La Guardia Civil y la Policía Nacional detuvieron ayer a 23 jóvenes, al parecer argelinos, que llegaron a Mallorca y a Cabrera en dos pateras. La primera embarcación fue descubierta frente a la urbanización Tolleric, cerca del Cap Blanc, a primera hora de la mañana. Estaba varada entre las rocas de la costa. La segunda fue interceptada por la tarde en Cabrera.

Por la mañana la Guardia Civil y la Policía Local de Llucmajor pusieron en marcha un operativo de búsqueda que se saldó con el arresto de once inmigrantes irregulares. Ocho en Llucmajor y otros tres en Palma.

Todos ellos fueron conducidos al cuartel de la Guardia Civil de Llucmajor para proceder a su identificación antes de ser entregados a la Policía Nacional, el cuerpo que tiene las competencias en materia de Extranjería.

Expediente de devolución

Previsiblemente, hoy se iniciará el expediente de devolución y se pondrán a disposición judicial. En un plazo máximo de de 72 horas serán trasladados al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Barcelona.

Por la tarde otros doce extranjeros fueron interceptados en la isla de Cabrera. La Guardia Civil les detuvo de inmediato.

Con las de ayer son diez las pateras que llegan a Mallorca en lo que va de 2017. Son en total 98 los inmigrantes llegados por mar de manera irregular a Mallorca, una cifra que contrasta notablemente con los 26 que fueron interceptados en la isla en todo el año pasado.

Este 2017 se está registrando un tráfico inusitado en el trayecto por mar que une la isla con el puerto argelino de Dellys, donde embarcan la gran mayoría de los extranjeros que llegan en patera. Normalmente llegan en buenas condiciones de salud después de recorrer 265 kilómetros en pequeñas embarcaciones a motor.

Casi siempre de noche para esquivar con más facilidad la vigilancia policial y las miradas de los vecinos de Llucmajor, Ses Salines o Santanyí, los municipios del litoral mallorquín en los que desembarcan con más frecuencia.

Es habitual que en un mismo día intenten alcanzar la costa dos pateras. Los inmigrantes creen que de esta manera al menos los tripulantes de una de las dos tienen más posibilidades de desembarcar sin ser vistos.

Estos inmigrantes suelen organizarse en cooperativas para repartirse el gasto que supone botar la embarcación y emprender el viaje a Mallorca. La Policía está prácticamente segura de que detrás de estos desplazamientos no hay mafias, a diferencia de los flujos migratorios que tratan de alcanzar España a través del Estrecho.