El expresidente del Tribunal Superior de Justicia de Balears Ángel Reigosa Reigosa falleció, a los 84 años anteayer en Palma, donde desarrolló la mayor parte de su carrera profesional. Reigosa era gallego de nacimiento, oriundo de A Terra Cha, pero ejerció de mallorquín toda su vida. Reigosa nació en Valle de Oro (Lugo) en 1933 y, tras estudiar derecho por libre, preparó a fondo oposiciones a la judicatura. Entre sus primeros destinos como juez estuvo, según sus palabras, "un pueblín de Lugo, donde en cuatro años no se cometió ni un solo delito contra la propiedad".

En 1964, y por razones de ascenso, se trasladó de manera forzosa a Eivissa. En la Pitiusa mayor estuvo destinado diez años, en un juzgado de primera instancia y en otro de peligrosidad y rehabilitación social. En 1974 pasó a ocupar una plaza en Palma, ciudad que no abandonó en su carrera pese a que le ofrecieron destinos en el Tribunal Supremo.

En 1980 se incorporó a la sala de los contencioso-administrativo de la Audiencia Territorial de Balears. El 10 de enero de 1986 dejó su plaza de magistrado en esa sala y fue nombrado presidente de la Audiencia Territorial de Baleares, la cúpula de la Justicia insular.

El 23 de mayo de 1989 fue designado primer presidente del Tribunal Superior de Justicia, el órgano que sustituyó a la Audiencia Territorial. Ocupó ese cargo hasta su jubilación el 25 de febrero del 2004. Durante su largo mandato al frente de la Justicia balear se caracterizó por la eterna denuncia de la falta de medios materiales, humanos e infraestructuras de este servicio público y por sus excelentes relaciones con todos los operadores jurídicos. También fue un paladín de la tutela judicial efectiva y de la defensa de los derechos de los justiciables.

Reigosa presidió en 1997 el tribunal que juzgó al expresident del Govern Gabriel Cañellas por el caso Túnel de Sóller. Cañellas fue absuelto de prevaricación y declarado culpable de un delito de cohecho ya prescrito, por lo que también fue absuelto de ese cargo. En diciembre del 98 el Tribunal Supremo confirmó la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Baleares.

Reigosa fue un hombre campechano, un jurista de calado y un juez muy próximo al justiciable.

Tras su jubilación sufrió problemas de salud que lo postraron en una silla de ruedas. Su última aparición pública fue en mayo del 2014, en los actos de celebración del 25 aniversario del TSJB.

El también fallecido periodista Andrés Ferret definió a Reigosa en una entrevista publicada por Diario de Mallorca el domingo 26 de julio de 1992 como "humanista atípico: hombre justo y juez".

Según Ferret, "Reigosa parece y es un hombre justo, además de juez, invalidando la célebre ironía de Bertolt Brecht".

El añorado magistrado nunca se mordió la lengua, como demuestran estas palabras que le respondió a Ferret al ser preguntado por la desconfianza hacia la Justicia y el desprecio a la norma en España: "Hay un claro desprecio por la norma y no solo en sectores sociales sino en el propio poder ejecutivo: se considera por encima de la norma y de los propios tribunales. Y a todos los niveles. Cualquier concejal -que debe su cargo al partido y a las listas cerradas- cree que es posible pasar de imbécil a inteligente por el mero hecho de haber sido elegido y votado. De ahí que no sean muy sensibles al respeto a la norma".

Reigosa adoptó la costumbre de hacer un balance de la Justicia con ocasión de las anuales presentaciones de la Memoria Judicial. Esos días insistía, con su retranca gallega, en las enfermedades crónicas de los juzgados y tribunales.

Ayer la Sala de Gobierno del Tribunal Superior de Justicia de Balears lamentó su muerte y lo recordó como "defensor de la independencia judicial frente a cualquier intento de influencia indebida"; "creyente en el Derecho como medio para solucionar los problemas concretos de los ciudadanos y dar respuesta a la demanda social de justicia"; y "exigente en el trabajo, abierto al intercambio de opiniones y la charla amistosa con sus interlocutores"