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Turismo

El alojamiento se queda una parte cada vez mayor del presupuesto de los viajeros

Los precios de la pernoctación crecen mucho más que la capacidad de gasto de los turistas, para desgracia de la hostelería, el comercio y la oferta de ocio

Turistas en la terraza de uno de los balnearios de Platja de Palma. M. Mielniezuk

Con la subida de precios del alojamiento y la avalancha de viajeros que, en mucho casos, llegan con su presupuesto al límite, a los supermercados les va genial para vender turismo de bocata y cubo de cervezas, pero a los restaurantes no tanto. La cuenta es simple: según los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística, los turistas gastan en sus vacaciones en Mallorca más o menos lo mismo que hace cuatro años, pero desde entonces el precio de los alojamientos se ha multiplicado. El resultado es que los viajeros se dejan más en el hotel y el alquiler, con lo que les queda menos para divertirse fuera.

Y eso tiene reflejo en el estado de ánimo de los empresarios del sector, plasmado hace unos días por la encuesta de Clima Empresarial que elabora la Fundación Gadeso: mientras el negocio del alojamiento está más confiado que nunca en la temporada, el resto de empresarios turísticos no acaban de tenerlas todas consigo. La seguridad de los empresarios hoteleros y de alquiler es casi absoluta: el 99% afirman que este año sus beneficios serán iguales o mayores que el pasado, que ya fue bueno,. En cambio en la oferta complementaria, solo el 21% de los comercios, el 26% de los bares y restaurantes y el 17% de las empresas de transporte creen que ganarán más que en 1026.

Dicho de otro modo: los empresarios de alojamiento saben que pase lo que pase, ellos ganan. La pega es que sus clientes saldrán de su habitación con el bolsillo más vacío, algo que se traduce en empleo: apenas un 24% de los empresarios de ramas distintas al alojamiento dicen que van a contratar más en este año que se prevé de negocio y aluvión turístico máximos.

Los datos facilitados a este diario por HundredRooms parecen apuntar hacia la misma conclusión. Un ejemplo. En Palma, con el precio por noche más caro del verano (429 euros de media a finales de julio) el gasto total de los turistas en su estancia está lejos de ser el más alto, se queda en 3.865 euros en total, es decir, los viajeros se quedan nueve días. En cambio, con tarifas más bajas, en torno a 400 euros la noche, el gasto total supera los 4.100. Es decir los turistas acomodan su presupuesto al tiempo de estancia y lo que hacen en ella, con lo que cuanto más gastan en sus apartamentos, menos días están o más recortan su gasto fuera de casa.

Se explica así que al final de la temporada pasada la euforia con el verano de los récords de caja y saturación no fuera tanta entre comerciantes y hosteleros, que son conscientes de que mientras el precio de los apartamentos sigue subiendo, el gasto que hacen los turistas por cada viaje a Mallorca se mantiene estancado, con lo que cada vez más negocio se concentra en el alojamiento.

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