Los guardias civiles Diego Salvá y Carlos Sáenz de Tejada, asesinados hace ocho años en Palmanova por ETA, recibieron ayer un sencillo homenaje en el que participaron familiares, representantes institucionales y compañeros de los cuerpos de seguridad.

Un centenar de personas guardaron un minuto de silencio en su memoria en el lugar donde explotó la bomba que les mató un 30 de julio de 2009. Posteriormente se depositaron flores en memoria de los dos agentes.

El alcalde del municipio, Alfonso Rodríguez Badal, subrayó el carácter "cruel, vil y cobarde" del asesinato de Sáenz de Tejada y Salvà. Los dos guardias civiles fallecieron a causa de la explosión de una bomba-lapa adherida a los bajos de un vehículo con distintivo del Instituto Armado aparcado frente al Cuartel de la Benemérita en Calvià.

También incidió en que cuando se produjo ese atentado, el último de ETA en España, todos los demócratas tenían la certeza de que resultaba "absolutamente inútil" porque la "fortaleza" de las fuerzas de seguridad y la unanimidad política garantizaban la derrota del terrorismo.

Rodríguez recitó unos versos de Miguel Hernández: "Un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado".

Al homenaje asistieron familiares de Diego Salvá y la delegada del Gobierno en Balears, Maria Salom, entre otros.