El buque insignia de Greenpeace, el Rainbow Warrior, recaló ayer en el Puerto de Palma, donde hizo escala en el marco de su campaña contra la invasión de plásticos en el Mediterráneo. En declaraciones a los medios, la responsable de la campaña de océanos de la organización ecologista, Elvira Jiménez, advirtió de la gravedad del problema con el siguiente dato: en la zona norte de Mallorca y Eivissa, hay puntos con una concentración de más de un millón de fragmentos de plástico por kilómetro cuadrado.

Además, recordó que esos microplásticos se han encontrado incluso en una zona teóricamente protegida como el parque marítimo-terrestre de Cabrera.

La visita al Puerto de Palma del Rainbow Warrior, precedida por una acción simbólica el pasado lunes consistente en la colocación de grandes estructuras de plástico en alta mar, generó una enorme expectación, como lo demostraron las largas colas que se formaron delante del expositor que montó la organización ecologista en el pantalán del Mediterráneo.

"En tan sólo unas décadas, los plásticos han provocado un gran impacto medioambiental. La fauna marina se llega a asfixiar con estos plásticos. Incluso los ingieren. Hasta los fragmentos más pequeños pueden llegar a ser ingeridos por el pláncton", recordó la responsable de océanos de Greenpeace.

A bordo del barco, viajan una treintena de personas, de los cuales 16 son tripulantes fijos de la embarcación y el resto voluntarios y personal científico.

1.455 toneladas

Uno de los que realiza investigaciones a bordo es Luis Francisco Ruiz-Orejón, que trabaja en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y está estudiando los efectos en el mar de la contaminación por plásticos. Ruiz-Orejón informó de que en el Mediterráneo hay 1.455 toneladas de plástico sólo en la superficie. "Pero es sólo la punta del iceberg", afirmó.

Este investigador apuntó que una simple bolsa de plástico de las que dan en el supermercado puede tardar "entre 100 y 500 años" en desintegrarse, o incluso más si va a parar al fondo marino.