Los musulmanes de Mallorca vuelven a hacer vida normal. Después de vivir una treintena de días sin poder comer ni beber durante el día despidieron ayer por fin el mes del Ramadán. Unas 3.000 personas se dieron cita en el polideportivo de Son Moix , escenario del rezo que marca la fiesta del final del ayuno. Pese a que madrugaron, la indispensable cita era a las ocho de la mañana, no pudieron evitar decir adiós bajo el calor a un mes sagrado que ha vuelto a ser sofocante, como ya lo fue el anterior.

La sensación era de recocijo por la ardua prueba superada una vez más. "La gente está contenta y emocionada, muchos se han abrazado y gritado al concluir el acto", explicó el imán de la mezquita palmesana de Al-furqan, Younes Chaer, quien señaló que pese a haber caído en un mes de junio más caluroso de lo habitual han podido sobrellevar bien el ayuno. "Es la voluntad del corazón y la mente, estamos como programados, preparados espiritualmente", apuntó.

El imán de la mezquita Abderrahman de Pere Garau, el encargado del rezo, lanzó durante la oración un mensaje de "paz, fiesta, respeto y tolerancia", según Chaer. Familias enteras, los hombres y mujeres por separado, con los niños se dieron cita en el recinto deportivo en el que no hubo manera de cobijarse de los primeros azotes del astro rey. Por eso, la idea es reclamar a las autoridades que se pueda volver a celebrar esta ceremonia en un lugar cubierto, como el Palma Arena, que ya acogió el rezo hace dos años.

Tras las oraciones, mirando en dirección a La Meca, la fiesta continuó durante toda la jornada, que ya empezó con un desayuno en toda regla por ser ya "un día normal", aunque eso sí, vivido de manera especial. Fueron muchos los que acudieron a casa de amigos y familiares a continuar las celebraciones "con comidas especiales para la ocasión, o los típicos dulces marroquíes", abundó Chaer.

Purificados

Eso sí, los musulmanes se entregaban de nuevo a los manjares después de haber pasado un mes que les ha servido para purificar no solo el alma, sino también el cuerpo. "El Ramadán es muy saludable. Para el aparato digestivo, para la piel y la circulación, el cuerpo se purifica", señaló el imán del templo de Al-furqan, en Camp Redó.

Junto al ayuno, el mes del Ramadán ha incluido también una cita con el deber de ayudar a los más necesitados ejerciendo la caridad a través del zakat. Las familias deben dan al concluir el mes una limosna de cinco euros por cada miembro de la familia, que irán destinados a los más pobres, según Chaer. Todo un broche de oro al mes más espiritual del musulmán.