"La gente tiene que saber que el mar nos da beneficios y riqueza, pero que no lo aguanta todo. Balears tiene ecosistemas que están muy bien pese a la enorme presión humana que sufre. Tenemos que conservarlos. Pero hay zonas que están en el límite de no poder volver a su estado inicial. Y en muchos casos ya casi hemos llegado a este nivel de ruptura. La población tiene que tomar conciencia y reaccionar". Habla Salud Deudero, directora del Centro Oceanográfico de Balears, científica con una larga experiencia en la vigilancia de un ecosistema marino tan rico como vulnerable.

Plásticos, algas invasoras, nacras, posidonia... Son las palabras clave que este verano aparecen asociadas frecuentemente con el Mediterráneo, un espacio amenazado casi siempre por la acción humana, más aún en los actuales tiempos de saturación turística. Sufre el mar, que sin embargo cuenta con unos aliados notables. Científicos con base en Mallorca siempre vigilantes para detectar anomalías y dar la voz de alarma.

Nacras

La batalla desesperada por salvar a un emblema de Balears

La ciencia todavía no ha salido de su asombro por la enorme capacidad mortífera del patógeno que ha dejado a la nacra al borde de la extinción. "No sabemos qué especie es, estamos en un nivel de desconocimiento bastante grande. Probablemente es un parásito nuevo, lo que complica todavía más la investigación. Y hasta que no sepamos qué es, no podremos luchar contra él", explica Maite Vázquez, bióloga marina del Centro Oceanográfico de Balears.

"Están documentadas mortalidades masivas de otras especies. Lo sorprendente aquí es el alcance geográfico. En poco tiempo ha llegado a Italia, se está expandiendo con mucha rapidez", sostiene Elvira Álvarez, científica en el mismo centro.

Las primeras muertes de nacra se detectaron el pasado otoño en el litoral peninsular. En poco tiempo el patógeno diezmó las poblaciones de Balears y ya nadie duda de que en su mortífera expansión llegará a Grecia más pronto que tarde. El molusco es endémico del Mediterráneo y las tasas de mortalidad, de entre un noventa y un cien por cien, hacen temer lo peor. "No es difícil imaginar un escenario de extinción. Pensábamos que el impacto del patógeno iba a atenuarse mientras se expandiera, pero no ha sido así", lamenta Vázquez.

Iris Hendriks, investigadora del IMEDEA, imagina un futuro algo más esperanzador para una especie emblemática. "Soy positiva. La palabra ´extinguir´ es muy fuerte.

Hay que pensar que pueden haber poblaciones resistentes al patógeno. O que no se expandirá por todo el Mediterráneo, lo que permitiría recolonizar las zonas dañadas", valora. "Se puede reproducir en cautividad, aunque eso requiere tiempo y esfuerzo. No sabremos cuál es el desenlace hasta dentro de unos dos años", subraya Hendriks.

"Hemos detectado una gran preocupación social, mucha gente nos ha llamado para saber qué pueden hacer por salvar la nacra. A nivel biológico su desaparición también sería un desastre porque es una especie generadora de hábitat y biodiversidad. Hemos registrado hasta ochenta especies que viven en las conchas", detalla Álvarez.

Algas invasoras

Invitados no deseados con consecuencias devastadoras

Fiona Tomas, científica del IMEDEA, ha estado esta semana de campaña en Cabrera recogiendo muestras de algas invasoras, su ámbito de investigación. Preocupa especialmente la introducción de la Halimeda Incrassata. "Es una especie peligrosa. Es capaz de enterrar a la posidonia, que sí es una especie endémica mediterránea. Tiene tanta fuerza que es capaz de envolver a una nacra y ahogarla hasta causarle la muerte. Creemos que tiene un origen tropical", subraya Tomas.

¿Es más perjudicial para la posidonia un ancla o un alga invasora? "Es diferente. El fondeo causa un impacto muy fuerte y muy local que origina una mortalidad inmediata muy elevada. Con las invasoras la mortalidad es más lenta, pero tiene un impacto múltiple. Te debilitan y la capacidad de recuperación disminuye mucho. Un ancla al menos la podemos regular", sostiene esta científica.

El mar tiene una conectividad extraordinaria. Las especies que pasan por el canal de Suez procedentes del Mar Rojo pueden acabar instalándose en el Mar balear, con consecuencias traumáticas e irreversibles para un ecosistema tan frágil como el marino. "El gran problema de las invasoras es que cuando las detectas ya se han establecido. La erradicación es imposible, y además sale muy cara", lamenta Tomas.

La investigadora reclama una mayor concienciación a la ciudadanía. "La gente tiene que saber que si echa un ancla en Sicilia puede introducir una invasora en el sistema cuando vuelve a Mallorca. La prevención marca la diferencia", advierte la investigadora, que invita a invita a visitar ojoinvasoras.wordpress.com, un proyecto divulgativo que ofrece pautas para identificar estas algas y prevenir su expansión.

Plásticos

Un material que se ha colado en la dieta de todos los peces

El plástico se ha adueñado del Mediterráneo y gran cantidad de este material termina en el estómago de los peces. "Distinguimos los microplásticos primarios, que los puedes encontrar en la pasta de dientes o en las cremas solares. Y los secundarios, plásticos más grandes que en su mayoría tienen un origen terrestre", analiza Carme Alomar, científica del Centro Oceanográfico de Balears que está investigando el impacto de los microplásticos en los peces de las islas.

Una científica del Centro Oceanográfico de Balears recoge muestras de plástico. COB

Alomar ha analizado el estómago de cientos de especies y en todos los casos, sin excepción, ha encontrado plástico. "Hay que concienciar a la gente, es imprescindible un cambio de usos. Podríamos utilizar otros materiales. Cuando lavas una camisa se desprenden partículas y ese agua contaminada acaba en el mar y en la cadena alimentaria de los peces. El problema es que determinadas telas son más caras que la ropa sintética. También se podría legislar. Si prohíbes el plástico de un solo uso, conseguirás que las industrias apuesten por otros materiales", sostiene esta investigadora.

Hace un mes Greenpeace, de ruta por el Mediterráneo con el ´Rainbow Warrior´, aseguró que el 72% de las basuras recogidas en las playas son plásticos.

Por ahora no existen evidencias de peligro para la salud de los humanos. El plástico suele quedarse en el estómago de los peces, un órgano que salvo excepciones se deshecha. "Ese es otro estudio, habría que saber hasta qué punto ese plástico se traspasa a los humanos", indica Alomar.

Posidonia

El exceso de fondeos amenaza el pulmón del Mediterráneo

La posidonia ha agrandado la brecha entre ecologistas y el sector de la navegación recreativa. Esta planta acuática ha sido reivindicada en los últimos años como el pulmón del Mediterráneo y objeto de una protección especial por parte del Govern balear, que tiene listo un decreto que multiplicará inspecciones y sanciones para quienes fondeen sobre esta valiosa especie.

"Cualquier precaución está justificada", argumenta Jorge Terrados, director del IMEDEA y estudioso de la planta. "Hay zonas que tenemos localizadas y en las que la presión del fondeo es muy alta. En Cala Blava, por ejemplo, puede haber setenta u ochenta fondeos a la vez. Hay una saturación de embarcaciones y algunos acaban echando el ancla en una pradera de posidonia. Causa un fuerte impacto y tarda mucho tiempo en recuperarse porque es una especie de crecimiento lento", afirma este biólogo.

Terrados repasa el amplio catálogo de cualidades de la posidonia para el fondo marino: "Es una especie ingeniera de ecosistemas. Forma praderas submarinas y aumenta la diversidad de organismos invertebrados y peces. También es una filtradora y hace que el agua sea más transparente. Atenúa la energía del oleaje sobre las playas. Y cuando muere se descompone lentamente, acumulando materia orgánica que constituye un sumidero de carbono importante".

Microalgas

Una acumulación anómala de algas que cambian el color del mar

"Hay que ser conscientes de que vivimos en un mundo cambiante y de que nuestra actividad siempre tiene efectos. Podemos paliarlos, pero todo tiene consecuencias", reflexiona Gotzon Basterretxea, investigador del IMEDEA que está estudiando la proliferación de algas en las playas.

"Hablamos de algas microscópicas que se acumulan de manera anómala cuando hay poca renovación del agua. En las calas, con una circulación más restringida del agua, crecen y se acumulan. De repente el agua se vuelve verde, marrón o amarilla. Eso disminuye el oxígeno del agua y tiene un efecto sobre los peces. Algunas de estas especies son tóxicas", explica este científico.

Un investigador del Centro Oceanográfico analiza una nacra. COB

"Empezamos a ver otros organismos por la acción del hombre, sobre todo en el transporte de barcos. Siempre que se transfiere agua de un sitio a otro se acumulan las especies. Los usuarios de la playa pueden percibir que el agua está contaminada. Es un problema local porque la gente prefiere aguas transparentes y azules", argumenta Basterretxea.

"Lo hemos detectado en playas de Calvià, Felantitx, Palma... Es un fenómeno generalizado y asociado al verano, cuando las algas tienen más luz, calor y nutrientes", indica el investigador, que sin embargo no lo considera peligroso para el ser humano.