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Justicia

Abogado de oficio: El brazo comprometido de la ley

Letrados del turno de oficio ponen en valor su trabajo y reivindican una mejora de sus retribuciones

El abogado Leopoldo Pérez-Fontán, en su despacho. j. bauzà

Se mueven con soltura por calabozos, comisarías y juzgados de guardia. Combinan su pasión por las leyes con un compromiso social que roza el altruismo. Son los abogados del turno de oficio, la parte más humana y desconocida de la justicia. También, en ocasiones, la más denostada. Y sobre todo, la peor pagada. "Si lo hiciéramos por dinero, no lo haríamos, no compensa", coinciden en señalar. El componente vocacional se hace pues indispensable.

Así las cosas, todas las ganancias que puedan tener estos letrados se dan sobre todo a nivel personal. "Es una manera de ayudar a gente sin recursos; sé que con este trabajo puedo aportar mi granito de arena. A veces trabajamos doce horas al día y no tengo la posibilidad de hacer un voluntariado en prisiones. Por eso me enfoco más en el turno de oficio. Siempre lo he equiparado con Médicos sin Fronteras", relata Carmen Serra, abogada de Penal y Extranjería, con quince años de experiencia en el turno de oficio.

A su lado asiente Amalia Roldán, en el turno desde 1995. Empezó en él para curtirse en los asuntos de Penal que su despacho no llevaba. Y de paso, desempeñaba una labor social. "A nivel personal sentías que hacías algo útil y esa sensación la sigo teniendo años después", explica.

Tienen bien claro que su labor es necesaria, ayudan a los más desprotegidos, a los desfavorecidos. "Considero que hacemos una función social. Hay gente que no tiene recursos económicos y estamos para defender a estas personas", sostiene Monserrate Santandreu, un abogado de penal, matrimonial y violencia de género con 25 años a sus espaldas en el turno.

La "vena social"

Entre estos togados, la "vena social" manda. "El hecho de no tener recursos para litigar denota un plus de dignidad. Me gusta menos cuando viene un cliente al despacho y te dice ´por dinero que no sea´. Los clientes de oficio tienen esa humildad y esa dignidad de conseguir algo a lo que creen que tienen derecho", apunta Santandreu.

Y las recompensas no siempre vienen en forma de minutas. "Como abogado hay asuntos de oficio que me han dado más satisfacción que otros como abogado particular", incide José de Juan Orlandis, del despacho De Juan&Moreno, un letrado con un cuarto de siglo de experiencia en el turno. "Tiene un componente vocacional, no lo haces por dinero. Y algunos casos te exigen mucho tiempo y energía. Por ejemplo, tuve a un cliente del caso Kabul -el mayor proceso contra el narcotráfico de la historia de Balears- que supuso tres meses de juicio. Y a cambio percibes una cantidad irrisoria", explica De Juan Orlandis. Por contra, este letrado afea a esos compañeros que a los cuatro o cinco años de haber empezado le decían: "Yo no sigo en el turno de oficio porque ya me van bien las cosas". Recuerda además que hasta en un país meca del capitalismo salvaje como Estados Unidos es obligatorio dedicar una parte de tu tiempo a la justicia gratuita. "Puedes representar a Angelina Jolie, pero tienes una cuota obligatoria de abogacía gratuita", abunda De Juan Orlandis.

También Montserrate coincide con sus colegas de toga en lo exigua que es la retribución de su labor. "Reconocida sí, pagada no. Invertimos tiempo, y el tiempo siempre es dinero, en asuntos en los que recibimos una contraprestación simbólica. Aunque lo sabemos cuando nos metemos en esto. Pero tenemos la satisfacción personal de que estás haciendo una labor social, una especie de voluntariado mal remunerado", señala.

"Turno para pobres"

"En tiempos de mi padre se llamaba ´turno de oficio para pobres´. Éramos los abogados de los pobres", rememora el letrado Leopoldo Pérez-Fontán, un veterano con 40 años en el turno, que proclama: "Me gusta mi profesión. Y además encuentro justo defender a la gente que no tiene medios para defenderse". "He intentado retirarme y es aburridísimo. Me encanta la guerra. Si conservas la cabeza y las piernas frescas los abogados no nos jubilamos; nos retira la tumba", apunta Pérez-Fontán.

Los juristas, que coinciden en señalar que comenzaron en el turno para adquirir experiencia, no pueden renunciar a los casos que le son asignados. "Como cliente particular te puedo decir que no creo en tu caso, pero como abogado de oficio no puedo, tendría que demostrar que el caso es insostenible", explica De Juan Orlandis. "Tienes que defender ese asunto tanto si te gusta como si no, a no ser que haya un criterio de insostenibilidad", añade Santandreu.

En este sentido tienen bien claro que su cometido es dar la salida más justa posible a su cliente. "No prejuzgo, vamos de presuntos y el tema es que hay gente que se presenta y te dice ´mire, abogada, sí lo hice; violé a mi hijastro de cuatro años o he cometido este asesinato´, pero estás en esa posición de abocado a ayudar, que es el concepto de la palabra abogado", remarca Serra, quien desmitifica la visión del abogado defensor de delincuentes que nos venden las películas americanas en las que siempre intentan que el asesino quede libre. "El que juzga es un juez y yo lo único que hago es dentro de ese marco penal, que a lo mejor un tipo de delito va de cinco a nueve años, pues por qué cinco o por qué nueve, a lo mejor hay alguna atenuante que se puede trabajar y que realmente ha movido a esta persona a cometer este delito que realmente le tiene que restar pena", apunta. El objetivo es claro: que no haya penas desproporcionadas. "No se trata de cuántos casos ganamos de absolución, sino de cuántas penas conseguimos que sean ajustadas a lo que se ha cometido", señala.

Prejuicios

Por otro lado, estos servidores de la ley inciden en los prejuicios que existen sobre la justicia gratuita, alimentados en parte desde la propia profesión. "Hay una doble mala fama: de la sociedad hacia los abogados de oficio; y de los propios abogados con respecto al turno de oficio. La sociedad piensa que tiene que ser un abogado peor", expone De Juan Orlandis.

Sobre el reconocimiento de su labor discrepa Amalia Roldán: "No hay compañeros que nos hagan de menos, al contrario te dicen ´¿te dedicas al turno? ¡Qué valor!´.

No obstante, los letrados cargan contra la idea -tristemente extendida- de que si un caso es de oficio se lo toman más a la ligera. "Está muy mal pagado. Y eso es un problema porque a veces se puede pensar ´con lo que cobran esto ni lo mirará", lamenta De Juan Orlandis, que rechaza de plano esta falsa creencia. "Puedo decir por experiencia que somos muy responsables con respecto al turno de oficio", señala.

"Yo no distingo entre cliente particular y cliente de oficio, soy la misma, mi cabeza es la misma y mis conocimientos son los mismos y atiendo y defiendo en igual medida un asunto que otro porque no puedo hacer esa dicotomía ´a este como es de oficio le voy a tratar mal y como este me paga le voy a tratar mejor´. Cuidado, a mí me paga el Gobierno, que me pagará mejor o peor, pero siempre es como la paga extra, que siempre llega pero no sé nunca cuánto es", sostiene al respecto Serra.

"Defendemos al cliente como si fueras a cobrarle una minuta importante. El interés es el mismo, aquí no se mira si va a pagar o no. Por encima de todo interesa hacer bien tu trabajo porque todo trasciende. Por decencia profesional y por tu propio interés", apunta Leopoldo Pérez-Fontán.

En este sentido, Serra pone un ejemplo clarificador de cómo el desconocimiento de su labor y los prejuicios están enormemente extendidos: "Me designan de oficio, atiendo al cliente y me dice ´bueno abogada y esto qué me va a costar´, y digo, ´pues nada´. Y él ,´no no no, si no le pago nada usted no se lo va a tomar en serio", relata. Pero la mala fama no queda ahí. Los hay incluso que recelan de ellos al considerarlos "el abogado de la Policía".

Hay diversidad de opiniones en cuanto a la modernización del sistema de guardias, que ha pasado de ser presencial, en los juzgados, a que sea una centralita la que dé los avisos de posibles asistencias, por lo que solo es necesario un teléfono móvil. Para algunos, como De Juan Orlandis o Serra el anterior método confería un plus de romanticismo y camaradería a la profesión. Si bien la mayoría coincide en que les permite gestionar mejor su tiempo. "Ahora tenemos autonomía y podemos estar en nuestro despacho y aprovechar los ratos si se puede", apunta Roldán.

Reivindicaciones

A la hora de las reivindicaciones el veredicto es unánime: "Una retribución más digna", "mejores honorarios", coinciden. A esta petición se suma la demanda de De Juan Orlandis de "un mejor funcionamiento del sistema informático". "Los ordenadores no funcionan nunca, el sistema se cae cada dos por tres", lamenta. A todo esto, Santandreu agrega una aspiración: "Que se ponga más en valor nuestra función a nivel social".

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