Ni en los años eufóricos del ladrillo y su burbuja Balears había crecido tanto como ahora. Según datos facilitados ayer por el servicio de estudios de BBVA, la economía de las islas está avanzando a un ritmo interanual del 4,4%, un crecimiento tan fuerte que no hay precedentes en lo que va de siglo. De hecho, nunca en esos años del llamado "milagro económico" la economía balear había llegado siquiera al 4% de mejora (el máximo fue el 3,4% de 2015, con la burbuja inmobiliaria recalentando la economía como nunca).

Ahora ese 4% jamás visto se supera, con un añadido que habla de la dificultad de lograr semejante avance: ninguna otra región, ni española ni europea, está prosperando a esa velocidad. Al menos si la prosperidad se mide en términos de crecimiento del PIB (Producto Interior Bruto), que en los datos se esconde también un pero: la economía balear es la que más crece, sí, per su empleo avanza a la mitad de ritmo, un 2,3%, frente al 4,4% del conjunto de la economía.

La laboral es así ya la única sombra, aunque poco a poco también se encoge. Balears y Navarra son de hecho este verano las únicas comunidades que han colocado su desempleo por debajo del 10%. Mientras el 16,2% de los españoles en edad de trabajar siguen sufriendo el paro, la proporción balear de parados es casi la mitad, un 9,8%, que encima durante el año 2018 seguirá reduciéndose, hasta el 7,8% de paro que pronostica BBVA Research para las islas.

La explicación al dinamismo balear hay que buscarla en el boom turístico, ese récord de caja y agobios que, según BBVA Research, es responsable del 60% de empleo creado en las islas. Tal es el vigor del sector que basta para que las islas crezcan más que nadie pese a estar renunciando a un motor que sí opera en el resto del Estado español: la construcción. Mientras el ladrillo y sus promociones vuelven a las andadas en Cataluña, Aragón, Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias, donde el número de proyectos de nuevas obras engorda entre un 10 y un 30%, "Balears escapa a esa dinámica". Los analistas de BBVA lo atribuyen "a las moratorias sobre la edificación", que no implican que la actividad inmobiliaria esté parada. Al contrario, dicen: los precios de compra y alquiler se están disparando en las islas, como consecuencia de la falta de oferta de obra nueva y la elevadísima demanda de casas en unas islas convertidas en inversión predilecta de los ahorradores del norte y el centro de Europa.

La combinación de más turismo que nadie y menos ladrillo que el resto permite que la economía pase de un PIB de 26.000 millones euros justo antes de la crisis (2007) a rozar este año los 29.000 millones, 3.000 millones de riqueza extra que no acaban de llegar al ciudadano: la comunidad que más prospera es ya solo séptima cuando se mira la renta por habitante. Mientras la riqueza avanza, la brecha se agranda. Lo revelan los datos de la Agencia Tributaria, que hace solo tres semanas ilustraba cómo en estas islas que lideran la economía se ha duplicado desde 2010 el número de ciudadanos ricos (más de 150.000 euros de sueldo al año), al tiempo que la cifra de trabajadores que sale adelante con menos de 500 euros al mes pasaba de 83.000 en 2010 a los 120.000 de 2015. La economía crece rápido, pero no para todos.