Pedro Rosselló Cursach, el sobrino del empresario de la noche, que figura como apoderado en todas las empresas del grupo, negó ayer que hubiera amenazado a la testigo clave del caso, hecho por el que la fiscalía le reclama tres años de prisión. El familiar es el dueño del piso donde vive esta mujer y atribuye los hechos, precisamente, a una reclamación económica porque ella no le pagaba el alquiler de la vivienda. La mujer, en cambio, lo relacionó todo por su condición de testigo del caso Cursach y por el intento de controlar el contenido de la declaración que iba a realizar al juez z sobre el empresario investigado.

El abogado de la defensa denunció graves fallos en la tramitación de este caso y señaló que su cliente, que lleva varios meses en prisión, había sufrido indefensión. Sin embargo, la juez desmontó todos los intentos de la defensa para que se anulara toda la instrucción o para que el juicio se suspendiera. El fiscal, además de denunciar las amenazas que se juzgaban, quiso que los hechos se contextualizaran con los episodios de violencia que ha venido sufriendo, no solo la mujer, sino también otros testigos que han declarado en el caso Cursach. Entregó pruebas del último episodio para desacreditar a la víctima, como el intento de encontrar una foto de ella con uno de los policías que participa en la investigación, o la declaración de un constructor que se atribuye un delito de falsedad para perjudicarla.

El acusado reconoció al fiscal que había tenido algunos encuentros con la mujer, pero que fue ella quien le comunicó que era testigo. Admitió que había organizado un encuentro con el hijo del empresario, donde se le propuso colocarle un dispositivo en el teléfono móvil para grabar conversaciones. Sobre el día que supuestamente amenazó a la mujer, al acudir por la mañana a su casa, afirmó que si bien era cierto que había ido a su domicilio, no había logrado hablar con ella porque no le respondió en el portero automático, ni le contestó a las llamadas telefónicas.

Seguimiento

La testigo principal del caso se mostró ayer muy afectada por los hechos que le han venido sucediendo desde que declaró en el caso Cursach. La mujer aseguró que el sobrino de Cursach le estuvo amenazando para que fuera con cuidado con lo que contaba en el juzgado. Pero que, además, el acusado estuvo vigilando a su hijo de ocho años, ya que un día le llamó por teléfono para decirle que estaba viendo al niño jugando al fútbol y sabía con los amigos con los que se relacionaba.

La mujer detalló la visita que recibió del acusado un lunes por la mañana en su casa, donde le comunicó, por ejemplo, que sabían que el juez paseaba cada día con un perro por la zona del Fortí, información que ella desconocía.

La testigo, que reconoció que la habían desahuciado en alguna ocasión de pisos que había alquilado, denunció que todos los problemas que está sufriendo los había ordenado Cursach. "Ya no me pueden hacer nada más", señaló, y denunció el temor que sufre por su hijo menor.