Los números que están detrás de los ictus (infartos o derrames cerebrales) asustan. Son la primera causa de muerte entre las mujeres de las islas y la tercera entre los hombres. Es la primera causa de discapacidad grave entre adultos y la segunda causa de demencia.

Y nadie está a salvo de sufrir un episodio de estas características que, aunque es más habitual entre las personas de edad avanzada, no es inusual entre los niños ya que los neuropediatras de Son Espases tratan unos dos casos al año, generalmente tras un complicado diagnóstico.

En el año 2015, último ejercicio del que se tienen datos, provocaron la muerte de 471 personas en las islas, 200 hombres y 271 mujeres. Una cifra que, gracias a las mejoras asistenciales y las nuevas técnicas para tratar estos trombos cerebrales, se va reduciendo año tras año como demuestra una estadística que refiere 532 óbitos por esta causa en 2012. O, remontándose más atrás en el tiempo, las 713 muertes registradas en el año 2000, cuando la población de Balears era de 845.000 personas, frente a los 571 fallecimientos por infartos cerebrales en 2006 con un censo significativa mayor que ya superaba el millón de personas (1.001.062).

Quien facilita todos estos datos y cifras es la neuróloga Carmen Jiménez, una profesional con más de 25 años de trabajo en este campo a sus espaldas, responsable de la atención del ictus en Son Espases a la que asimismo se le ha encargado coordinar la estrategia para afrontar esta enfermedad en las islas.

Aparcada por la crisis

Una estrategia en la que ya se había trabajado años antes y que en 2012, por motivo de la falta de recursos por la crisis económica, tuvo que ser aparcada cuando estaba a punto de ser publicada.

Desde finales de 2015 y a lo largo de todo el año pasado se ha trabajado en la elaboración de una nueva estrategia adaptada a los cambios de toda índole acontecidos en estos años y en la que han participado todos los profesionales implicados, los distintos territorios insulares, los diversos recursos asistenciales involucrados -hospitales de agudos, Atención Primaria y centros sociosanitarios- y las asociaciones de pacientes.

"Está pendiente de ser colgada en la página web de la dirección general de Planificación y Farmacia", se ufana esta neuróloga antes de explicar el por qué es tan necesaria esta estrategia: "Porque es una enfermedad muy frecuente, mortal e invalidante que puede afectar a todos, desde ancianos a niños, y tiene un importante coste sanitario y social".

"Y es que un infarto cerebral no solo afecta a la parte física de la personas (falta de sensibilidad o fuerza en una parte del cuerpo, incapacidad para caminar, dificultad para el habla y la comprensión, pérdida de visión total o parcial...), también perjudica a su esfera cognitiva, emocional o social", recalca la doctora Jiménez.

"Aunque en los niños es muy poco frecuente y generalmente está asociada a malformaciones cardiacas, es muy grave y se encuentra entre las diez primeras causas de mortalidad infantil", revela la neuróloga.

Sobre el coste que genera un ictus, Jiménez dice que las estadísticas nacionales hablan de 27.700 euros al año y que dos tercios de esta cantidad se invierten en costes no sanitarios, a saber, servicios sociales, cuidadores...

Y eso que desde diciembre de 2014 en Son Espases se comenzaron a hacer trombectomías mecánicas, una nueva técnica realizada por los neuroradiólogos intervencionistas que consiste en extraer el coágulo que ha obstruido una arteria cerebral a través de un catéter que se introduce por un vaso sanguíneo de la ingle.

"Es una técnica que solo se puede usar en obstrucciones producidas en arterias de tamaño mediano a las que se pueda acceder con el catéter o indicada para un determinado tipo de pacientes a los que no se les puede disolver el trombo con medicación (fibrinolisis) porque esté tomando algún fármaco anticoagulante", explica la doctora, que no duda en afirmar que, por sus resultados, es un tratamiento coste-efectivo como demuestra el hecho de que un paciente que les llegó recientemente hemipléjico tras sufrir un ictus acaba de ser dado de alta sin secuelas.

Y es que el tiempo de actuación ante un derrame cerebral es fundamental, como demuestra el código ictus implantado en los servicios de emergencias sanitarios para disolver el trombo en el menor tiempo posible y restablecer el flujo sanguíneo con el menor daño cerebral. "Cada minuto que pasas con un ictus, en tu cerebro mueren dos millones de neuronas", apunta la neuróloga. (Se calcula que hay un total de 86.000 millones). "El paciente tiene menos secuelas cuanto antes se le trate", subraya.

Sin límite de edad

Y la estrategia que ha coordinado establece que la edad no debe ser un límite para recibir tratamiento ante un ictus, siempre claro está que las condiciones previas de la persona que lo sufra no fueran ya muy malas, en cuyo caso no se intervendría y se establecería un protocolo de actuación conjunto con cuidados paliativos.

"Estamos hablando de una actuación integral para afrontar esta enfermedad y sus consecuencias en un territorio insular como el nuestro; que contempla la promoción de entornos saludables con dietas y rutas; que establece la atención rápida en su fase aguda con el código ictus; que prevé una rehabilitación física y cognitiva para toda la población, que debería tener acceso a logopedas y psicólogos en todas las islas y en todos los recursos asistenciales por igual. Una estrategia que tampoco se olvide de mimar a los cuidadores, que forme a los profesionales y eduque a la población y que fomente nuevas líneas de investigación", concluye su impulsora.