El Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, Imedea, (CSIC-UIB) ha desarrollado con la NASA una herramienta para estudiar los cambios regionales en el nivel del mar, basada en los cambios de temperatura en las capas superiores.

La investigación, publicada en la revista Journal of Climate, destaca que los cambios de temperatura en las capas superiores del océano, causados por los ciclos naturales, son un buen indicador para prever cambios en el nivel del mar en ámbitos regionales en períodos de diez años y pueden ayudar a decidir qué tipo de gestión aplicar, informó el Imedea.

Gracias en gran parte a las mediciones por satélite, la habilidad de los científicos para medir cómo está subiendo el nivel del mar a escala global -actualmente 3,4 milímetros cada año- ha mejorado en los últimos veinte años.

Periodo crítico

Sin embargo, a nivel local ha sido más difícil estimar los cambios específicos del nivel del mar en un plazo de diez a veinte años, que es el período de tiempo considerado crítico para planificadores y responsables regionales. La razón es que el nivel del mar oscila por muchas razones, en diferentes escalas de tiempo, y no se produce el mismo cambio en un lugar que en otro.

Los datos de esta investigación pueden aportar a los planificadores y gestores un nueva herramienta para identificar las regiones costeras que pueden ser más vulnerables a los cambios del nivel del mar en escalas temporales de diez a veinte años.

"Nuestro estudio muestra que los cambios de temperatura de las capas superiores del océano a largo plazo proporcionan una buena manera para distinguir las señales de los cambios naturales del océano en una década de las señales de calentamiento global a largo plazo", explicó la investigadora del Laboratorio de Propulsión por Jet de la NASA Verónica Nieves.

"Tener una mejor comprensión de las posibilidades de daños por inundaciones locales causadas por el crecimiento del mar en zonas costeras es un factor clave para ser capaz de evaluar las opciones de vulnerabilidad, riesgo y adaptación", añadió. Estas herramientas podrían ayudar a los planificadores a decidir si una determinada zona de costa estaría mejor gestionada con las técnicas blandas, como la recuperación de las playas o la conservación de las zonas húmedas, o por técnicas duras como la construcción de diques y rompeolas.