La juez Francisca Ramis ha condenado a dos años y medio de prisión por un delito de obstrucción a la justicia a Marian C.S., el supuesto sicario rumano que habría sido contratado para amedrentar a un testigo clave del caso Cursach. La magistrada le impone, además, una multa de 20 euros diaria durante quince meses.

La sentencia dictada por la titular del Juzgado de lo Penal número 4 de Palma llega tan solo una semana después de que se celebrase el juicio en el que prestó declaración por videoconferencia el propio Bartolomé Cursach, que se encuentra preso en una cárcel de Alicante.

La magistrada, con este fallo, da credibilidad a la versión de un extrabajador de la discoteca Tito's, testigo clave del caso Cursach, que denunció haber recibido amenazas en varias ocasiones, llegando a ser agredido en el párking de su casa. La última coacción la sufrió días antes del juicio, cuando encontró la réplica de un tumba delante de la puerta de su domicilio.

El extrabajador de Tito’s explicó durante el juicio que el acusado estuvo merodeando varias veces por su domicilio, en una actitud desafiante, en las fechas en las que él había prestado declaración ante el juez Penalva. También implicó al otro ciudadano rumano y aseguró que este individuo le trasladó una oferta económica para que desmintiera su declaración. "Primero me ofreció 10.000 euros, pero después dobló la oferta, aunque con el compromiso de que se fuera del país. Me dijeron que no me preocupara, que me proporcionarían todo lo que necesitara en el extranjero".

Estaba convencido de que la oferta procedía del Grupo Cursach. Explicó que cree que intentan amedrentarle porque fue quien contó al juez que en la discoteca de Cursach, además de venderse drogas, se organizaban fiestas para policías locales. A preguntas del fiscal Subirán, explicó que Marian, además de trabajar de portero de la discoteca, "propinaba palizas a clientes conflictivos" y también se encargaba de proporcionar prostitutas, de su misma nacionalidad, para que participaran en las fiestas organizadas para los policías.

“No sé quién es el testigo que me denunció”

Por su parte, el acusado negó que hubiera coaccionado al excamarero y rechazó que su regreso a Mallorca, tras pasar seis años en su país, tuviera alguna relación con el caso Cursach.

Marian, un hombre de gran complexión física, confirmó que trabajó en la discoteca como vigilante de seguridad y, pese a que fue despedido por un supuesto bajón en su rendimiento, aseguró que no guardaba rencor a la empresa. "No sé quién es el testigo protegido que me denunció", declaró, y negó que fuera cierto que haber estado merodeando por su domicilio para coaccionarle. Además, quiso aclarar que desde que regresó a Mallorca no había vuelto a tener ningún contacto con los directivos del Grupo Cursach y, aunque confirmó que era amigo de Jaime Lladó en una red social, no había hablado con él, ni le había contratado para que asustara al testigo.

“No le conozco. Ni dentro ni fuera de la cárcel”

El magnate del ocio nocturno en Mallorca, Bartolomé Cursach, prestó declaración como testigo mediante videoconferencia desde la prisión de Alicante, donde se encuentra desde el pasado mes de mayo. El empresario aseguró que era “mentira" que hubiera contratado a nadie para que obligaran a los testigos a cambiar de versión. Y se mostró firme a la hora de señalaraque no conocía al acusado y mucho menos había contactado con él, ni le había contratado desde prisión para que amenazara testigos. "No lo conozco, ni fuera, ni dentro de la cárcel", afirmó Cursach.