Balears pierde. Otra vez. El modelo de financiación autonómica vuelve a dejar malparada a la comunidad, que tras décadas de mucha reivindicación y escasos logros, sigue donde se quedó con la aprobación del modelo vigente, el de 2009: desde entonces Balears es la segunda comunidad que más aporta por habitante y año al sistema que financia a todas la autonomías, pero cuando llega la hora de recibir, el ránking engulle a las islas, que caen hasta la novena posición. Cada balear paga así de media al modelo autonómico 2.670 euros, para ver volver meses después apenas 2.356 euros por habitante.

O dicho en millones: según los datos del ejercicio que se acaba de liquidar (el de 2015), Balears aportó al sistema común 2.949 millones de euros, que se fueron a la caja de todos para que únicamente retornasen luego 2.602 millones. Por el camino las islas vieron desaparecer 347 millones de euros recaudados entre los ciudadanos y empresas de Balears. Ese dinero ha acabado financiando servicios públicos de comunidades menos generosas con la caja de todos. Con un agravante: hay autonomías que, pese a aportar mucho menos que Balears al sistema autonómico, después recibieron más que las islas.

Ciudadanos de distinta categoría

Con dos ejemplos se entiende de forma clara el desequilibrio: Asturias y Extremadura. Ambas comunidades tienen una población similar a la de Balears. Las tres rondan el millón de ciudadanos, pero no todos los ciudadanos son iguales. En función de dónde vivan, aportarán más o menos y tendrán unos servicios públicos mejor o peor dotados. La realidad que muestran los datos del Ministerio de Hacienda dice que mientras la sociedad de las islas entregó en 2015 un total 2.949 millones de euros a la caja común, los extremeños pusieron en el sistema de reparto 1.764 millones (casi 1.200 millones de euros menos) y los asturianos entregaron 2.384 millones.

A la hora de cobrar del modelo la cosa cambia radicalmente: esos extremeños que apoquinan al sistema 1.200 millones menos que los baleares reciben luego 478 millones de euros más (3.080 van a Extremadura y solo 2.602 a Balears). Y lo mismo pasa con Asturias, que percibe más que Balears (2.824 millones), pese a tener los mismos habitantes y tras recaudar entre ellos mucho menos.

"Está claro que el modelo es injusto", resume la consellera de Hacienda del Govern, Cati Cladera (PSIB), cuyo equipo ha analizado al detalle los datos, para constatar un desequilibrio de efectos importantes en la vida diaria de los ciudadanos: "Nuestros servicios públicos se quedan por debajo de la media de prestaciones, cuando nuestra sociedad está generando más recursos que otras autonomías que luego pueden disfrutan de mejores servicios", explica.

Eso tiene reflejo en hechos como que Balears sufra cada año en las posiciones de cola del sistema educativo, al tiempo que ve sus listas de espera sanitaria lastradas por una falta de recursos que no afecta a otros. Una comparación lo ilustra a la perfección: con la misma población a la que atender, Balears puede permitirse 55.435 funcionarios y trabajadores públicos para dar servicio a la sociedad, mientras que en Extremadura, recaudando mucho menos, pueden pagar a 33.000 funcionarios más (tienen 88.886 en Extremadura). Claro que Extremadura es al tercera que más gana de un sistema en la que es penúltima a la hora de pagar, mientras Balears está en situación inversa: la segunda que más pone y la novena cuando llega el momento de repartir.

La brecha además crece año a año. Desde que se implantó este modelo de distribución de recursos en 2009 (el menos malo para las islas, que antes estaban a la cola a la hora de recibir, y ahora rondan la media), Balears ha puesto cada año más dinero a la caja de todos: las islas le generaron al sistema 2.138 millones en 2009 y en 2015, el ejercicio que se acaba de liquidar, ya pusieron 2.670 millones, un 25% más y 532 millones adicionales. No crece en cambio tan rápido el dinero que llega: fueron 1.998 millones en 2009 y son 2.356 en el último ejercicio, un 17% de avance de lo que entra, frente al 25% de crecimiento de lo que se escapa.

Ejemplo a seguir: el caso canario

No le pasa lo mismo a las otras islas, las Canarias. Las islas afortunadas no lo son solo en el nombre, sino también en un privilegio fiscal al que ahora aspira Balears. En el archipiélago canario la población dobla la de Balears. Y aún así, pagan menos impuestos al sistema: la aportación de dos millones de canarios es de 1.894 millones de euros, frente a los 2.602 de un millón de baleares. O dicho por habitante: cada canario genera al sistema autonómico 902 euros al año, frente a los 2.670 de cada balear. Casi el triple. ¿Y al recibir? Pues nuevamente lo mismo: a Canarias llegan 4.590 millones de euros, casi 2.000 más que a Balears.

Eso da para muchos colegios, hospitales, depuradoras, desaladoras y, en general, recursos públicos. Por eso el conjunto de la sociedad de Balears, con la consellera Cati Cladera al frente de las negociaciones, pide un nuevo régimen fiscal que apruebe un IVA especial reducido para las islas y cree un fondo de inversiones para Balears, con el que se compensen en parte décadas de injusticia en el reparto.

Peor que la Cataluña del expolio

Mientras tanto Canarias gana. También Extremadura, Galicia y las dos Castillas, que están entre las que recaudan menos y perciben mucho más que la media (y que Balears). Igualmente ganan Asturias, Cantabria, La Rioja y Aragón, que, entregando menos que las islas, se benefician de más recursos por habitante. Como casi todos. Solo está peor Madrid, que como Cataluña, juega con ventaja: ambas comunidades albergan la sede de las mayores multinacionales, con lo que eso supone a la hora de inflar su aportación por IVA. Aún así, esa Cataluña que cabalga hacia el referéndum de independencia a lomos del maltrato y el expolio fiscal sale mejor parada que las islas: cada catalán aporta 2.602 euros al modelo, y eso son menos que los 2.670 de cada balear. En el sistema de todos, Balears pierde como ninguno.