En Balears hay 44.219 personas que están cobrando una pensión de viudedad de 588 euros mensuales de media. Se trata de la segunda más baja del país, solo con Galicia y sus 548 euros por debajo, aunque hay que tener en cuenta también que el coste de la vida es mucho más elevado del archipiélago. La precariedad con la que subsisten muchas de estas mujeres (muy pocos hombres reciben esta ayuda) se está viendo agravada por un nuevo fenómeno detectado por los servicios de Cruz Roja, como es el temor de aquellas que residen en una vivienda alquilada en zonas atractivas para el turismovivienda alquilada en zonas atractivas para el turismo a que el propietario termine echándolas de las casas en las que llevan residiendo toda una vida.

Las pensiones de Balears, incluidas las de jubilación o incapacidad permanente, se sitúan sistemáticamente por debajo de la media española, fruto de una economía de servicios con bajos salarios y contratos que en muchos casos son solo de temporada, lo que rebaja las cotizaciones.

Pero el peor parado en esta comparación es el colectivo de las mujeres que viven en las islas y que dependen de la pensión de viudedad que les ha quedado tras la muerte del marido. Esta retribución suele ser baja (646 euros mensuales de media en España y 770 en la autonomía más favorecida, como es el País Vasco), pero en este apartado Balears presenta una de las situaciones más precarias, con 588 euros al mes para salir adelante, una cantidad que en muchas ocasiones queda reducida a la nada una vez descontados los gastos vinculados a la vivienda en alquiler y a las facturas que ésta conlleva.

Un dato a tener en cuenta: esos 588 euros son una media, lo que supone que hay beneficiarias que cobran cantidades superiores, pero también inferiores. Son estas últimas las que recurren más habitualmente a servicios como los que ofrecen Cruz Roja o Critias Mallorca. Según la directora de esta última organización, Margalida Riutort, los casos de personas mayores de 65 años atendidos por su organización (de los que dos terceras partes son mujeres) corresponden a personas cuyos ingresos medios se sitúan en 375 euros mensuales, y que reclaman ayudas tan básicas como las vinculadas a la alimentación o a los gastos de la vivienda. La coordinadora autonómica de Cruz Roja, Juana Lozano, señala igualmente que los servicios más demandados por estas mujeres son los que llevan la comida a domicilio y los de teleasistencia, además de ayudas para los gastos del hogar.

Pero Lozano subraya la aparición en las islas de un nuevo fenómeno que no se registraba hace dos años: el miedo a perder la vivienda y a verse abocadas a una residencia.

Esta situación comienza a aparecer entre mujeres mayores que residen en un piso de alquiler con renta moderada (este último adjetivo hay que contextualizarlo en una comunidad con precios disparados al alza), especialmente si viven en zonas de interés para los extranjeros (como el centro de Palma o la barriada de Santa Catalina, por citar dos ejemplos). Su miedo es que el propietario no les quiera renovar el contrato, con el objetivo de remozar el inmueble para destinarlo a uso turístico.

Según subraya la coordinadora de Cruz Roja, para una mujer mayor que cobra una pensión de 500 o 600 euros, las posibilidades de encontrar un nuevo inmueble que alquilar a precio asequible para ella son mínimas, lo que la condena a terminar en zonas más degradadas y a alejarse de su barrio de toda la vida, con el correspondiente desarraigo; a irse a casa de los hijos, lo que no siempre es posible o deseado; o a terminar en una residencia. De ahí la angustia que esta situación genera.

Y cuando una de estas mujeres reconoce este temor, es porque la situación es grave para ella. Porque si en algo coinciden Juana Lozano y Margalida Riutort es que las mujeres mayores que viven solas son "extremadamente austeras", y resulta extraño que pidan algo, hasta el punto de que sus necesidades deben de ser percibidas por los voluntarios que las atienden cuando acuden a sus domicilios.

Hay otro elemento que agrava su situación: antes de la crisis, muchas de estas mujeres mejoraban su nivel de vida contando, además de la pensión de viudedad, con los ahorros que había conseguido el matrimonio a lo largo de su vida antes de morir el marido y con ayudas puntuales de los hijos. Pero durante la crisis, parte de estos recursos se han usado precisamente para ayudar a hijos y nietos, haciendo que la situación financiera sea aun más precaria. Y a ello hay que sumar que muchos mayores reciben ayudas asistenciales, todavía más bajas, al no haber adquirido el derecho a una contributiva.

Otras pensiones contributivas

El resto de pensiones contributivas que se cobran en Balears muestran, aunque no tan acentuada, una clara situación de desventaja respecto al resto del país.

En las islas se abonan 117.972 pensiones de jubilación, por un importe medio de 978 euros mensuales, frente a una media estatal de 1.064 euros.La de incapacidad permanente alcanza de media los 854 euros mensuales en las islas, frente a los 936 de la media estatal. La de orfandad es en Balears de casi 334 euros, y de 379 en España.