Sólo tres años ha necesitado Podemos en Balears para sumergirse en una guerra interna con tintes cainitas que, por el momento, ha acabado con el liderazgo de Alberto Jarabo sin que esté claro aún quien asumirá el papel de pilotar la formación a sólo dos años de las elecciones autonómicas. Se da por hecho que será Laura Camargo la que tome las riendas, pero la número dos del partido aún no ha anunciado oficialmente su candidatura, a pesar de contar con el respaldo explícito y público de los principales cargos de la formación en las islas y de numerosos militantes. ¿Qué ha ocurrido en estos tres años para que el partido que irrumpió triunfante en la escena política en las europeas de 2014 se encuentre inmerso en una profunda división y el riesgo de ruptura interno?

La crisis de Podemos es el resultado de su fulgurante ascenso, de las prisas obligadas en su formación como partido y de la construcción de liderazgos sólidos en ese contexto, es decir, la inevitable lucha por el poder que forma parte de toda organización política pero que en Podemos se resisten a identificar como algo propio, al vincularlo con el concepto de vieja política.

Las elecciones europeas de mayo de 2014 se caracterizaron por la irrupción de Podemos. Balears no fue una excepción. Ese nuevo partido, al que los grandes medios apenas habían prestado atención y que había crecido a través del boca a boca y las redes sociales, se alzó en las islas como la tercera fuerza más votada, con casi 28.000 apoyos. El foco apuntó hacia ellos. En sus primeros encuentros con los medios de comunicación las preguntas se dirigían hacia una desconocida Laura Camargo, sin necesidad de que nadie la identificara como portavoz.

Procedente de Anticapitalistas, fue la cara más visible de un Podemos que a partir de ese momento comenzó a crecer, con una avalancha de afiliaciones de muy distintas procedencias de la izquierda. En Balears comenzaron a organizarse en círculos que se caracterizaron por una intensa y numerosa participación. Alberto Jarabo entró en uno de los primeros, el de Arxiduc de Palma, y pronto llamó la atención de otro de los primeros impulsores del partido en Mallorca, Antoni Palerm, exconcejal de UM en Banyalbufar y dirigente del PCE en los setenta, quien continúa como uno de los más fieles al secretario general. Jarabo mostraba ganas por actuar, capacidad comunicadora y un rostro amable. Al poco tiempo, Palerm se lo presentó a Camargo, con la que acabaría formando una alianza que se impondría en las primarias internas.

Tras la Asamblea Constituyente de Podemos como partido de ámbito estatal en noviembre de 2014, se puso en marcha en Balears el calendario para formar los órganos de dirección en las islas, que culminó el 14 de febrero de 2015 con la elección de Jarabo como secretario general con Camargo como segunda de a bordo. Jarabo se impuso con 1.075 apoyos, tan solo unos 300 más que Lola Fernández, que quedó en segundo puesto seguida de Antòni Bennassar y Tomàs Fernández

Poco después empezaba el goteo de bajas, con acusaciones de juego sucio en las primarias y críticas al secretario general. La inminencia de las elecciones autonómicas de mayo, sin embargo, obligaba a seguir con el pie en el acelerador. Jarabo también se impuso en las primarias para el Parlament.

En las autonómicas de 2015, Podemos irrumpió en la Cámara balear con 10 diputados y en las principales instituciones de Balears. Optó por no integrarse en el Govern al presidirlo el PSIB, aunque dando apoyo desde el Parlament al Ejecutivo de Francina Armengol que integran socialistas y Més, bajo el paraguas de los Acuerdos por el Cambio suscritos entre las tres formaciones. El partido morado sí entró en los gobiernos de los Consells y de Cort, entre otros.

A partir de ese momento, las tensiones con PSIB y Més son constantes. Las internas, también. Las acusaciones de falta de participación en el partido se suceden con un crítica común: el modo en el que se gestiona Podemos, ferreamente dirigido desde la cúpula. La expulsión del partido de Xelo Huertas y Montserrat Seijas a finales del pasado año, tras su apoyo al también expulsado Daniel Bachiller por presionar para que su laboratorio fuera subvencionado por el Govern, supone la crisis más visible. El goteo de bajas continúa y, entre expulsiones y renuncias, la dirección del partido queda con menos de la mitad de sus miembros. Se forma el consejo de dirección, una especie de Ejecutiva reducida, bajo el control de Jarabo y sus partidarios.

Hasta entonces, los dirigentes de Podemos trabajaban con la mirada puesta en elegir a la nueva dirección en las primarias previstas para después de verano. Jarabo acelera los tiempos y, por sorpresa, anuncia que se adelantarán a junio. Camargo deja clara su oposición al adelanto y, de inmediato, anuncia en público que se plantea presentar su candidatura. En solo una semana, todo el grupo parlamentario muestra su respaldo a la numero dos del partido, que recibe el aval de un manifiesto firmado por más de 200 personas, entre ellos los dirigentes más destacados. Por comparación, la sensación de soledad de Jarabo es evidente. El pasado lunes, solo una semana después de adelantar las primarias a junio, la cúpula del partido en Balears decide dejarlas de nuevo para después del verano y al día siguiente Jarabo anuncia que no se presentará a la reelección, pidiendo sin éxito a Camargo que haga lo mismo.

En medio de la batalla surje un debate de fondo cuando Jarabo plantea la conveniencia de plantearse la entrada en el Govern para los dos últimos años de legislatura. Camargo se opone. En ambos casos el criterio es el de cual sería la mejor fórmula para que el partido llegue en las mejores condiciones a las elecciones de 2019. Por de pronto, la cúpula del partido ya ha empezado a actuar para rebatir la acusación de no fomentar la participación y ayer la secretaría de organización anunció la convocatoria de "caucus" para recoger las ideas de los afiliados ante las primarias.