El boom del turismo es también un boom de euros: los turistas se gastaron durante el mes de abril en la isla más de 900 millones de euros, una cota de facturación jamás vista en un mes en el que ni siquiera se habían superado nunca los 800 millones de ingresos turísticos. Hasta ahora, cuando este negocio disparado a máximos, más propio del mes de mayo, llega después de un incremento del que tampoco hay precedentes: en abril de 2017 el turismo de las islas generó un 36,4% más que en abril de 2016, y eso que el año pasado ya se había marcado el máximo histórico de ingresos en un mes (760 millones, de los que ahora se salta a 906 millones de euros en un mes).

El incremento es de tal calibre que no se han registrado avances similares en ningún otro destino: según reveló ayer la Encuesta de Gasto Turístico (Egatur), el turismo sigue avanzando en todo el Estado, pero en Balears lo hace con mayor consistencia y velocidad. Y eso que este abril se vistió de Semana Santa, puente que favorece tradicionalmente a los destinos más accesibles en coche para el turismo español. Pues bien, el turismo de las islas no solo se superó a sí mismo con récord en abril incluso cuando se compara con otros abriles de Pascua, además Balears batió a su insularidad para apuntarse el mayor crecimiento del negocio turístico del mapa nacional: mientras los ingresos crecían un 36,4% en Mallorca, Eivissa, Menorca y Formentera, el avance medio español se quedaba en un 19%, la mitad, y la mayoría de los competidores se atascaban muy por debajo de ese avance, con Andalucía en un 11%, Canarias y Cataluña abonados al 20% de incremento y otros ilustres del mapa turístico muy lejos de eso, como la Comunidad Valenciana, que con el viento a favor creció como todos, pero mucho menos, un 9%.

Más presión humana

El repunte de la facturación turística de las islas, no obstante, se produce a costa de incrementar la presión humana. Un dato lo deja claro: el gasto medio por turista apenas subió un 5%, algo en gran medida debido al aumento de coste del alojamiento. Ese 5% de aumento de lo que se deja cada turista fraguó luego en una subida del 37% de la facturación total, algo que se explica solo de un modo: hicieron falta muchos más turistas para disparar la facturación. De hecho, los datos de llegadas de viajeros durante el mes de abril también arrojaron un crecimiento histórico, del 17%, según detallaba hace una semana el Instituto Nacional de Estadística. Además, los visitantes se quedaron esta vez más días. La consecuencia fueron 6,56 millones de pernoctaciones, un 27% más, para consolidar una actividad más propia de mayo o junio que de abril.

El incremento en primavera le sirve a Balears para cerrar su mejor temporada baja, con un abril en el que ha hecho el agosto. Nunca hubo tantos turistas, ni tantos euros en caja como en este inicio de año 2017. También en este punto los números superan las expectativas de los más optimistas del sector: las ventas hasta el final de abril ascendió a 1.452 millones de euros, que es lo que entraba en caja hasta hace cinco años en un mes de julio o agosto (el último verano, tras cinco años de crecimiento turístico feroz, la facturación en los meses centrales de verano superó los 2.800 millones, y este año seguramente romperá por primera vez la barrera de los 3.000 millones en un mes). Es decir, las islas, sobre todo Mallorca, empiezan la temporada con algo así como un mes de agosto ya ingresado en cuenta, gracias a que han ganado 165 millones más que el año pasado.

Desestacionalización a la carrera

Si se mira más atrás, el salto habla de desestacionalización a la carrera. Los 906 millones de facturación de este abril suponen un incremento del 50% en solo cinco años, los del boom turístico, fenómeno de velocidad creciente que ha provocado ya que Mallorca pasase de recibir 5,9 millones de turistas en 2010 a lidiar el año pasado con 10,9 millones, casi el doble.

Se lo contaba Diario de Mallorca este fin de semana en un informe titulado "Isla insostenible", en el que se explicaban los efectos de tal avance: como consecuencia del salto cuantitativo, acompañado además de un proceso por el que los excesos de julio y agosto se contagian al resto de meses sin que se reduzca la presión en verano, la isla tiene sus recursos y servicios al límite. Un ejemplo: entre 2012 y 2016, Mallorca ha elevado su producción de residuos, que creció en 46 millones de kilos de basura adicionales al año, con un incremento de los envases de plástico arrojados al contenedor, las papeleras o las calles del 47% desde 2010. El fenómeno se repite con la generación de humos, el consumo de electricidad y combustible o el gasto de agua, que se dispara incluso en años de sequía, como el pasado.

La contrapartida son estos euros cada vez más abundantes, que, no obstante, no acaban de trasladarse al conjunto de la sociedad: según datos de la Conselleria de Trabajo, desde 2009 el poder adquisitivo de los residentes ha bajado un 3,4%, empobrecimiento general que contrasta con esos récords sucesivos que han llevado la facturación a máximos y han duplicado el número de turistas en la isla.