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Entrevista

"Los Caputxins tienen la cola de hambre más larga que he visto en mi vida"

El activista rumano cree que "el mallorquín tiene que cambiar de mentalidad y aprender a compartir"

Lagarder Danciu ayer durante un acto de protesta frente al Parlament. manu mielniezuk

Lagarder Danciu (Rumania, 1981) recorre estos días Mallorca, parada de su 'Ruta por la pobreza' que le lleva por todo el Estado entrevistándose con otros sin techo y ciudadanos en riesgo de exclusión social. Ayer participó en un acto de protesta frente al Parlament y hoy interviene a las 16.00 horas en una mesa redonda sobre los sin techo en la UIB.

P ¿Dónde está durmiendo?

R Las primeras noches dormí en un cajero de la calle Aragón con otros sin techo. Después en casas de activistas que me acompañan estos días.

P Empezó durmiendo en la calle por necesidad. Entiendo que ahora lo hace como opción personal.

R Sí. Vivía en Sevilla y me desahuciaron. No tenía dinero, así que dejé de fingir que era de clase media y reconocí mi estatus. La calle es una aula, es cuestión de organizarte. Me junté con los sin techo de Sevila y aprendí un montón de ellos. Me sirve para documentar lo que ocurre en la calle, aunque no quiero estar así siempre.

P ¿Qué ha venido a hacer a Mallorca?

R Es una parada más dentro de nuestra 'Ruta de la pobreza'. He venido invitado por un grupo de trabajadoras sociales precarias para denunciar que los servicios sociales están en manos privadas. Esto se repite por todo el Estado. La diferencia es que en Mallorca hay trabajadores que viven en cartones o en la calle porque no pueden pagar un alquiler.

P ¿Algo que le haya impactado especialmente?

R He comprobado que en Palma, Manacor y Eivissa hay listas de espera inadmisibles para los comedores sociales. Delante de los Caputxins he visto la cola de hambre más larga que he visto nunca. Allí conocí a un padre con su hijo que esperaban recoger su bolsa de comida porque después de pagar el alquiler no les llega para ir al supermercado. Y son mallorquines. La paradoja es que esta es una de la Comunidades que más dinero destina al colectivo de los sin techo. Queremos saber cómo están gastando esos millones de euros las empresas privadas que gestionan todos esos servicios. Porque aquí hay un deber de socorro que no se está cumpliendo. Este invierno murieron cuatro personas en la calle en Palma.

P ¿Esperaba más sensibilidad de un gobierno de izquierdas?

R He aprendido que derecha e izquierda hacen lo mismo. Los llamados 'Ayuntamientos del cambio' han mantenido las políticas de privatización de PP y PSOE. Prometieron 'remunicipalizar' los servicios sociales, pero no han cumplido. Tampoco el de Palma. Han pasado dos años y las mismas empresas siguen haciendo negocio con la pobreza.

P El alquiler turístico no es solo Airbnb. Hay muchos mallorquines que alquilan sus casas.

R Esa mentalidad viene alimentada por un sistema corrupto que propicia el materialismo y el individualismo. Me he encontrado con trabajadores que pagaban un alquiler de 500 euros y ahora los propietarios les quieren echar porque tienen a gente que se pega por pagar mil euros. El mallorquín tiene que cambiar de mentalidad y aprender a compartir.

P La PAH de Mallorca justifica que en algunos casos el alquiler vacacional es un medio para llegar a final de mes.

R El problema es que no somos capaces de buscar otra forma de ganar dinero y se vive de esto como sustento principal. Esto es especulación, y los ciudadanos reproducen lo que hace la elite.

P ¿Hay menos compromiso en una sociedad que vive exclusivamente del turismo?

R Es un problema de España, no solo de Mallorca. Este ha sido siempre el lugar de descanso de los alemanes. Hay que trabajar desde la educación y buscar alternativas al turismo.

P Los jardines de Marivent ya se pueden visitar. ¿Va a ir?

R Ya he ido. Se puede visitar una pequeña parte, lo justo para lavar la cara a la Casa Real. Es una tomadura de pelo. Esta es la isla de Matas, Urdangarín y la Infanta. Aquí se respira impunidad.

P El lunes se cumplieron seis años del 15-M. ¿Ha cambiado algo?

R Nada porque aquello se instrumentalizó políticamente. Sobre todo por parte de Podemos, que ha hecho un gran servicio a la casta. Aglutinaron la indignación de la gente para acabar perdiéndose en las instituciones. Lo que hace falta es más gente protestando en la calle y menos pisando moqueta. El 15-M fue una falsa transición. La izquierda debe hacer una autocrítica muy seria.

P ¿Y los movimientos sociales? No seducen pese a la crisis y la corrupción.

R Tiene que haber un activismo independiente crítico con la izquierda y la derecha. Yo lo hago y eso me ha hecho ganar simpatías de un lado y del otro. Falta imparcialidad y trabajar abajo. No puedes hablar de la miseria sin estar abajo. Siempre digo lo mismo al respecto: no somos lo que decimos, sino lo que hacemos.

P ¿Es efectivo reventar mítines políticos?

R Trabajo en dos vertientes: por una lado, documentar lo que pasa en la calle; y por otro, ir a donde está la elite para trasladarles lo que sucede abajo. A veces reventando mítines. También es una manera de atraer la atención de la gente.

P En diciembre la Policía le abrió un decreto de explusión de España por peligrosidad social.

R Sí, soy un peligro para España [ríe]. Presentamos un contencioso contra el Gobierno. Va para largo.

P Usted es muy activo en Internet. ¿Cómo paga la factura del teléfono?

R Lo paga la Asociación de personas sin techo de Cádiz. Creo que cuesta en torno a treinta euros al mes.

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