La fiscalía, representada ayer por Subirán y Carrau, no descarta que varios testigos han podido ser sobornados para cambiar de versión y salir en defensa del ciudadano rumano acusado de amedrentar a extrabajadores de Cursach que están colaborando en este caso de corrupción. El caso más evidente es el del otro ciudadano rumano, en su momento encarcelado, que llegó a confesar ante el juez su temor a que su compatriota pudiera hacerle daño, no solo a él, sino también a su familia porque era una persona violenta. Una declaración que realizó asistido por un abogado, que no detectó ningún tipo de coacción sobre su cliente. Ayer, sin embargo, rectificó esta acusación, salió en defensa del acusado y, al mismo tiempo, atacó al testigo protegido, explicando que le llegó a convencer para que realizara la primera declaración. Este extranjero, que tiene una orden en vigor que le impide acercarse o comunicar con el testigo, justificó este cambio de versión en que viene siendo acosado por el extrabajador de Tito's para que declare unos hechos que a él le interesa que relate.

Sobre el acusado, no quedó claro en el juicio el motivo de su regreso a España. Explicó que se quedó sin dinero en su país y buscó empleo en Mallorca. Reconoció que abandonó Rumanía con su mujer embarazada de siete meses y pese a que señaló que no trabajaba para el Grupo Cursach, no llegó a explicar el motivo por el que se publicita como preparador deportivo de la discoteca Megasport. La acusación rechaza esta versión de los hechos, puesto que no tiene sentido que una persona que asegura que no tiene dinero, lo primero que hace al llegar a España es comprarse un coche y después alquilar un piso.

El fiscal Subirán mantuvo un fuerte rifirrafe con el director de Tito's, que está imputado en la pieza principal del caso Cursach. Era la primera vez que Jaime Lladó denunciara públicamente que el extrabajador que ha relatado el tema de las drogas, no tenía acceso a tanta información, ya que no trabajaba de camarero, como asegura el testigo, sino de recogevasos y, por tanto, sin contacto con la zona VIP, ni con los clientes. A Lladó le costó reconocer que el acusado Marian era el portero de seguridad de la discoteca y, aunque insistió en que apenas lo conocía, confesó que sabía que tuvo una relación sentimental con otra camarera. El director de la discoteca salió en defensa de su jefe, Bartolomé Cursach, y aseguró que en los casi 15 años que lleva dirigiendo esta sala, el empresario apenas había pisado la sala en cuatro o cinco ocasiones. Cursach declarará el viernes por videoconferencia desde la cárcel.