La tortuosa relación que los taxistas mantienen con Son Sant Joan durante la temporada alta ha derivado en una tregua. Pese a que sigue el calentón a cuenta de los autocares turísticos del Govern que a punto estuvo de acabar en huelga, los conductores han relajado el semblante desde que disponen de un carril exclusivo para acceder al aeropuerto.

El embudo que se formaba en una de las rotondas de acceso a Son Sant Joan se ha ensanchado y los taxistas ya no tienen que competir por el espacio -muy limitado- con autocares y vehículos de alquiler. Sin embargo, sigue habiendo una asignatura pendiente: las largas colas de pasajeros que esperan en la parada en los picos de mayor tráfico de aviones en el aeródromo.

El pasado jueves se formó una larga hilera que desbordó la superficie habilitada para esperar un taxi y que puso a prueba la paciencia de más de un viajero. Escenas que se repitieron el viernes y el sábado, coincidiendo con la primera 'operación salida' del verano.

Sergio Cobos, uno de los tres controladores que este estío trabajan distribuyendo a los pasajeros en taxis para que haya una circulación más fluida de vehículos y personas, no cree en remedios mágicos. "Hay taxis más que suficientes para atender la demanda de pasajeros. Pero siempre va a haber colas cuando lleguen varios aviones a la vez, es inevitable", explica con un ojo puesto en un grupo de turistas que se acercan y el otro fijo en un conductor que baja apresuradamente de su vehículo para abrirles el maletero.

Todos los taxistas consultados se encogen de hombros al ser cuestionados por las colas que se forman en momentos puntuales del día. "Cuando se juntan cruceros, un pico de llegada de aviones y encima el cielo está nublado, es imposible llegar a todos los sitios", apunta Roberto Carbonero.

El catálogo de reivindicaciones del sector ha adelgazado considerablemente. Y Cort les ha dado manga ancha al declararlos exentos de los días de libranza en julio y agosto para satisfacer la demanda estival y aumentar la disponibilidad de vehículos.

Biel Moragues, presidente de la Asociación de Autónomos del Taxi, se felicita por la mejoría de los accesos y por el hecho de que apenas se vean taxis "piratas", en referencia a los vehículos de Uber y Cabify. "Tendría que haber más inspectores vigilando, vemos muy pocos. Pero al menos ya casi no hay piratas", subraya Moragues.

"Ahora damos mejor servicio", asegura Juan Bover mientras se toma un pequeño respiro fuera de su vehículo. "Quizás el problema es que tenemos que esperar en la reserva a tres kilómetros de aquí", aunque eso tiene difícil solución", asume.