"Montoncitos que matan fauna. Montoncitos que matan flora. Montoncitos que, en definitiva, destrozan y banalizan el paisaje". Así se expresaba el Terraferida hace dos años en un un artículo publicado en su web en el que advertía del peligro que suponen lo que calificaba de "agresión" al litoral y al paisaje de Mallorca.

Los montoncitos de piedras -que no hay que confundir con los hitos ("fites") que marcan los recorridos o los caminos- "están desfigurando la fisonomía de la costa pedregosa de nuestro litoral, alterando a niveles increíbles el paisaje", afirmaba la entidad proteccionista, que calificaba la "moda" como "muy perjudicial para los animales y las plantas".

Esta semana han sido los Agentes de Medio Ambiente del Govern los que, con un mensaje en las redes sociales, han advertido del peligro que suponen los montoncitos de piedras para los paisajes de las islas.

En su artículo, Terraferida explicaba que estas acumulaciones de piedras "son unas construcciones espirituales en Asia". En el Himalaya o en Nepal, los budistas las crean en lugares considerados sagrados. "En las Baleares estas construcciones no tienen ningún fundamento de tradición, ni significado religioso, son una moda importada y perniciosa para nuestra geomorfología, flora y fauna", afirmaba el colectivo proteccionista, que también detallaba algunas de las especies que resultan especialmente dañadas por estos montones de piedras.

Entre ellas hay plantas protegidas, como el fonoll marí (Chrithmum maritimum), el eixorba-rates negre eixorba-rates negre(Astragalus balearicus), el socarrell (Launea cervicornis), el Limonium, ullastres, cebes marines y saladines, pero también animales como caracoles, arañas, someretes, hormigas, dragones, sargantanes, varias especies de anfibios y pájaros como la Titina d´estiu (Anthus campestris) y el terrolot (Calandrella brachydactyla).

Pero no solo el medio natural se ve afectado por esta actividad, también el patrimonio: "Ya se han dado casos en Mallorca y en Ibiza de personas que, con el afán de conseguir más piedra por su ritual, han desmontado paredes secas de cierre de faros, una situación barroca y surrealista, a la vez que intolerable", advertía ya hace dos años Terraferida, que ya abogaba realizar una "campaña más potente de información y sensibilización".

"Hay cosas más importantes"

"Preocupaos más por los cerdos que ensucian las playas", "Ahora no podemos ni mover una piedra en el camino para hacer con ella lo que nos plazca, menuda idiotez", "¡La que se lía por mover piedras! ¡En el mundo hay problemas de verdad por el amor de Dios!", fueron algunos de los comentarios de los internautas tras la publicación de los Agentes de Medio Ambiente en contra de los montoncitos de piedras.

Hace dos años, Terraferida ya advertía de que muchos no consideraban esta práctica como un peligro para el medio ambiente, cuando en realidad lo era: "Muchas personas cuando son cuestionadas por el hecho de hacer los montones, o las que son partidarias o indiferentes a esta práctica, responden que seguramente habrá cosas que dañan más al medio ambiente. Es cierto, pero nuestro territorio maltratado no necesita que 'llueva sobre mojado' con una agresión más a estos hábitats de estepas salinas mediterráneas recogidos como prioritarios en la Directiva de Hábitats 92/43 /CE".

Ante esta agresión, afirmaba la entidad, "cada vez somos más los que vemos estas construcciones como una amenaza y, tomándonos la justicia ecológica por parte, intentamos rehacer el mal causado derribando los montones e intentando restituir el paisaje a su punto originario". No obstante, advertía "esta vuelta atrás sin embargo, no se puede hacer de cualquier manera, y se debe tener en cuenta que con el nuevo movimiento de piedras podemos aplastar dragones, lagartijas, caracoles e invertebrados. Por lo tanto, derribaremos tantos montones como podamos, con rabia pero sin ira. Trataremos de asegurarnos de que nuestra acción no sea también perjudicial con las plantas y fauna que aún quedan. Si es necesario los derribaremos piedra a piedra, igual que construyeron. Sólo en casos donde vemos que no aumentamos los daños, nos daremos el gusto de derribarlos como lo haría un niño".