Avanzar rompiendo tabúes no es fácil. Lo hizo Katherine Font cuando salió a la calle por primera vez con ropa de mujer. También Sonia Vivas cuando denunció a varios compañeros de la Policía Local por homofobia. Y Álex Lucas cuando asumió que su hijo pequeño había sido siempre una niña. Ahora usan toda su energía y experiencia para ayudar, asesorar y acompañar a quienes sufren por su identidad o han sido víctimas de la intolerancia ajena.

Junio es el mes del Orgullo y el colectivo LGBTI -siglas que designan a lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales- gana visibilidad y sube el volumen de sus reivindicaciones. Con mención especial para las personas transgénero, las más vulnerables de un colectivo que avanza a dos velocidades.

"Vivo en un pueblo muy pequeño, aquí todo el mundo se conoce. Mi padre se lo tomó muy mal, sobre todo porque sabía que la gente me iba a hacer sufrir. Mi madre se lo tomó bien. Enseguida me dio ropa, maquillaje, champú... Mis amigos también aceptaron el cambio, aunque les costó llamarme por mi nuevo nombre".

Habla Katherine, una mujer transexual de 24 años que primero luchó por entender quién era y ahora pelea contra prejuicios y miradas. Residente en Maria de la Salut, se hormona desde hace un año con la mirada puesta en el quirófano. "Cuando empecé el cambio recibí muchas miradas desagradables. Un día tuve que denunciar a un hombre que me metió mano en un autobús. Fui a la Policía Nacional, que derivó el caso a la Guardia Civil. Me llamaron para saber si había descubierto algo, como si investigar fuera mi trabajo. Demostraron muy poca sensibilidad. Al final el tema acabó como suelen acabar estas cosas. Me dijeron que si un día volvía a ver al agresor, que les llamara", relata.

Para paliar ese déficit de sensibilidad la Policía Local de Palma abrió en enero la Oficina de Atención a Delitos de Odio. Su responsable es Sonia Vivas, víctima de acoso por parte de dos compañeros a los que no les gustaba que una agente mujer y lesbiana formara parte de la unidad motorizada.

"La Policía de Palma emana de la sociedad. Y como en la sociedad, hay personas de todo tipo. En general es una Policía de personas tolerantes, que trabajan y que ahora están pasando un momento complicado por la investigación abierta [en relación a las pesquisas que se siguen dentro del 'caso Cursach']. Todos los días salen a trabajar y arriesgan su integridad física por el ciudadano", subraya Vivas conciliadora.

Los llamados 'delitos de odio' engloban diversos ámbitos: antisemitismo, aporofobia [aversión a los pobres], racismo y xenofobia, discapacidad, creencias, ideología, discriminación por razón de género, y orientación e identidad sexual.

Desde enero se han judicializado casi treinta casos que previamente han pasado por la oficina de Vivas. "Es una manera de abrir un camino de derechos humanos dentro de la Policía, y que los compañeros tomen conciencia del alcance que tienen algunas agresiones. Por ejemplo, hay una pelea y puede haber un componente de odio que se nos escapa. Vienen grupos de otros países que pertenecen a hinchadas de fútbol violentas con esvásticas tatuadas. Y pueden estar involucrados en peleas con un vendedor ambulante que justamente es un hombre de color. Se nos pasan por alto situaciones que pueden estar relacionadas con delitos de odio, y no solo con una agresión", advierte esta policía.

Vivas es consciente de que dentro del colectivo LGBTI hay varias letras que son más vulnerables que otras: "Es obligatorio que las siglas LG tiren del resto. Los colectivos de lesbianas y gays han logrado conquistas importantes como la Ley del Matrimonio, pero hay otros que no han logrado nada. Tenemos que trabajar para que el resto de siglas tengan una vida mejor".

Lo sabe Álex Lucas, que junto con su mujer mantiene un pulso con la sociedad para romper tópicos y tabúes sobre la transexualidad. Ensa, su hija de 9 años, les abrió la mente a una nueva realidad. Primera lección: "Mi hija no es una niña encerrada en un cuerpo de niño. Es una niña transexual, una persona. Y no tiene ningún problema".

Desde Chrysallis Balears asesoran a padres en su situación. También a adultos transexuales. Son la 'T' en las islas del colectivo LGBTI. "Yo he sido el más cromañón del mundo, tuve que hacer un proceso mental extremo. Al principio pensaba que mi hija tenía un problema con el habla porque confundía el masculino con el femenino, y la corregía. No le gustaban las cosas de chicos, siempre te daba señales. Yo pensaba que iba a ser homosexual. Pero cuando pasó de Preescolar a Primaria llegaron los baños diferenciados, actividades segregadas por sexos... No encajaba. Un día la tutora nos dijo que era una niña. Me quedé a cuadros. Tuvieron que trabajar mucho conmigo para que lo asumiera", explica Lucas.

Y lo hizo. La pelea empieza por explicar la transexualidad - "en los medios te presentan a una mujer trans perfecta como Angelina Jolie, la realidad no es así"-, y termina con la igualdad efectiva de oportunidades a la hora de acceder al mercado laboral. De momento, una utopía. Alrededor de un 80 por ciento de transexuales están en el paro, y sus escasas opciones de encontrar trabajo empuja a muchos a la prostitución.

Katherine aporta otro punto de vista sobre el desconocimiento que existe acerca del colectivo: "La gente se cree que esto es un 'hobby' o que somos unas viciosas. Pero no es una elección. O eliges estar mal toda la vida, o haces el cambio. O lo haces ahora, o lo harás con 50 años, da igual. Pero no hay alternativa".

Gracias al esfuerzo de Álex Lucas y su mujer se van ganando pequeñas batallas que allanarán el camino de los que vengan detrás de Ensa. No Elsa. "Para cambiar el nombre en el Registro Civil no puede haber confusión entre sexos. Elsa es un nombre femenino, así que mi mujer indagó en Internet y vio que existía Ensa, un nombre de origen musulmán que hacía referencia a un guerrero neutro. Así conseguimos cambiarle el DNI", recuerda.

Hay avances, pero también gruesos muros de intolerancia. "Sigue habiendo violencia y discriminación, sea más sutil o abierta. En 2017 nos llegan casos de jóvenes que han tenido que irse de casa de sus padres después de salir del armario. Tres casos desde que soy presidente. Y estamos hablando de Mallorca, no del Tercer Mundo", relata Jan Gómez, de Ben Amics.

Esta asociación ya tiene todo listo para el desfile del Orgullo Gay el día 28, entre Es Baluard y Cort. Gómez defiende el tono festivo de la celebración, criticada incluso dentro del colectivo por quienes consideran que las carrozas y los disfraces eclipsan la reivindicación.

"El problema es que los medios, controlados en su mayoría por heterosexuales, han distorsionado la imagen del Orgullo. No veremos la pancarta que encabeza la manifestación y su lema, sino la carroza, la persona borracha o la que lleve menos ropa. Podemos reivindicar desde la celebración. Para exigir derechos no hace falta estar enfadados", defiende el presidente de Ben Amics.

Todo cuesta, pero Katherine envía un mensaje esperanzador: "No presioné a mi padre, fui a mi bola y me hormoné sin decírselo. Hasta que un día me llamó Katherine. Ya me había aceptado. Es mi consejo: seguid adelante y vuestra gente acabará aceptándolo, aunque les costará tiempo".