Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

En primera persona

Pep Noguera: "He pasado de pincharme insulina cuatro veces al día a dejar de ser diabético"

Ha tenido problemas de vista, pie de Charcot, amputación de todos los dedos del pie izquierdo y, cuando estaba a punto de entrar en diálisis, le llamaron para un trasplante

El actor Pep Noguera, en una imagen de archivo en los jardines de este diario. Guillem Bosch

-¿A qué edad le diagnosticaron la diabetes?

-A los 4 años. Me pegué un tortazo jugando y me llevaron a un centro de salud donde me cosieron la herida en vivo. Luego me empecé a encontrar mal y finalmente me diagnosticaron la enfermedad con unas tiras que se metían en la orina y reflejaban el nivel de glucosa y los cuerpos cetónicos.

-¿Cómo asumió la enfermedad a esa edad tan temprana?

-Muy mal. Solo podía comer carne asada, manzanas al horno... Y además no era fácil ser diabético en aquellos años. En el colegio mi vida se complicó bastante. Tenía bajadas de azúcar y los profesores no entendían qué me pasaba. Robaba las meriendas de pan con chocolate a mis compañeros. Yo estudié en el CIDE y aprovechaba cualquier excusa para ir al baño y atiborrarme de galletas y chocolate que ponían en unas cestas para la merienda.

-Como buen diabético, sentía una atracción irresistible hacia los dulces...

-Sí, me volvían loco las panteras rosas, los tigretones, los bonys...

-De joven emigró a Madrid...

-Sí, me fui a los 22 años y pasé allí cerca de 20. Coincidí con la movida madrileña y mi vida fue bastante ajetreada. Actuaba y disfrutaba de la noche, bebía, fumaba, me drogaba. Hice muchos disparates con la diabetes en esos años.

-¿Le pasó factura esa vida desordenada?

-Empecé a tener problemas con la vista y tuve que someterse a varias sesiones de laserterapia en ambos ojos.

-¿De qué año me habla?

-Esto sería en el 93 o 94, no lo recuerdo bien. Luego, en el año 97 murió mi padre y regresé a Mallorca. Fue una época muy movida porque teníamos un espectáculo que funcionó muy bien y abrimos un restaurante en Sant Jordi ( Es Rebost de ses Diabetiques). Así que los jueves, viernes y sábados teníamos función doble en el Auditorium y después íbamos al restaurante a animar a la clientela.

-Y tuvo problemas con un pie.

-Sí, en el año 2005 me torcí el pie en un escenario y me hice un esguince del que no me recuperaba. Como soy un actor muy pasional, venía un fisioterapeuta antes de cada función para darme masajes que me permitieran actuar. Pero me vendaban y vendaban y no acababa de recuperarme.

-¿Y qué hizo?

-Estaba en Madrid actuando en el Florida Park cuando al terminar la función entró en el camerino un amigo de la cuadrilla que era Domingo Delgado, el médico de David Beckham. Me examino el pie y me envió a un especialista de la clínica Ruber Internacional, el doctor Fernando Noriega.

-Y el diagnóstico fue...

-Que tenía pie de Charcot (repentino debilitamiento de los huesos del pie. Los huesos se debilitan al punto de fracturarse y con el andar continuado el pie eventualmente cambia de forma). Me operaron unas cuatro veces, a unos 6.000 euros por cada intervención. Con el Ruber la disyuntiva era pagar y conservar el pie o no pagar y quedarme sin él. Ahora tengo un pie derecho que es como una funda con 7 tornillos por dentro y uno más largo que lo une con la rodilla.

-Debió ser muy duro...

-Sí. Pasé un año largo sin poder trabajar y con algunas depresiones aunque a mi siempre me ha ayudado mi sentido del humor. Pero la enfermedad siguió machacándome.

-¿De qué manera?

-La vista la tenía bastante controlada pero me empezó a afectar al riñón. Y una doctora de Son Dureta me aconsejó someterme a un doble trasplante de riñón y páncreas. Mientras esperaba que apareciera un donante compatible en Barcelona, me amputaron todos los dedos del pie izquierdo.

-Y apareció un donante.

-Sí. Y tuve mucha suerte porque ya estaba a punto de entrar en diálisis. Esto fue hace unos cinco años. Fui a Barcelona con mi madre aunque finalmente el donante no era compatible, pero quedé en primer lugar de la lista de espera. Cuatro meses más tarde apareció otro donante del que solo me pudieron trasplantar el riñón porque el páncreas se había deteriorado y no se arriesgaron a ponérmelo. Pasé diez días ingresado y a los veinte días ya estaba en Mallorca con el riñón perfecto.

-¿Y el páncreas?

-Apareció al cabo de ocho meses y el proceso fue similar. El trasplante se produjo hace unos cuatro años. Y voy una vez al año a Barcelona a hacerme revisiones.

-¿Cómo han cambiado estos trasplantes su vida?

-De forma absoluta. He pasado de pincharme insulina cuatro veces y hacerme unos ocho controles de glucemia al día a dejar de ser diabético. Además, los que padecemos esta enfermedad tenemos como sensaciones raras, como que no nos encontramos enteramente bien. Pues bien, estas sensaciones han desaparecido y he recobrado la sensibilidad. Ha sido una liberación brutal.

-¿Ha de tomar medicación por los trasplantes?

-Eso sí, el resto de mi vida, para evitar el rechazo. Tengo dos páncreas y tres riñones dentro de mi.

-¿Se ha desquitado con el dulce?

-Ahora apenas lo pruebo. Y me cuido un poco más.

Compartir el artículo

stats