La primera noticia del título es el propio título: que ecologistas, hoteleros y políticos coincidan en algo es muy poco habitual. Una rareza, casi un milagro. La segunda noticia es la importante, la de calado: todos ellos, y con ellos también economistas de distinta ideología, apuntan a que el modelo de Mallorca no es hoy sostenible. No cómo se está gestionando, dicen los hoteleros, que piden más control para hacer valer la ley y reducir la oferta ilegal que ha masificado la isla. No funciona de partida, reprochan a su vez los ecologistas, que consideran igualmente excesiva la presión turística que había antes del boom del alquiler ilegal y lamentan décadas de inacción política para poner límites, antes de denunciar que la pasividad política sigue, sin que se intuya siquiera un cambio de modelo para acabar con el monocultivo turístico. ¿Y qué dicen los políticos? Pues los dos consultados asumen que el modelo ha puesto la isla al límiet, aunque quizá la concesión tenga que ver con el perfil de los dos entrevistdos: ambos son los máximos responsables de Medio Ambiente en dos instituciones distintas, el Consell de Mallorca y el Govern.

La primera, Sandra Espeja, de Podemos, es la más contundente. Suya es la responsabilidad de gestionar la recogida y tratamiento de residuos, por ejemplo, por lo que conoce a la perfección el avance imparable del volumen de basura y plásticos. "Está clarísimo que la situación no es nada sostenible. No lo es en el planeta en su conjunto, pero menos aún en una isla con un territorio limitado", reflexiona Espeja, que solo ve una solución posible: "Hay que ir hacia políticas de decrecimiento económico. Parece que esto no se puede decir, pero yo lo digo claramente: no sirve de nada, por ejemplo, que hablemos de desestacionalizar sin que eso sirva para disminuir la presión en verano y repartirla en parte en el resto del año. Lo que ocurre es que lo que llamamos desestacionalizar es extender el problema: tenemos los mismos picos en temporada alta y encima empiezan a detectarse otros meses", advierte Espeja, que teme que el escenario actual de julio y agosto, cuando la recogida de residuos se duplica en toda la isla y se cuadruplica en varios municipios, se traslade a primavera y otoño.

Temor a grandes incendios

Coincide en el diagnóstico Vicenç Vidal (Més), conseller de Medio Ambiente del Govern, que confía en que esa desestacionalización insana remita cuando los competidores turísticos se recuperen, algo que se vende como inminiente desde hace cinco años, pero se aleja con cada bomba en Egipto o Turquía. Por eso Nadal pone el foco en otras amenazas y en la respuesta positiva de Balears, como la sobrepesca en el Mediterráneo, compensada con la extensión de los espacios marinos protegidos y la aprobación de medidas de protección de la posidonia. "Aunque para mí la mayor amenaza ecológica de los próximos meses son los grandes incendios. Estamos recuperando personal de prevención que se despidió con el anterior Govern, 32 empleos que son clave para proteger la naturaleza. Este verano la situación es más delicada: tenemos más masa forestal que nunca y el riesgo es mayor".

También por la presión humana, que de la mano del turismo volverá a batir récords, convirtiéndose en el detonante más probable de la explosión de ese combustible que es la masa forestal de paraísos como la Serra. Lo asume Vidal: "A mí tampoco me cuesta hablar de economía del decrecimiento, pero no de cualquier manera: hay que hacerlo con equilibrio, lo que se decrezca en sectores como el turismo, generarlo en otros", abunda el conseller, que insiste en una idea que no todo el mundo comparte ni en el Govern, ni en su propio partido: "Desestacionalizar sin que bajen los excesos de turismo de verano no es una buena noticia desde el punto de vista ecológico".

GOB: el Govern no tiene un plan

Justo esa es la tesis que defiende hace años el GOB, cuya portavoz, Margalida Ramis, es contundente en la crítica a un Govern por el que se ha cansado de esperar medidas: "En su día le preguntamos a Biel Barceló (vicepresident, conseller de Turismo y líder de Més) qué medidas tenía previstas para bajar los picos turísticos de verano. Y nos reconoció que no las tiene, que no hay, que lo que van a hacer es no promocionar el turismo durante esos meses. Pero eso estamos viendo que no basta", lamenta Ramis, cuya plataforma ecologista acaba de desatar una campaña, Overboomking, diseñada para mostrar los excesos que sufre la isla y denunciar la inacción de un Govern que sigue diciendo que promociona el "turismo sostenible". "El concepto de sostenibilidad es algo que está tan lejos de la realidad de la isla que utilizarlo desde la política para vender turismo es casi un insulto", carga Ramis. ¿Su receta? Decrecimiento económico, aunque circunscrito solo al turismo: "El objetivo debería ser aprovechar estas temporadas supuestamente buenas para insuflar recursos a otros sectores para que resuciten". ¿Y cómo reducir el turismo? "Hay que poner límites de entrada de personas en exceso que consumen agua, energía, territorio, mientras generan residuos".

Ese análisis lo hace también Alexandre Durán, economista especializado en medio ambiente y delegado en Balears de Som Energia, cooperativa de energías renovables. "Las cifras de consumo energético, las de flujos de material a la isla, las de uso de los recursos indican que superamos de largo todo lo sostenible. La clave es reducir el consumo de energía y recursos. Hay estrategias diferentes. Se habla de limitar la llegada de turistas, algo que la Unión Europea no permite. Así que hay que limitar factores de atracción turística". O sea recortar plazas turísticas. O generar barreras de entrada, como un impuesto sobre las pernoctaciones mucho más elevado y mínimamente disuasorio, como ha propuesto públicamente el tambión economista José Luis Groizard, autor de una propuesta para el Régimen Econóimco Especial de Balears.

¿Es la receta? ¿Reducir plazas? ¿Poner barreras de entrada? Otra Margalida Ramis, solo que ésta hotelera y directora general de Grupotel, decía esta misma semana en el Club Diario de Mallorca que sin duda sobran plazas de oferta ilegal, que son las que según ella están provocando "una situación insostenible". "Nos encontramos con un entorno en el que no existen las mismas reglas de juego para todos los jugadores, con una oferta no reglada que no cumple ningún requisito ni paga impuestos. Hay que hacer cumplir la ley", exige. La respalda la presidenta de la patronal hotelera de Mallorca, Inma Benito, que insiste en la idea de que el modelo, tal como está hoy, es insostenible: "Teníamos un modelo equilibrado, con oferta reglada y con inversiones en marcha que dan rentabilidad social, con empleo de más calidad, turismo de calidad, mejores salarios. Ese modelo se ha quebrado por la entrada sin control de oferta ilegal", reflexiona Inma Benito, que no cree preciso que se apliquen límites ni políticas de decrecimiento económico: "Basta con controla la actividad irregular con inspección", opina, para pedir al Govern que haga valer sus propias leyes. "Hay una normativa que permite controlar los excesos turísticos que saturan la isla, pero no se está aplicando. Y ese es el problema".

Y de ahí a la turismofobia hay un paso, dice el catedrático y economista Eugeni Aguiló: "La turismofobia no se origina en una visión medioambiental. El problema es que nos tocan el bolsillo y nos imposibilitan pasear o desplazarnos. Eso toca la parte más sensible de los ciudadanos, su vida diaria". Y todo ello sin que la incomodidad se compense en forma de mejores salarios. De ahí la turismofobia. De ahí la saturación compartida. De ahí los apuros de una isla llena de euros y vacía de sí: insostenible.