"En el edificio hay otros ocho pisos que están alquilando a turistas. Ganan de 1.500 euros a dos mil al mes por cada uno. Yo les pago 600 euros y claro, eso no les basta. Me piden al menos 900, pero no puedo pagar tanto porque mi marido y yo estamos en el paro y tenemos cuatro hijos. Vivimos de la ayuda. Es mucha incertidumbre porque nunca sabes cuándo puede venir la propietaria a cambiarte las llaves de la cerradura", explicó ayer Santa Martina, residente en el Port d´Alcúdia desde hace cinco años y con el miedo en el cuerpo por la amenaza de perder su casa en cualquier momento.

Santa Martina se concentró ayer junto a un medio centenar de afectados frente al Parlament con la esperanza de que los diputados reunidos en el Pleno escucharan su grito de desesperación. Todos se han puesto bajo el paraguas de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que habla de "situación de emergencia habitacional" para una amplia capa de la población de Balears.

"Pedimos la dación en pago, el fin de los desahucios, alquileres sociales y que a cualquier ciudadano se le garanticen los suministros básicos de agua y luz. Una vez más se demuestra que los gobiernos no actúan ante situaciones precarias de los ciudadanos; hay cero ayudas a quien tiene necesidad de una vivienda digna", indicó Àngela Pons, portavoz de la PAH en Mallorca.

Parches

"Este es un país en el que no se arreglan los problemas, siempre se ponen parches que no hacen más que agravarlos", añadió esta activista.

Entre los concentrados estaba Cristian, un joven que se enfrenta a una orden de desahucio del piso de un banco en el que se metió con su novia al quedarse fuera del mercado de alquiler por los altos precios. "Era okupar o dormir en la calle, no nos quedó más remedio. Hasta hace poco todavía podías permitirte alquilar una habitación, pero con lo que ha subido todo es imposible. Es indecente lo que piden por un piso, así que hemos tenido que entrar en una casa. Es el piso de un banco, no lo hubiéramos hecho si hubiera sido de un particular. No nos gusta hacer algo así, nos duele. Pero nadie nos da una alternativa", subrayó Cristian, que no encuentra trabajo porque "en todos los sitios te piden muchos años de experiencia".

También vive una pesadilla Pilar, quien tiene una orden de desahucio sobre la mesa. "No puedo irme porque no tengo a dónde ir. Están a mi cargo mi hijo, mi nuera y mis dos nietas. Hace cuatro meses que me operaron de un cáncer y estoy muy mal. Percibo 367 euros y mi hijo otros 367 euros de una minusvalía. Todos vivimos en una casa de 28 metros cuadrados en Corea. La única alternativa que tengo es pegar una patada a la puerta de otra casa y meterme a vivir allí", lamentó.

"Solo pido al banco que me ayude poniéndome un alquiler social. Yo pago por mi casa, tengo la luz y el agua enchufadas. Y llevo cinco años viviendo allí, nunca me he negado a pagar", añadió visiblemente afectada.

"El banco me ha robado"

Una de las más ruidosas frente al Parlament era Juana, que se siente "estafada" después de que "una negligencia" de su banco en la tasación de su piso le haya costado dinero y varias crisis de ansiedad. "Admitieron el error y me han perdonado la deuda, pero poniéndome unas cláusulas abusivas. Además me han robado, me deben 21.000 euros", subrayó esta mujer mientras sostenía una pancarta en la que se leía ´Más de 1.000 desahucios parados´.