consell, Miquel Ensenyat, y de su consellera insular de carreteras, Mercedes Garrido, de rescatar la concesión cinco años antes de su final. Un rescate que ya propuso en el Parlament el PSOE en 1995, antes de inaugurarse el túnel. Ahora, el Consell pagará 17,4 millones de euros a Globalvia para asumir los cinco años que restan de gestión privada. Una cantidad que no satisface a la concesionaria, que pide 13 millones más y que promete llevar el rescate a los tribunales. Consciente del inevitable desenlace judicial, el pleno de la institución insular aprobó esta semana definitivamente el rescate.

El 1 de septiembre se levantarán las barreras del peaje y no se volverán a bajar. Los trabajadores serán recolocados por el Consell y los cerca de 9.000 coches que ya circulan diariamente por el túnel se elevarán por encima de los 10.000, según las previsiones. El valle de Sóller se prepara ya para vivir un nuevo cambio y una avalancha que promete colapsar la localidad los primeros días de gratuidad. Con su próxima parada en los tribunales, la polémica seguirá sin ver la luz al final del túnel.