Álvaro Ruiz Mateos, el más joven de los hijos del polémico empresario, dejó muy claro desde la primera respuesta cuál iba a ser su estrategia, y la de sus hermanos, para apartarse de la estafa por la que están siendo juzgados en la Audiencia de Palma. "Mi padre era el dueño de Nueva Rumasa y dirigía todas las empresas. Sus hijos se limitaban a cumplir sus órdenes". El joven actuó como avalista, por su condición de administrador de las empresas Dhul y Clesa, en la operación que Nueva Rumasa realizó con una familia de empresarios de Mallorca. Adquirían dos hoteles, uno en la isla y otro en Canarias, por un precio pactado, pero aplazado, de 11,6 millones de euros. El mismo día que se firmó la compra, Ruiz Mateos hipotecó ambos hoteles. El fiscal Juan Carrau pretende demostrar que Álvaro intervino en el engaño, porque su firma aparece en el contrato de compra. Sin embargo, el acusado en todo momento intentó desvincularse de esta operación, insistiendo en que se limitó a cumplir las directrices que le marcó su padre. "Solo recuerdo que viajé a Mallorca y firmé en la notaría. No sé nada más".

A pesar de su condición de administrador de dos de las empresas más conocidas de Nueva Rumasa, Álvaro Ruiz Mateos afirmó que no estaba al corriente de la actividad de ambas sociedades, pero insistió varias veces en que eran proyectos solventes, con altos beneficios. El joven se enfrentó verbalmente con el fiscal y no tuvo reparos en entrar a discutir con Carrau. Siempre descargó la culpa hacia su padre (ya fallecido), y sostuvo que su papel en las empresas "era de derecho, pero no de hecho".

El familiar afirmó que nunca conoció que el valor de las hipotecas que se obtuvieron con estos hoteles, ni que el dinero no se dedicó a invertir sobre este negocio, sino hacia otros proyectos del grupo Nueva Rumasa. Se calificó de un simple empleado del grupo, aclarando que estaba dado de alta en dos de las empresas, realizando labores comerciales, con un sueldo de 2.800 euros. "Yo tengo nada",explicó. Pero también reiteró que todas las operaciones que emprendió su padre, habían sido previamente analizadas y aprobadas por asesores jurídicos y económicos.

El acusado, que está ahora en prisión, insistió en que "no pintaba nada en la empresa", pero aclaró que no era "un kamikaze. Firmé porque la operación estaba supervisada por los asesores de mi padre". El hijo del empresario consideró lógico que el banco facilitara financiación a Nueva Rumasa, porque sus empresas eran solventes, pero afirmó que no tuvo nada que ver en la maniobra para desviar el dinero de las hipotecas de los hoteles. Sobre esta operación el fiscal insistió en que, para reducir riesgos ante los bancos, se ofreció los dos hoteles que estaban libres de cargas y mantiene que todos los hijos conocían esta situación. Esto motivó que se dejaran de abonar los plazos y el acuerdo no se cumpliera.