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Opinión

Hagan juego

Hagan juego

Cuesta trabajo escribir de algo que apenas se entiende. Para bien o para mal, el juego no está entre mis aficiones; recuerdo cuando se instaló el primer casino en Mallorca tras los años del franquismo en que eso de jugar estaba prohibido (con la excepción de la lotería, el cupón de los ciegos y las quinielas). La curiosidad me llevó a la sala en la que las ruletas las mesas de blackjack y no sé qué otro tipo de tentaciones me resultaban paisajes de otro planeta. Estuve un par de horas sin perder o ganar casi nada, puse todas las fichas que había cambiado a un número de la ruleta, salió otro y me fui para no volver jamás.

Sería ridículo deducir de una única experiencia, y por añadidura personal, toda una teoría acerca de los problemas que tienen los ludópatas. El juego esta tan arraigado en el ser humano, en los españoles y en los mallorquines que ni siquiera el general Franco, con sus muchos medios de espionaje y control, fue capaz de impedir que en los bares y cafés de la isla se siguiese apostando a las cartas.

No estoy nada seguro de que, muerto Francisco Franco, la instalación de casinos con toda su pompa supusiera un gran problema añadido para la población en general por eso mismo, porque quien quería jugar ya lo hacía antes. Pero al menos para las personalidades adictivas las facilidades empeoran, qué duda cabe, la caída en esas conductas que pueden llevar hasta la destrucción de la persona.

Así que buena noticia es la de que, junto con la proliferación de salas de juego ligadas en los últimos tiempos a las apuestas deportivas, surjan también gabinetes capaces de dar ayuda psicológica al ludópata. A condición de que éste quiera, por supuesto, que la propia voluntad es la condición esencial para dejar el juego.

Internet ha terminado por liar nuestras vidas en muchísimos aspectos que van desde la pérdida de la intimidad a la caída en adicciones que antes no existían, comenzando por la que supone el estar enganchado día y noche a las distintas pantallas consultando el correo electrónico a cada instante. No es raro que quienes hacen del juego un negocio se hayan fijado en las oportunidades que ofrecen la ruleta o el póker online. Pero quizá el aspecto más significativo de ese cambio de costumbres lo ofrezca, para quien tiende a la ludopatía, el cruce entre la facilidad de apuesta y el mundo del deporte. A menudo saltan noticias acerca de los amaños en las apuestas del fútbol, que es el espectáculo deportivo más extendido en el continente, con cantidades que sobrecogen y que indican de qué cifras de negocio estamos hablando.

Las profesionales del trato de las alteraciones psicológicas ligadas al juego a las que ha consultado este periódicopara este reportaje insisten en lo que ya se sabía pero hay que recordar de continuo: la vida de un ludópata puede volverse muy pronto un calvario para él y para quienes le rodean. Si se cruzan la facilidad de acceso al juego por Internet y lo instantáneo de los resultados de la apuesta, el problema está servido.

Las psicólogas de la asociación Juguesca apuntan a la necesidad de regular desde la administración la publicidad de las casas deportivas de apuestas, verdaderos leones en la televisión, la radio deportiva y la prensa digital. Puede ser un remedio pero que, por desgracia, no llegará al fondo de la cuestión. La ludopatía es una enfermedad y mientras quien la padece no lo admita, el remedio quedará muy lejos.

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