El sector de la ensaimada, referente de la repostería mallorquina, goza de mucha popularidad social pero se siente "despreciada" por el Govern balear. El adjetivo lo pone Pau Llull, propietario del centenario Forn Fondo de Palma y presidente del Consejo Regulador de la ensaimada. Y, por supuesto, uno de los diez pasteleros de la isla que venden el postre con la etiqueta que lo acredita como Indicación Geográfica Protegida (IGP).

"Sufrimos un claro desprecio del Govern, sobre todo si nos comparamos con otros productos denominación de origen como la sobrasada, que recibe mucho dinero. A nosotros no nos dan nada, vivimos exclusivamente de las cuotas que pagan los miembros del Consejo Regulador. Trescientos euros por diez; haga cálculos", explicó Llull.

"Con este dinero es imposible hacer campañas de promoción. La gente no ve que demos valor al producto y es normal que se desinfle", añadió.

El presidente del organismo regulador entiende que en estas circunstancias la inmensa mayoría de los pasteleros de la isla hayan dado la espalda a la IGP. "Pagas el canon, tienes que cocinar la ensaimada cumpliendo una serie de requisitos y encima el Govern te envía inspectores a ti y no a los que pasan del distintivo", reconoció Llull.

Sin embargo, defiende su utilidad: "Yo sí considero que pese a todo la etiqueta le da un valor añadido al producto. Los pasteleros deberían tomar conciencia y reflexionar".

El Govern justifica su negativa a no subvencionar al sector de la ensaimada porque "en su Consejo Regulador no incluyen a productores locales que utilicen materia prima autóctona", explicó Llorenç Mas, gerente adjunto del Fondo de Garantía Agraria y Pesquera de las Islas Balears (Fogaiba). "Solo empezamos a ayudar a la sobrasada cuando incluyeron a productores de cerdo negro, una variedad de aquí", añadió Mas.

Los reyes de la subvención

Lo cierto es que según estas reglas del juego este reputado postre no tiene ninguna posibilidad de recibir las subvenciones que otorga el Govern y la Unión Europea. Los ingredientes con los que se elabora -harina, agua, azúcar- no tienen variedades específicas de la isla.

La sobrasada tiene concedida una ayuda de 230.000 euros, gran parte procedente de fondos europeos. El vino de Binissalem tiene comprometidos 190.000 euros. Y el aceite de Mallorca tiene aprobada una subvención de 140.000 euros.

También perciben subvenciones el vino del Pla y Llevant; la aceituna de Mallorca y el queso menorquín.