Dominio, control, celos y relaciones tóxicas son las condiciones con las que viven muchas mujeres en Balears. El machismo regresa y es más grave y virulento porque en la sociedad ya no se acepta y no está bien visto gracias al avance del feminismo.

Oriol Lafau, coordinador autonómico de Salud Mental, de 47 años, psiquiatra, explica por qué se dan relaciones de dominio sobre otras personas, por qué se sigue produciendo el machismo entre los jóvenes de la sociedad y cómo pueden afectar los celos en las parejas. Además, ofrece las claves para detectar estos problemas.

El machismo es un fenómeno que todavía hoy se sigue dando. El psiquiatra cuenta que la sociedad "ha vivido mucho en un territorio patriarcal machista". Aunque el feminismo haya ganado peso, está volviendo el modelo machista entre los jóvenes. Esta nueva forma de machismo es muy virulenta, a la antigua usanza y grave. Lafau explica: "Una persona que se comporta de manera machista en estos momentos tiene que pasar por una sociedad que ya no lo permite".

El machismo no es algo innato, sino que, al igual que las matemáticas o la química, se aprende. Cuando un hombre practica la supremación masculina se debe a que ha tenido un modelo. Este ejemplo que sigue puede ser el padre o incluso podría llegar a verlo en televisión, en internet o en las redes sociales.

También se transmiten actitudes a través de la música. El reggaeton, por ejemplo, es en su mayoría machista y las letras son sexistas. Cuando dos personas lo bailan "se potencian los estereotipos hombre-mujer". La mujer se convierte en una seductora y el hombre pasa a ser el individuo dominante.

Por lo tanto, es común que un hombre domine a una mujer en este tipo de sociedad. "El caso de que un hombre actúe sobre una mujer se ha visto como normal durante muchos años", añade el psiquiatra. El dominio "proviene de cosificar a las personas". Este abuso aparece porque un muchacho piensa que una chica es inferior a él.

Esta relación existe porque se junta una personalidad dominante con una personalidad sumisa. En el momento que se encuentran, "se ejercen los roles de personalidad". Alguien dominante puede llegar a maltratar psicológicamente a la persona sumisa. Lafau cuenta: "La persona que lo ejerce tiene la creencia de que la otra persona es un objeto de su pertenencia". No obstante, no todas personas con un carácter más dominante va a ejercer el maltrato.

Como consecuencia, el hombre machista "merma las capacidades de la mujer". Cuando una persona está dominada por otra, suele darse cuenta, pero "lo que pasa es que hay un momento que lo integra como normal".

Todavía hay mujeres que se dejan dominar. La razón es que aún hay personas "ancladas a ideologías anteriores al feminismo". Al vivir en un país en el que el machismo se aceptaba, todavía quedan secuelas "y por eso seguimos viéndolo

Ante el dominio, los celos salen a la luz. Afectan más a hombres que a mujeres. El psiquiatra ofrece una definición de esta emoción: "Es el sentimiento que genera el pensar que algo propio te va a ser arrebatado". Según explica, los celos son innatos y todas las personas tienen. Pero llega el momento en el que puede convertirse en una enfermedad.

En primer lugar está la celotipia, que "es un trastorno delirante". La persona que lo padece cree que su pareja le está siendo infiel. Este síndrome es irrebatible con la razón. Un hombre puede estar sentado en la misma mesa con su pareja y puede tener comprobaciones de que su pareja no está siéndole infiel. Pero de todos modos cree que así es. La celotipia (también conocida como síndrome de Otelo) "es una alteración biológica del sistema nervioso".

Por otra parte, están los celos normalmente entendidos que generan "un sufrimiento en la persona". Cuando se ocasiona un gran dolor sentimental, "también se considera una enfermedad". En este aspecto, hay alteraciones "de comportamiento y dentro de lo fisiológico, como sudoración o taquicardias al pensar en esa sensación".

Si la obsesión amorosa se convierte en enfermedad, se "requiere tratamiento farmacológico para ser rebatida". No es algo que se pueda curar. Sólo se puede tratar y controlarse. Es posible que una persona muy celosa que se haya tratado bien regrese a su estado normal.Pero cabe la contingencia de que una persona con un porcentaje muy alto de celos pueda volver a padecer estas dolencias.

Los celos se pueden detectar cuando una persona comienza a pedirle a su pareja pruebas constantemente para comprobar "que no está con otra persona". Algún ejemplo es enviar una foto o hacer una llamada. Debido a los celos, aumenta el control. Esta autoridad se ve reforzada gracias a las nuevas tecnologías y a las redes sociales. En estos espacios web es más sencillo que un sujeto vigile los movimientos y las acciones de otra persona.

Las relaciones en las que hay dominio, control, exceso de celos y machistas se conocen como tóxicas. El psiquiatra garantiza que en estas relaciones "uno sale beneficiado y otro perjudicado, es decir, que el otro le está chupando las capacidades". En estos casos, los integrantes saben cuándo es tóxica, ya que el dominante "no le deja expresar lo que siente".

La mejor solución a este problema es romper de forma definitiva el vínculo. Quien tiene en sus manos cortar la relación es la persona sumisa. No obstante, es fácil decirlo pero no hacerlo, pues se crea "cierta dependencia".

Otro remedio a estas relaciones es hacer un tratamiento psicológico. "Se puede buscar una psicoterapia donde se expone delante de una tercera persona lo que está ocurriendo. Esta tercera persona ofrece pautas psicológicas y de comportamiento para mejorar esta relación", asegura el coordinador autonómico de Salud Mental.

El machismo en los sanfermines

Oriol Lafau expone uno de los ejemplos que se ha podido ver este año en San Fermín. Explica que el machismo ha creado grandes polémicas en las celebraciones. El psiquiatra ha criticado que, durante las festividades, "algunos hombres llevaban una camiseta con una mujer practicando sexo oral con un hombre". Su conclusión es que este tipo de mensajes o imágenes son una apología al machismo. "Es algo completamente innecesario y denigrante", remata.