Diario de Mallorca

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Smart Island World Congress

Las islas del mundo tienen un plan

Representantes de setenta archipiélagos comparten en Calviá ideas brillantes para mejorar el bienestar de los isleños

"Soy de Cabo Verde, y estos días en Mallorca estoy en casa: estoy en una isla". Se llama Eunice Silva, es ministra en archipiélago africano, y resume ante un auditorio repleto lo que sienten muchos de los mil congresistas que estos días hablan en Magaluf de las islas del futuro: han llegado desde más de setenta islas de todos los rincones el planeta, pero se entienden bien. Mejor de lo que suelen los humanos cuando se ponen a arreglar el mundo. Y ese el primer triunfo del Smart Island Congress de Calviá, que aspira a convertirse en punto de encuentro para 600 millones de isleños del mundo, un foro en el que compartir penas y, sobre todo, trazar un plan de éxito. Porque cada isla es un mundo, pero todas tienen un plan: entenderse. Estas son las soluciones que unas y otras encuentran a los mismos problemas.

cambio climático

Soluciones de ingeniería para el país que se hunde

Los escenarios apocalípticos del cambio climático no son cosa del futuro ni de las superproducciones de Hollywood. Los ven cerca, de primera mano, los poco más de 100.000 habitantes de Kiribati, un país diseminado en atolones en el Océano Pacífico, al noreste de Australia. El calentamiento global y la subida del nivel mar ponen en peligro su viabilidad como nación. Y están en marcha para encontrar una solución ante una cuenta atrás que no se detiene.

"El cambio climático no es una cosa del futuro. Ya está pasando. Y los seres humanos tenemos un desafío", dijo ayer el expresidente de Kiribati Anote Tong, quien se ha convertido en los últimos años en un activista global contra el cambio climático. Tong, cuya conferencia fue introducida por un alto directivo de la ONU, Dan Lewis, lleva la bandera de la lucha de su pueblo por todos el mundo, intentando concienciar a instituciones y ciudadanos de todo el mundo de que hace falta una solución global para un problema que también es global. "Todos somos parte de la solución", señaló, en un mensaje que inspiró a los asistentes a su charla.

Tong contó que, cuando llegó al poder en 2003 (estuvo al frente del país durante tres mandatos), el panorama que vio por delante era negro. "Pensé: No hay futuro. Estaba frustrado, enfadado. Pero no podía decirle a los míos que no había una solución", relató Anote Tong, conocido por el sobrenombre de 'guerrero del clima'. Frente a los que relativizan los efectos de la subida del nivel del mar, recordó que estos atolones "no son como Mallorca", donde hay grandes elevaciones de terreno. Ellos, dijo, están a apenas dos metros por encima del nivel del mar, a expensas, por si fuera poco, de tifones, huracanes y demás calamidades meteorológicas que sacuden el Pacífico. ¿Soluciones? Una pasaría por emigrar. Pero eso significaría el desarraigo de todo un pueblo. Cuando era presidente, de hecho, compró un amplio terreno en las islas Fiji por lo que pueda pasar en el futuro. Sin embargo, reitera: "Hay que buscar la manera de quedarse". Lo que pasa es que eso requiere complicadas y costosas alternativas que aún están por desarrollar.

El expresidente de Kiribati recuerda que la ingeniería ofrece opciones, que permitirían elevar el nivel de alguna de las islas principales. Incluso, hay compañías que han planteado la posibilidad de desarrollar una gigantesca isla artificial. "Será caro", dice Tong, quien pide ayuda logística y, sobre todo, pide a las grandes potencias mundiales -responsables de la mayoría de emisiones contaminantes- que arrimen el hombro. "El cambio climático no es un tema particular de nuestra región", concluyó.

aislamiento extremo

Rapa Nui: una wifi para conectar la isla del fin del mundo

Están tan aislados que la isla más cercana está a la misma distancia que separa a Mallorca de Groenlandia. Con lo que para ellos hablar de conectividad no significa lo mismo que para un mallorquín o un menorquín: en la isla de Pascua (Rapa Nui es su nombre aborigen) la conexión a la que aspiran no es de avión, sino de comunión con el mundo. Y la están logrando de la mano de la tecnología y del Estado del que forman parte: Chile, cuyo territorio continental está a 3.800 kilómetros de Rapa Nui, busca la integración social de los 5.761 residentes de Pascua dándoles servicios clave a través de internet. ¿Cómo? Empezaron por lo más básico, que no era tan fácil: conectar una isla en medio de la nada con la red global de internet. Lo hicieron por satélite, explica Julio Salas, jefe de Economía Digital del Gobierno de Chile. "Luego el enfoque ha sido promocionar la identidad cultural del territorio, al tiempo que subsanábamos el déficit de servicios básicos en la isla". Así que la iniciativa pública puso wifi gratis a toda Pascua, y a través de ella han impulsado herramientas y facilidades para que se pueda emprender sin tener que hacer nada en el continente, sea posible formarse sin dejar Pascua o dispongan de una biblioteca digital completa. También cuentan con programas digitales para detectar la pesca ilegal en la región, controlar el suministro de energía o incluso usar la telemedicina en momentos como el del parto. La cosa ha ido tan bien que Chile lo va a intentar con otro archipiélago también lejano, solo que 40 veces más grande que Pascua: Chiloé.

Abastecimiento: Supermercados solo para productos autóctonos y el 'hazlo tú mismo' como receta

La agenda repleta de voces e ideas del Smart Island Congress la obligó a hablar poco y rápido, pero pocos transmitieron más ejemplos de éxito que Camille Dressler, presidenta de la Federación de Islas Escocesas y de la Federación Europa de Islas Pequeñas. Puso ejemplos de Finlandia, Dinamarca, Grecia, Escocia y casi cada rincón de Europa, todos ellos fruto del mismo método: usar el ingenio para convertir en ventajas las desventajas de la insularidad. Eso han hecho en islas nórdicas afectadas por el mismo mal que Mallorca: el transporte hasta la isla lo encarece todo hasta un 40%. Solución: no transportar tanto. Han fomentado la producción local, casi regalando tierras para cultivo y ganadería. Los productos siguen sin poder competir por precio, pero lo hacen por calidad y se venden en supermercados de una marca específica que solo distribuye alimentos de la isla.

La filosofía del 'hazlo tú mismo' se aplica a la energía: "En las islas de Shetland invertimos 1,7 millones de libras en crear infraestructuras para renovables, ahora gestionadas por cooperativas, que están ingresando 300.000 libras al año y han creado cientos de empleos", aclara Dressler. Y lo mismo, el ingenio, sirve para la basura. ¿Cuesta destruirla? Pues recicla todo lo que puedas. O incluso comercialízala: "Usamos los desechos, lo que ya no nos sirve, para tratarlo y revenderlo a los turistas". No hace falta importar una sombrilla nueva para vendérsela al siguiente turista, basta con reutilizar una que alguien ya no quiere.

Turismo, cultura: Bienvenidos a la última aventura de emociones fuertes: la de vivir despacio

Seguimos con Camille Dressler, que como representante de cientos de islas de toda Europa fue una mina de buenas ideas. Una de las más curiosas le da la vuelta al turismo moderno, y podría venirle bien a esta Mallorca de turismo muchas veces etílico y excesivo. "En distintas islas hemos implantado programas que ayudan a los visitantes a entender cómo vivimos, y disfrutarlo. Tenemos por ejemplo la 'Slow Adventure' (aventura tranquila, o lenta, en inglés): enseñamos a los turistas a disfrutar de un ritmo más lento de vida". Paladear es vivir, dice Dressler, que cambia de golpe las emociones de las motos de agua (o del balconing) por el placer de vivir despacio. ¿Cómo lo hacen? Pues de muchas maneras, pero una de ellas es puro siglo XXI: en Shetland emiten las 24 horas programación en directo sobre la vida en la isla, una estrategia que liga marketing y divulgación. Y tienen mucho de lo que aprender.

Accesibilidad: Mallorca tiene también algo que enseñar: una isla para todos

Entre tanta buena idea, hubo tiempo para unas cuantas mallorquinas. Como las de la Fundació Handisport, desde la que Clara Gil advertía de que "no cabe hablar de smart island o isla inteligente si todo el mundo no puede disfrutar de ella". Y para eso, la accesibilidad es básica, subrayaba, antes de mostrar algunas de las muchas estrategias de éxito de una isla que hoy ofrece sillas anfibias (inventadas en España) que permiten bañarse en el mar a discapacitados, y programa para ellos y para todos actividades como la vela, el kayak de, el golf o incluso el senderismo por la Serra o el esquí acuático. Que Mallorca también tiene un plan: ser una isla para todos.

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