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Análisis

El sexo en negro de Rodríguez y Gijón

AnálisisPor Matías Vallés

El sexo en negro de Rodríguez y Gijón

En un número cómico legendario, Lenny Bruce instruía en la consigna "Niégalo" ante cualquier acusación de impropiedad sexual. "Niégalo", ordenaba el norteamericano, aunque te hayan pillado infraganti. Álvaro Gijón se ha aplicado la receta a rajatabla, con notable énfasis dramático. Sin embargo, la aparición de sus particulares papeles de Bárcenas comprometen su crédito al margen de las repercusiones jurídicas.

Para la minúscula historia de Mallorca, cada vez cuesta más mantener que Gijón y José María Rodríguez no participaron de sexo en negro subvencionado por Tolo Cursach, un empresario cuyos excesos venían obligados a controlar. El encogimiento de hombros del concejal en Cort y diputado en el Parlament exige ahora que sus papeles de Bárcenas no dataran del momento de las orgías, lo cual puede demostrarse. Y si se autentifica la fecha de escritura, la inocencia de los políticos implicaría que hace años se tramaron unas anotaciones inventadas, con objeto de desenterrarlas en el momento oportuno. Y con la misión de dañar a dos personajes de importancia más que relativa. Gijón no es Trump, amenazado por los tentáculos de Putin. Por no hablar del peligroso gesto de involucrar por escrito a Cursach, que no reaccionaría con deportividad a una implicación ficticia.

Respecto a la credibilidad de los textos al margen de su procedencia, el esquematismo favorece la autenticidad. La voluntad es consignataria o contable, no acusatoria. Se detallan los presuntos apetitos de los altos cargos del PP con la sana intención de abastecerlos, no de descargarlos contra los clientes que contaban además según las emprendedoras con el feliz patrocinio de un mecenas invulnerable. La insistencia de Gijón en remachar que no conoce a Cursach viene enmendada por los cuadernos. No era necesario conocerlo para recibir sus regalos. En cuanto a la ubicación de un prostíbulo en esa dirección concreta de Lluís Martí, los clientes y vecinos han sido unánimes.

El toque emotivo del cumpleaños de Rodríguez en fecha cierta, los teléfonos correctos de ambos políticos o la denominación de principito para Gijón confirman el espíritu lúdico que presidía los encuentros eróticos narrados en la versión sexual de los cuadernos de Bárcenas. La Unión Temporal de Empresas entre el prostíbulo de Lluís Martí y la inolvidable Casa Alfredo de Rodrigo de Santos resuelve otra sospecha de la trastienda mallorquina. Las orgías en ambos locales tenían por destino a políticos palmesanos del PP, en cada establecimiento de acuerdo a las preferencias del obsequiado.

Según los cuadernos y el testimonio de su autora, la negación sin matices inspirada en Lenny Bruce ha quedado desarbolada. Procede una discreta retirada, a posiciones más fáciles de defender del estilo de "no sabíamos que eran prostitutas" o en "ningún momento se nos ocurrió que hubiera que pagar". Esta línea argumental ostenta el nombre de Dominique Strauss-Kahn. El socialista francés y sucesor de Rato en el Fondo Monetario la aplicó para neutralizar las acusaciones de inducción a la prostitución.

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