Dos familiares de pacientes de cáncer que tomaron Minerval como último recurso aseguraron ayer al juez Enrique Morell, que investiga una presunta estafa agravada por la venta de ese producto como si fuera un fármaco que cura la terrible enfermedad, que no se sienten engañados por Pablo Escribá, el científico y catedrático de la UIB que es el principal imputado. Los dos hombres declararon ayer como testigos y rechazaron ser tenidos en el sumario como parte perjudicada.

Morell y la fiscal Concha Ariño empezaron ayer el turno de testigos y afectados por la presunta estafa, que investiga también el Grupo de Delitos Económicos de la Policía Nacional.

Los dos primeros testigos en declarar coincidieron en que son familiares de enfermos de cáncer que habían sido desahuciados. Los declarantes explicaron que supieron de la existencia del Minerval y decidieron adquirirlo por si daba algún resultado en los pacientes.

Los compradores añadieron, no obstante, que los vendedores les presentaron el producto como un fármaco que estaba en fase de pruebas y no les dieron garantías de que podía curar los cánceres.

Probar suerte

Ambas personas añadieron que decidieron probar suerte y adquirir el fármaco en fase de ensayos.

Uno de los testigos abonó alrededor de 24.000 euros, que transfirió a la fundación Marathon, una entidad vinculada al principal acusado, Pablo Escribá, y dedicada al fomento de la investigación en bioquímica. El otro aseveró que pagó unos 18.000 euros por el producto.

El juez y la fiscal ofrecieron a los testigos el ejercicio de acciones contra los acusados de la presunta estafa, pero los declarantes rehusaron reclamar nada. Estos dos primeros testigos insistieron en que no se sienten perjudicados por su experiencia con el Minerval. Según la Policía Nacional, unas 20 personas han declarado que los vendedores del Minerval les estafaron al ofrecerles, a precios muy elevados, un producto que aseguraban curaba el cáncer.

Tanto Escribá, como Xavier Busquets, el otro investigador y catedrático de la UIB imputado en el caso, han negado haberse beneficiado económicamente con el Minerval.

Escribá admitió que había vendido el producto, pero negó haberse lucrado con ese comercio. Según el imputado, las personas que le compraron el futuro fármaco pagaron lo que a él le había costado su adquisición en EE UU.

Tapadera

Por otro lado, la Policía postula que la fundación Marathon fue usada como tapadera para camuflar algunas de las ventas como si fueran donativos para la investigación, algo que también negó el principal imputado.

Ayer estaba previsto interrogar a una tercera persona, pero no se presentó en el juzgado de instrucción 9 de Palma. El próximo jueves hay otra ronda de testigos.

En otro orden de cosas, Gabriel Garcías, que representa a la UIB, confirmó que ha recurrido la decisión del juez de tener a la institución académica como posible responsable civil de la presunta estafa y no como acusación particular. Garcías también manifestó que ha solicitado la declaración de Jordi Laculat, el profesor de la UIB que en 2012 acudió al Govern para interesarse por los permisos legales para la venta del Minerval como remedio para el cáncer. El juez aun no se ha pronunciado sobre este testigo.