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Opinión

La detección del acto terrorista

Hace tiempo ya que la cruda realidad obligó a extinguir la vieja creencia según la cual Mallorca era un lugar seguro blindado por...

Hace tiempo ya que la cruda realidad obligó a extinguir la vieja creencia según la cual Mallorca era un lugar seguro blindado por la insularidad frente al terrorismo. La mirilla de ETA apuntando al rey Juan Carlos en 1995 en Palma y el atentado que en 2009 costó la vida a dos guardias civiles en Palma Nova desmontaron por completo esta tesis.

ETA ha dejado las armas, pero mientras ha aflorado la agresión yihadista en toda Europa, de la que tampoco queda exenta la isla. El auto dictado ayer por el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, atribuye a Abdelkader Mahomoudi, uno de los cuatro integrantes de la célula del Dáesh detenidos esta semana en Mallorca, la intención de provocar una matanza en pleno centro de Inca. Pensaba acuchillar a los viandantes sin miedo a inmolarse él mismo.

Lógico el estupor, el desconcierto y el miedo que manifiestan los vecinos de la zona aludida al conocer la noticia y los términos concretos de las imputaciones que efectúa el juez. También la llamada a la tranquilidad que se esfuerzan en realizar las autoridades porque, objetivamente, no hay motivo de mayor alarma y las fuerzas de seguridad han sabido actuar con cautela y eficacia preventiva. Pero no es menos cierto que una cosa es ver la noticia en el periódico y otra saber a ciencia cierta que has tenido su causa a dos pasos de casa.

La seguridad absoluta no existe desde el momento en que en la mente de una determinada persona se puede incubar la idea más descabellada posible, pero, como señala el mismo juez en su auto, las "observaciones telefónicas, la vigilancia, los seguimientos y la intervención de material", logran evitar muchos desastres. Es un buen trabajo policial.

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