El dedo como vector y como condena: este Govern que ahora se ve acorralado por el escándalo de las adjudicaciones a medida al exdirector de campaña de Més, Jaume Garau, sufre las consecuencias de una política de contratación pública protagonizada por dos modelos de selección de contratistas que permiten a los políticos entregar el dinero público a la empresa que deseen. Sin más: elegir y entregar, que es lo que se hace cuando se firma un contrato menor o se adjudica mediante un proceso "negociado sin publicidad". Con esas dos recetas obtuvo Garau 154.000 euros de instituciones gobernadas por su partido y con ambas fórmulas dirige el Govern del PSIB y Més el 70% de sus adjudicaciones.

Francina Armengol (PSIB) ha firmado 5.848 expedientes de contratación, de los que 3.806 fueron contratos menores (que se dan directamente a la empresa que el político quiere) y otros 310 fueron negociados sin publicidad (con los que el político de turno encarga el trabajo a una de las tres empresas que él mismo ha invitado a competir por el proyecto). En total, el Govern del Pacte ha adjudicado a dedo 4.116 contratos de obra, suministro y servicio.

Muchos. Aunque menos que en otras épocas: sin ir más lejos, el Govern Bauzá (PP, 2011-2015) llegó a dirigir a dedo el 87% de sus contrataciones, récord con el que superaron incluso los máximos de adjudicación ópaca de tiempos del único expresidente oficialmente corrupto y convicto, Jaume Matas (PP), que según la Junta de Contratación recurrió al contrato a dedo en un 55% de sus proyectos de 2006. Por encima de esa cifra quedó su sucesor socialista, Francesc Antich, que en 2010 alcanzó un 69% de contrataciones digitadas al gusto.

Para ello se abusa del "negociado sin publicidad", el procedimiento más excepcional y acotado por la ley, pero también el favorito de los políticos que administran la cosa pública, por su agilidad y por la facilidad que da para elegir a quien compite por el dinero del contribuyente. El sistema es simple. Basta con que se presenten al menos tres ofertas de empresas previamente invitadas y escogidas por el Govern. La ley exige que compitan entre ellas, algo que a veces ocurre, pero que en demasiadas ocasiones degenera en que el gobernante designa a una empresa y le pide que traiga a otras dos para cubrir el expediente y simular limpieza en un proceso amañado. Por esas prácticas fue el expresident Matas condenado a cárcel, y están en la picota algunas de las adjudicaciones al exdirector de campaña de Més: Jaume Garau llegó a concurrir con dos empresas distintas, ambas suyas, con el objetivo de hacerse con contratos (menores) de la Conselleria de Cultura (encabezada por Ruth Mateu, destituida tras las adjudicaciones a dedo a Garau).

De ahí el éxito del negociado sin publicidad entre los políticos, y de ahí también el aluvión de condenas ligadas al uso ilegal de esta forma de contratación, cuyos límites son tan claros como habitualmente ignorados. Según la ley, el negociado, únicamente se puede usar "justificadamente" en contratos inferiores a 200.000 euros (si son obras) o 60.000 (si son servicios), siempre y cuando haya razones de urgencia "resultantes de acontecimientos imprevistos", o se den situaciones "excepcionales", o cuando el trabajo, "por razones técnicas o artísticas", solo lo puede hacer una empresa.

Aunque esas condiciones generales saltan por los aires en el momento en el que una vía excepcional y de urgencia se ha usado ya 310 veces en el año y diez meses transcurridos desde que se hicieron cargo del Govern Francina Armengol (PSIB) y su vicepresident, Biel Barceló (Més). Perfecto ejemplo de cómo se usa al gusto el negociado sin publicidad aparece precisamente en otra adjudicación a Jaume Garau. La firma un subordinado de Barceló, el director de Innovación e Investigación, Josep Lluís Pons Hinojosa, que usó un negociado sin publicidad para contratar por 55.660 euros al exdirector de campaña electoral de Més.

¿Era un proyecto "urgente o resultante de un acontencimiento imprevisto", como se recomienda para los negociados sin publicidad? Pues no lo parece: Pons le encargó a Garau un "diagnóstico del tejido empresarial de Balears". No suena vital, vaya, ni debía de serlo, cuando no lo había hecho nunca ningún Govern y las islas salieron adelante. Así que hay que buscar ajuste para el negociado sin publicidad en alguna otra de las instrucciones de uso, como la que dice que se emplee este sistema a dedo cuando "por razones técnicas o artísticas" solo lo puede hacer una empresa. ¿Era el caso? ¿Solo el exdirector de campaña de Més y sus empresas estaban capacitadas para la magna misión de evaluar el "tejido empresarial de Balears"? Pues tampoco parece: basta una búsqueda rápida en el registro de empresas para encontrar más de mil consultoras, la mayoría de ellas con experiencia en diagnóstico sectorial. Pero se lo llevó Garau. Y estalló el escándalo.

Los que más tiran del dedo

Aunque el escándalo era hasta previsible: vista la predilección de algunas empresas públicas y consellerias del Govern por el negociado sin publicidad y el contrato menor, solo era cuestión de tiempo que algo fallase. Tienen el detalle de los que más hacen del dedo su vector de contratación junto a estas líneas. Apúntense para empezar dos de los casos más destacados, ambos gestionados por Més y supervisados por el director de Deporte y Juventud, Carles Gonyalons. El primero es el de la Fundació per a l'esport balear, que marca el máximo: un 97% de adjudicaciones a dedo (31 contratos menores y un negociado sin publicidad, sobre un total de 33 contratos). En el 96% de digitación al gusto está el Institut de la Joventut, con 73 expedientes de contrato menor o negociado sin publicidad, sobre un total de 76 contratos.

Nadie más supera el 90% de adjudicación dirigida. Aunque el Ibisec, gestionado por el PSOE, se acerca: 275 contratos menores (entregados a quien desea el gestor político) para un total de 330 adjudicaciones en obras de colegios. Y eso es un 86% de designación a la carta, proporción parecida a la de la Conselleria de Medio Ambiente (Més), que se apunta un 82%. Aunque la palma se la lleva el IB Salut (PSIB): el ecosistema en el que campa a sus anchas desde hace tres décadas el déficit público es también el de mayor contratación de la administración, y justo ahí florece con vigor amazónico el contrato dirigido. De 1.848 adjudicaciones durante esta legislatura del Ib Salut, 1.409 fueron contratos menores (directamente a dedo) y 114 se basaron en el negociado sin publicidad (indirectamente a dedo). La nómina de empresas públicas que superan el 80% de contratación al gusto del político se completa con otra buena conocida de Garau: la Agencia de Turismo (Més) ha completado esta legislatura 95 adjudicaciones dirigidas sobre un total de 116 contratos.

Contratar bien ahorra dinero

Así que el dedo sigue de moda con el Pacto. Y eso que no es ni de lejos lo más eficiente para las cuentas públicas y el bolsillo de los ciudadanos que las nutren. Quedense un dato: durante la legislatura Bauzá, el Govern llegó a ahorrar un 65% en un contrato gracias a que lo sacó a concurso abierto, la fórmula más transparente, la que más estimula la competencia. Ahora no se llega a tanto, pero hay casos que explican que las cosas se pueden hacer mejor de otra manera. El ejemplo perfecto es SFM, la empresa pública de los trenes, paradigma de lo mejor y de lo peor. Lo peor: en tiempos de Bauzá adjudicaron los cerramientos de los apeaderos del tren en Inca con un negociado sin publicidad por valor de 227.000 euros, sin ahorrar un euro ni pedir que compitieran por la obra las empresas de la construcción de la isla, entonces ahogadas por la crisis y su falta de trabajo. Lo mejor: con este Govern, SFM ha convocado dos concursos abiertos para obras similares, y el resultado es que una, presupuestada en 73.934 euros, acabó costando 22.032 euros menos, y otra, prevista por 58.592 euros, salió por solo 46.697. Y eso es ahorrar más del 20% del dinero público previsto: la transparencia funciona para todos. Pese a ello, el concurso abierto, al que se puede presentar cualquiera y gana el mejor precio, solo se ha usado en el 12% de los contratos (745 de 5.848), cifra incluso inferior al 13% de tiempos de Bauzá. El dedo funciona para algunos.