Pese a que Mallorca ha pasado de recibir 5,9 millones de turistas en 2010 a casi el doble el año pasado, cuando llegaron 10,9 millones de viajeros, la isla está vacía. O así la vende la Conselleria de Turismo del Govern en internet y en las redes sociales, en las que difunde las fotos que ven junto a estas líneas, todas ellas ajustadas a su mensaje oficial de que la saturación es solo una percepción ciudadana sin gran sustento real.

Para dejarlo claro, el Govern publicita solo imágenes de playas desiertas, puertos sin gente, calles comerciales limpias y sin ajetreo, y paisajes que tienen en común un elemento: la especie humana se ha extinguido. Tanto es así que en el mundo relajado y vacío del Govern hasta el siempre abarrotado tren de Sóller circula sin un alma a bordo y en Fornalutx hay casas, pero no quien las habite, como pueden ver aquí:

Espacios saturados para el Consell y vacíos para el Govern

Lo mismo puede decirse de entornos como sa Calobra, el cap de Formentor o na Foradada: mientras el Consell Insular restringe el acceso a ellos por exceso de presión humana, la Conselleria de Turismo las comercializa por el mundo adelante como paraísos calmados, de naturaleza reinante y humanidad ausente. La fórmula vale para otros entornos cada vez más restringidos, desde la costa de Manacor y Felanitx y su Cala Varques a espacios que, como Cala Agulla, han saltado recientemente a las televisiones de toda España por ser presa de la suciedad y el vandalismo, aunque solo en el mundo real: en la visión idílica del canal oficial de la Conselleria de Turismo la playa más llena tiene seis personas,y están todas de excursión en invierno.

Pueden comprobarlo en el perfil de Instagram "Turismo Islas Baleares", el oficial de la Conselleria, que desde el mes de abril ha compartido 30 fotos y en solo dos de ellas aparecen personas (pocas). Si se echa la mirada más atrás, hasta julio del año pasado, cuando el Govern empezó a armar su discurso de que la saturación no existía y pasó a promocionar en plena avalancha de viajeros lo que llamaron "turismo sostenible", se observa a la perfección la alergia a las imágenes con turistas que despliegan en el departamento del vicepresident y conseller de Turismo, Biel Barceló: de las 150 fotografías subidas desde el verano pasado, en solo siete hay personas (aunque en dos de ellas aparezcan disfrazadas de demonio en fiesta popular). Para el resto, pura entelequía, imágenes que solo existen en la imaginación del Govern o en invierno y a horas intempestivas, que es probablemente la única forma de ver la muy transitada y hermosa Cala Figuera así de vacía:

Críticas por la publicidad engañosa

El paraíso desierto que venden tiene poco que ver con los 10,9 millones de turistas de Mallorca, como han criticado recientemente en medios de comunicación de distintos países de Europa, en los que se quejan de que sus turistas viajan engañados a unas islas idílicas y tranquilas que nada tienen que ver con la realidad de la saturación balear, como denunciaba por cierto Terraferida hace unos días:

En esa línea se expresan los propios turistas, que en una reciente encuesta publicada por este diario mostraban su decepción con Mallorca por culpa precisamente de la abundancia de turistas como ellos. Así que a los turistas les satura la saturación: de hecho, el 70% de los encuestados aseguraban que lo peor que le vieron a la isla fue el exceso de viejeros. Más contundente incluso se mostraba hace unos días el responsable de Márketing de la Oficina de Turismo de Noruega en España, Luca Bocci, que en una visita a la sede central de Palma del buscador de alojamiento turístico www. HundredRooms.com, decía con rotundidad que "en Mallorca, desde un punto de vista turístico, hay demasiada gente". Aunque no es lo que dicen fotos de promoción del Govern como esta, que muestra una Formentera imposible: vacía.

El ejemplo de Noruega

El encargado de promocionar viajes a Noruega desde España, explicaba en su visita a Palma que su estrategia es muy distinta a la de Balears: "En la Oficina de Turismo de Noruega escuchamos a los vecinos de las zonas y actuamos según lo que escuchamos, tratamos de frenar las llegadas masivas. Preferimos perder en volumen pero ganar en sostenibilidad, así la experiencia de los viajeros también será mejor".

Justo lo contrario ocurre en Balears, dice Bocci, que considera que la situaciónde las islas es muy delicada: "Hay tanta información y tanta gente que quiere ir allí que es insostenible". En ese sentido, aconseja a quienes gestionan el turismo balear que hagan entender a los viajeros y a los touroperadores lo que es van a encontrar: "entonces ni ellos mismos querrán venir a un sitio al que llegan cuatro cruceros a la vez", ilustra Bocci.

Quizá por eso en Turismo promocionan una isla vacía: el lleno no vende tanto como el paraíso perdido, para el que aún se buscan más clientes, mientras Mallorca se prepara para otro verano de saturación récord que no se verá en la versión publicitaria del Govern, en la que caben hasta zonas comerciales sin clientes y playas sin presencia humana: