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Opinión

Contra la brujería, médicos de verdad

El caso Minerval es la historia de las personas desesperadas a las que se ofreció un inocuo crecepelo como tabla de salvación contra el cáncer...

El caso Minerval es la historia de las personas desesperadas a las que se ofreció un inocuo crecepelo como tabla de salvación contra el cáncer, con las credenciales de una marca avalada por la Universitat de les Illes Balears, la firma de dos supuestos especialistas que ya venían asombrando al gremio por su increíble atrevimiento y un precio desorbitado, por supuesto, la ambición por ganar dinero tampoco faltaba en el caso.

En las dos primeras jornadas de declaraciones sobre el caso, solo ha faltado que la defensa exigiera el público perdón de los dos genios de la investigación médica ahora injustamente cuestionados, aunque su producto milagro pasara menos controles que un simple placebo y ninguna gran empresa farmacéutica pugnara por hacerse con el producto, que es lo que sucede cuando un fármaco en fase de experimentación ofrece alguna esperanza de éxito.

Todo lo contrario, el producto se exhibía en callejones oscuros y vías secundarias, se vendía con denominaciones cambiantes y sin garantías de ningún tipo, a través de portales de internet y también de forma directa, según el testimonio de los afectados y las investigaciones de la policía.

Suerte que ayer la jefa de Oncología de Son Espases lo dejó claro. "El Minerval no tiene ningún efecto curativo", al tiempo que destacó que varios de sus pacientes tomaron el producto en busca de un efecto que nunca llegó y señaló que los enfermos deben siempre poder confiar en sus médicos. Una reflexión muy necesaria en estos tiempos cambiantes en que muchas personas creen sin razón alguna que pueden diagnosticarse y automedicarse sólo con la información genérica que aparece en páginas de internet y en foros de pacientes, el cóctel explosivo para caer en un engaño que ahora se llama Minerval pero mañana adoptará otro nombre. El negocio de la desesperación humana es común y cruel. Y el único antídoto contra la brujería es la ciencia, los médicos de verdad.

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